EDITORIAL

La Nica Act. Un nuevo capítulo de la Doctrina Monroe

En noviembre del pasado año 2016, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega,  del partido Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), se alzó con el setenta y dos por ciento de los votos en unos comicios en los que participaron seis aspirantes a ese cargo.

Mínimo destaque dio a ese hecho la “gran prensa”, algo lógico si tomamos en consideración que con esa contundente victoria se evidenciaba, en momentos en que el imperialismo arrecia su ofensiva contra los gobiernos progresistas latinoamericanos y caribeños,  la vigencia del camino emancipador que según algunos ideólogos burgueses se había cerrado tras la victoria electoral de la derecha neoliberal en Argentina  y el golpe de estado legislativo-judicial, contra la presidenta constitucional brasileña Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), en Brasil.

Como explicamos en De Nuestra América, en el pasado número 79, el fin del ciclo progresista iniciado a principios del siglo y la teoría de la existencia de una época de reflujo de la izquierda en Latinoamérica forman parte de las matrices de opinión que  en la guerra mediática tratan de imponer al mundo los ideólogos de la derecha, valiéndose de los gigantes de la desinformación.

Para explicar la arrolladora victoria electoral sandinista la “gran prensa” habría tenido que reconocer que tras el triunfo de la Revolución, el 19 de julio de 1979,  se inició un período de progreso socio-económico que Estados Unidos logró frenar al imponer a Nicaragua una guerra sucia en la que perdieron la vida miles de personas, lo que conllevó a que las elecciones de 1990 le resultaran adversas al FSLN; esos comicios se efectuaron en medio de la  conflagración, que a su vez motivó una profunda crisis económica,  y con un desalentador panorama internacional, caracterizado por la caída del campo socialista europeo. Así se inició un largo período de 16 años de gobiernos neoliberales que hasta el 2006 desangraron al país.

También tendría que explicar la “gran prensa” que cuando en el 2006 el FSLN gana las elecciones, según el Banco Mundial, el 46 por ciento de la población nicaragüense vivía en la pobreza y de ellas el 15 por ciento en la pobreza extrema y que hasta el pasado año, en diez años de gobierno del FSLN, esos índices fueron reducidos a un 24,9 y 6,9, respectivamente.

Igualmente tendría que decir que el Producto Interno Bruto, en medio de la crisis económica que asola Latinoamérica, se mantiene cercano al 5 por ciento de crecimiento como promedio en los últimos años y que en medio de la extrema inseguridad existente en Centroamérica, como consecuencia del narcotráfico y los grupos paramilitares, Nicaragua aparece como un oasis de paz.

 Ahora bien, los lectores se preguntarán el por qué, casi un año después del tercer triunfo electoral consecutivo de Daniel Ortega, abordo el tema de las pasadas elecciones presidenciales en Nicaragua; la respuesta radica en la reciente aprobación por el Congreso de Estados Unidos de la llamada Nicaraguan Investment Conditionality Act of 2017 (Ley de Condicionalidad de la Inversión en Nicaragua), conocida como Nica Act, que busca obstaculizar, extraterritorialmente, el otorgamiento de créditos a Nicaragua por parte de las instituciones financieras internacionales, alegando falta de transparencia electoral.

Para los representantes de los intereses económicos imperiales no es válida la rotunda, arrolladora, contundente e incuestionable victoria de Daniel Ortega en las elecciones del pasado año, aún cuando ni siquiera fue cuestionada por la genuflexa Organización de Estados Americanos (OEA), siempre atenta a los intereses washingtonianos.

Ya  aprobada en la Cámara de Representantes, la  Nica Act pasa ahora al Senado y si se sanciona finalmente, de hecho Estados Unidos impondría, con carácter de ley extraterritorial, un bloqueo, económico-financiero contra Nicaragua.

Ahora el imperialismo, a través de su dictadura mediática, quiere hacer creer que la Nica Act busca “restablecer” la democracia en Nicaragua, “combatir” la corrupción en ese país y “respetar” los derechos humanos de los nacionales de ese país. Estamos en el deber de dar a conocer a aquellos que desconocen y recordar a los que olvidaron o quieren olvidar, que el imperialismo norteamericano apoyó por casi medio siglo a la dictadura de los Somoza –asesina de miles de nicaragüenses- y que el “muy democrático”, presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt no se sonrojó al reconocer con el pragmatismo que le caracterizaba y en referencia al iniciador de la dinastía: “Somoza es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”

El grupo de 25 “democráticos luchadores” en pro de la democracia, contra la corrupción y por los derechos humanos que presentaron en la Cámara de Representantes la Nica Act está compuesto por 15 legisladores republicanos y 10 demócratas, lo que da pie para confirmar lo que muchos especialistas proclamamos: ¡Nada hay más parecido a un republicano que un demócrata! Y es que cuando de intereses se trata las filiaciones partidarias quedan a un lado.

Desde luego que la mafia americano-cubana, la misma que también se enriquece con el negocio de prohijar a la contrarrevolución venezolana, aparece como patrocinadora de este nuevo engendro legislativo muy acorde con la nueva política de garrote en la diestra que el imperialismo blande al sur de sus fronteras y que sustituye a la de la antigua administración que además portaba una zanahoria en la siniestra.

La Nica Act,  violatoria de la soberanía de Nicaragua, pues intenta imponer cambios políticos mediante asfixia económica, ha encontrado amplio rechazo en la sociedad de ese país; incluso, hasta la iglesia católica nicaragüense, a través del presidente de la Conferencia Episcopal, cardenal Leopoldo Brenes, la calificó como “…una violación a la soberanía y una negación de todos los procesos políticos, sociales, culturales y económicos, que en nuestra Patria, bendita, unida y siempre libre, se desarrollan, para mejorar la vida de todos y promover la alegría, armonía y bienestar”.

Pero al margen de la injerencia política, la suavemente llamada Nica Act presenta una oculta intención: privar a Nicaragua de financiamiento externo en momentos en que se inicia la construcción del canal interoceánico ejecutado por China -duplica la profundidad y triplica la anchura del actual Canal de Panamá por lo que por  la nueva vía podrán transitar buques de mayor tonelaje- y que convertirá a Nicaragua en el núcleo comercial de toda Centroamérica y en buena medida en el nudo del intercambio entre el Pacífico y el Atlántico.

Este megaproyecto y los complementarios que se desarrollarán –puertos, aeropuertos, almacenes…- dejan fuera de juego a los monopolios estadounidenses, lo que les resulta inadmisible.

Nada, que tras la careta Nica Act, como es normal en la política estadounidense, se esconden varios rostros y ninguno, por cierto, tiene nada que ver con la democracia, los derechos humanos o la lucha contra la corrupción y sí con el intento de derrocar gobiernos progresistas y de mantener la hegemonía en lo que consideran su “patio trasero”. Estamos en presencia de un nuevo capítulo de la Doctrina Monroe.

TITULARES

– Wikileaks y las guerras de cuarta generación. Por Enrique Amestoy*

– América Latina en disputa. Por Juliana Hernandez y Davide Angelilli

– Entrevista al politólogo Buenaventura dos Santos sobre su nuevo libro La difícil democracia. Por Jáder Santana

– La desvergüenza de la derecha en Nuestra América. Por Patricio Montesinos

 

Wikileaks y las guerras de cuarta generación

Por Enrique Amestoy*

Sin duda alguna los medios masivos de comunicación tradicionales como los nuevos, basados en las Tecnologías de la Información y la Comunicación, son herramientas claves e imprescindibles en las nuevas estrategias en la lucha por el control hegemónico y son la base de los nuevos modelos de guerras, basadas en desgastes, difusión de información falsa o generación de masa crítica tras la difusión de noticias falsas o tendenciosas mas los ataques cibernéticos concretos.

Las guerras de cuarta generación requieren de la combinación de estrategias en las que el control de los medios de comunicación, las redes informáticas tanto físicas: fibra óptica, cables, computadores y dispositivos electrónicos para el tráfico y generación de información, como las redes sociales como nueva herramienta de difusión, son objetivos claves. Vimos surgir la llamada “Primavera Árabe” con la inmolación de Mohamed Bouazizi, informático desocupado, vendedor de frutas, en Túnez en diciembre de 2010. Allí se dispararon herramientas de información y contra información basadas casi en su totalidad en las nuevas Tecnologías de la Información (TIC). Varios gobiernos bloquearon el acceso a las redes debido al poder de convocatoria que tuvieron las redes sociales, llevando a millones de personas a la calle a manifestarse. También vimos a Microsoft apoyando el “lock-out” petrolero en Venezuela en 2012, dando acceso a los computadores vía sus sistemas operativos para bloquear la salida de hidrocarburos y poner al país al borde del Golpe de Estado.

La propiedad y el control de las fibras ópticas submarinas que comunican al mundo entero, está en manos de corporaciones que responden a los diferentes ejes de poder político centrales. Entre ellas Telefónica, Google, China Telecom, etc. Las mismas potencias centrales poseen, por ejemplo, submarinos no tripulados capaces de realizar ataques físicos (cortar los cables) en pocos minutos lo que incomunicaría parcial o totalmente a la humanidad entera: el equipamiento industrial o médico, por ejemplo, depende de computadores y conexión a internet, el sistema financiero va camino a abandonar el papel moneda y manejarse exclusivamente con “dinero electrónico” que no es otra cosa que millones de transacciones por redes informáticas, desde dispositivos electrónicos, dependiendo en forma exclusiva de las redes informáticas y software para ello.

El “no tengo nada que ocultar” que ha impuesto el sistema y que oímos decir todos los días tanto a amigos como a altos dirigentes políticos, ha llevado a que toda la información financiera, militar y civil esté almacenada en computadores centrales alojados ¿donde? en su mayoría, ¡oh casualidad! en EEUU, Alemania o China. Y todo está diseñado para que sea mas simple, de lindos colores, de tocar un botón y subir a “la nube” el documento de síntesis del Congreso del Partido, la contabilidad de todos y cada uno de nosotros o la foto del gato sentado al sol. Todo guardado en grandes computadoras sin NINGÚN CONTROL por parte de nosotros, los usuarios o los Estados!

El estado de bienestar basado en ese cúmulo de servicios “gratis” es aplaudido por la mayoría de los ciudadanos del mundo entero. Un par de clicks y todo parecería estar resuelto! ¿Acaso alguien se pregunta quién paga los millones de dólares que requiere Google, por ejemplo, para mantener sus mega centros de datos donde almacena en forma “gratuita” nuestra información? ¿Porqué nos aparecen “mágicamente” publicidad en redes y servicios de correo de las cosas sobre las que hemos estado buscando en la internet o incluso chateando o “whatsapeando”? ¿Porqué el WiFi gratis ofrecido en espacios públicos de Montevideo por la firma “UNO WiFi”, sugiere publicidad sensible al contexto y los intereses del usuario? ¿Quién hace esas magias? ¿Quien paga y quien gana, en tanto vivimos en capitalismo puro y duro? Los “filántropos” como George Soros o Mark Suckerberg se sacan fotos con Pepe Mujica y Dilma Rouseff y pocos se preguntan ¿para qué?

El sistema ha logrado centralizar la información de la población mundial. Y con la capacidad de cortar la conexión en muy pocas horas, lo que llevaría al caos mundial, o tal vez a cosas imprevisibles como que misiles se dispararan solos o si un ataque a sus propias computadoras lo haría. También hay información semi pública que da cuenta de los países centrales “juegan” a sacarse de órbita satélites de comunicación o espías o a controlar su equipamiento militar exclusivamente desde las redes. La Soberanía ha pasado a ser un concepto cada día más abstracto: en lo particular el término recientemente acuñado: Soberanía Tecnológica.

El único país que venía “salvándose”, irónicamente gracias al bloqueo, era Cuba: no podía conectarse con los cables de fibra submarina que en su mayoría TODOS pasan a pocos kilómetros de la costa de la mayor de las Antillas. Sus computadoras, redes, software y demás estaban todos dentro y con una única salida “al mundo” via satélite más un cable de fibra que tendiera Venezuela gobernada por Chavez. En el pasado año se ha sabido de convenios Google-Cuba lo que no deja de preocupar y habla claramente de la intención, para nada velada, del gigante imperialista de conquistar ese gran mercado cuasi virgen pero fundamentalmente de entrar para poder agregar control a uno de los pocos puntos del mundo en donde aún no lo han logrado hacer.

Pero el mercado y el estado de bienestar nos hacen ver a cada instante de que somos dueños de nuestros dispositivos informáticos, al igual que el Estado lo es; que somos dueños de la tecnología y que la manejamos y utilizamos a nuestro total libre albedrío. La cruda realidad es que no somos más que tristes dueños de un montón de fierritos, cables y chips, que por cierto nos los venden como si de oro en polvo se tratase. Pero en ningún caso somos dueños de la información y menos aún de los programas que corren “por debajo” de los que usamos a diario en nuestros dispositivos, que no los vemos ni sabemos que cosas hacen, no sabemos que existen, pero se ejecutan en nuestros computadores, consolas de juego o celulares para espiar, escuchar y controlar nuestro movimiento.

Gracias a las revelaciones, sobre vigilancia mundial de Edward Snowden en junio de 2013 se supo que, por ejemplo, la presidenta Dilma Rouseff así como la petrolera Petrobras, venían siendo espiadas por mucho tiempo. Objetivo político y económico en tanto Petrobras comenzaba las prospecciones petroleras que darían Soberanía Energética al “país continente”. Otros mandatarios han sido y son espiados todo el tiempo sin que tengan consciencia de ello. Pero también el “ciudadano común” en tanto el cruce de información analizado por imponentes sistemas informáticos hace que “cualquier monedita sirva” y que todos aportemos algo para ese gran sistema de control mundial. Se apunta a la agencia NSA como responsable de este espionaje.

Pero como indudablemente ha hecho mucho ruido mediático el pasado 7 de marzo de 2017 las filtraciones de WikiLeaks relacionadas a espionaje de la agencia norteamericana CIA, es bueno hacer una breve reseña de WikiLeaks, sus integrantes y el nivel de la información filtrada.

WikiLeaks (del inglés leak, «fuga», «goteo», «filtración [de información]») surge en el año 2006 es una organización mediática internacional sin ánimo de lucro, que publica a través de su sitio web informes anónimos y documentos filtrados con contenido sensible en materia de interés público, preservando el anonimato de sus fuentes. Se estima que su base de datos acumula 1,2 millones de documentos. Si bien no hay información pùblica de quienes son sus integrantes, se sabe que los hay periodistas, tecnólogos, cientìficos entre quienes aportan a la organización.

En términos técnicos es básicamente una Wiki, que utiliza el software de Wikipedia (Wikimedia) con algunas modificaciones y de acuerdo a los permisos de acceso que cada uno de los usuarios tiene, es el nivel cosas que se pueden realizar, es decir: puede ser solamente un lector, un editor, corrector, manejador de las bases de datos, como habitualmente sucede con cualquier sistema informático, máxime cuando lo es colaborativo.

En el año 2010 surgen las primeras filtraciones de información que generaron impacto mundial. Entre ellas se destacan en el año 2007 como desde un helicóptero Apache se tirotea a un periodista de la agencia Reuters junto con otros civiles, ninguno de ellos en posición de ataque o amenaza contra la aeronave de guerra norteamericana. En relación con la Guerra de Afganistán iniciada en 2001, en julio de 2010 los periódicos The Guardian, The New York Times y Der Spiegel hicieron públicos un conjunto de unos 92.000 documentos sobre la Guerra de Afganistán entre los años 2004 y 2009. Estos les llegaron a través de WikiLeaks sin compensación económica a la página. Lo mismo ha sucedido con los casi 400.000 documentos filtrados de la guerra de Irak entre los años 2004 y 2009, revelados también en el año 2010.

Los más de 250.000 cables o comunicaciones entre el Departamento de Estado estadounidense con sus embajadas por todo el mundo, conocido como “Cablegate” y como la filtración de información de documentos de la historia, fue develado a fines del año 2010. A comienzos del 2012 Wikileaks realiza la filtración de archivos de correos electrónicos de la empresa Stratfor en 2012 y refiere a la publicación y difusión de correos electrónicos de carácter interno entre personal de la agencia de inteligencia privada y espionaje estadounidense Stratfor así como del personal de la empresa con sus clientes.

El pasado 7 de marzo de 2017, el portal Wikileaks aseguró haber obtenido los detalles de un programa de hackeo de teléfonos, ordenadores y televisores por parte del espionaje de Estados Unidos, y comenzó a filtrar miles de documentos relacionados que atribuye a la CIA. Incluyendo un programa llamado “Año Cero”, que incluiría toda una serie de armas informáticas para poder hackear teléfonos y dispositivos producidos por compañías estadounidenses, como los iPhone de Apple, el sistema Android de Google, el Windows de Microsoft o los televisores Samsung con conexion a Internet, que se convertían en micrófonos encubiertos a través de los cuales espiar a sus usuarios.

Recordemos además que la cabeza visible de Wikileaks, Julian Assange, se encuentra asilado en la embajada de Ecuador en Londres. Guillermo Lasso, candidato por la oposición que enfrentará a Lenin Moreno el próximo 2 de abril de 2017 en la segunda vuelta electoral, aseguró el pasado 17 de febrero y con motivos de la primer vuelta electoral que, de llegar al poder, le daría un mes al fundador de Wikileaks para salir de la embajada de su país en Londres.

Aparentemente de las nuevas filtraciones se desprendería, en forma primaria en tanto son miles los documentos revelados, que la agencia de inteligencia CIA maneja “agencias clandestinas” en su seno, igual o más potente y aceitada que la NSA. Incluso se ha dicho que unos espían a otros.

En todos los casos, las revelaciones de los últimos siete años, dan cuenta de la importancia que le dan a los inmensos ejércitos informáticos en EEUU, China, Israel, Alemania, Iran, etc. Se recluta a la par soldados e informáticos, como Mamram o Unidad 8200 del ejército israelí.

Y hasta aquí ustéd podrá decir: Basta de relato!!, pese a notarse que habrían decenas de páginas para redactar respecto a filtraciones, espionaje, revelaciones, contraespionaje y pasar a preguntarnos: ¿Qué hacemos? Hemos escuchado a encumbradas figuras de nuestro gobierno decir “tenemos que hacer alianza con los EEUU” (y de allí, entre otras cosas, tal vez lo más públicamente conocido ha sido el acuerdo del Plan Ceibal de Google, del que poco o nada se sabe hoy día).

Otros más osados, fuera de los ejes de decisión, se preguntan “¿Y si hacemos alianza con China, comunista, potencia, que tiene buscadores y tecnología iguales o más sofisticada que los EEUU?” y quizá los más tozudos decimos: no queremos cambiar control norteamericano por control chino o de quien fuera; sencillamente NO QUEREMOS SER CONTROLADOS. Pero allí surge el nudo más grande: para lograrlo, debemos tener nuestro propio hardware soberano, saber cómo se fabrica (computadores, celulares, tabletas, tomógrafos o cualquier dispositivo electrónico utilizado hoy dia), fibra óptica soberana y la capacidad de desarrollar y analizar nuestro software: programas de computadora y celulares, por ejemplo. En el caso de los programas, la única forma de lograr saber a ciencia cierta que es lo que hacen es utilizar Software Libre. Hacemos la analogía del término para denominar Hardware Libre a aquel capaz de ser analizado, modificado, compartido, cumpliendo las mismas premisas que el Software Libre.

Imposible pensar en el perimido concepto de Estado-Nación para resolver tan complejo asunto. Se requiere de cifras millonarias pero sobre todo de conocimiento acumulado durante más de 20 años que ningún país por si solo tiene, a excepción de las potencias centrales.

En la región se han hecho interesantísimas propuestas. Anillo de Fibra Óptica UNASUR, Centro de Datos regional y distribuido, MERCOSUR, Grupo de Seguridad Informática MERCOSUR más los intentos individuales de cada uno de los paises: en Brasil todo el correo electrónico del Estado alojado en servidores y con programas controlados 100% por Brasil, diferentes leyes como la Ley de Software Libre en Uruguay, de Infogobierno en Venezuela, etc. Todas estas propuestas, lamentablemente, han sido “saludos a la bandera” pese a que TODAS ELLAS fueran realizadas en momentos de gobiernos progresistas o de izquierda lo que hacía aún más alentador animarse a pensar en que algo de eso funcionaría. No ha sido así: ninguno de los gobiernos progresistas parece haberle dado importancia o las potencias tienen más fuerza. Con el actual retroceso en las correlaciones de fuerza en nuestro continente, parece aún más impensable.

Quizá la propuesta pueda ser la reactivación de esos macro proyectos regionales, la posibilidad de reclutar a nuestros propios ejércitos informáticos, capacitarnos a la par de quienes hoy detentan el control, pero comenzando por poner estos temas en agenda, darles visibilidad. A no quedarnos en que “solo es un tuit, lo que importa es salir a la calle, como el 8 de marzo donde eramos como 300.000” (recordemos, sin ir más lejos, el impacto que generó en las pasadas elecciones de EEUU, la filtración de correos electrónicos de Hillary Clinton, según dicen un “gesto” de Rusia para apoyar a Trump, algo que, quien escribe, no logra terminar de comprender a cabalidad), a poner pienso, recursos humanos y financieros para comenzar a armar redes regionales para pensar juntos en las mejores estrategias para salirnos de la lógica sistémica e ir camino a la Soberanía Tecnológica que se enmarca, sin duda alguna, en nuestras históricas luchas y compromiso por la Liberación.

*Enrique Amestoy   es analista uruguayo especializado en las TICs.Es miembro fundador de la Red Internacional de Software Libre( RIsol).

 

América Latina en disputa

Por Juliana Hernandez y Davide Angelilli

Las últimas dos décadas han marcado una etapa para el territorio latinoamericano: economías en crecimiento, gobiernos progresistas, horizontes de transformación social y soberanía popular, e incluso una integración política regional sin precedentes. Todo esto parece estar tambaleándose al advertir que fuerzas neoliberales, de derecha y extremadamente conservadoras, vuelven a ocupar gobiernos. América Latina es un escenario de disputa donde los derechos conquistados por las poblaciones parecen tambalearse frente a la imposición de un nuevo –aunque ya viejo- patrón de dominación.

En el plano político-social, los últimos años fueron increíblemente importantes por la acumulación de fuerzas sociales y políticas que, desde abajo, se han reapropiado de soberanía y dignidad, mediante procesos creativos de lucha y construcción de alternativas. Luego de mucho tiempo, existió un involucramiento social frente a la cosa pública que acompañó y tensionó a los gobiernos populares. Conceptos como buen vivir, plurinacionalidad, poder popular, despatriarcalización, intentaron reorganizar la sociedad bajo una nueva forma de entender el gobierno de las mayorías. Los procesos constitucionales como el de Bolivia, Ecuador y Venezuela, con todos sus reconocimientos de derechos antes siempre negados o, entre otros muchos avances transformadores, las leyes sobre medios de comunicación o de identidad de género y matrimonio igualitario en Argentina, son una prueba de ello.

En lo económico se planteó una relación diferente con el capital, donde el estado adquirió un central protagonismo, y se tendió a mejorar las condiciones de vida de la población a través de un conjunto de medidas de distribución de la riqueza. Se implementaron programas de amplio alcance de vivienda, empleo y seguridad social; se promovió la nacionalización de empresas; y aumentó significativamente la capacidad de consumo de grandes porciones de la población. La renegociación de la deuda externa en Ecuador, la expulsión del FMI de las economías regionales, el planteamiento de otro tipo de integración económica regional sin subordinaciones, son algunos ejemplos de estos avances históricos.

Pero subrayar la importancia de estos logros no significa creer que estas medidas empujadas por los gobiernos progresistas hayan logrado la superación del modelo capitalista, ni siquiera del patrón económico colonial y extractivista. Al contrario, la disputa entre fuerzas conservadoras y sujetos emancipadores sigue más abierta que nunca.

En este escenario, está surgiendo una derecha con un discurso renovado, que atrae sectores populares con un lenguaje populista y un imaginario de cambio y consumo continuo, sin perder los viejos rasgos racistas, clasistas y posiblemente un machismo todavía más fuerte que en el pasado. Pero también aquellos otros antagonistas no formalmente políticos o politizados, y que, sin embargo, representan un aliado terriblemente poderoso para las fuerzas más conservadoras y reaccionarias. Nos referimos, por una parte, al paramilitarismo, un capitalismo criminal que se está convirtiendo cada día más en un actor estratégico en diferentes países de América Latina; pero también al significativo ascenso del evangelismo en países como Brasil, con una tremenda capacidad de dominación ideológica sobre las masas y que juegan un papel clave para la restauración neoliberal.

Otra consideración imprescindible es el papel que está jugando aquella clase media surgida gracias a las políticas redistributivas de los procesos progresistas en la vuelta de gobiernos neoliberales en Argentina, Brasil o en la relegitimación de la derecha en Venezuela. La inclusión de las clases populares al consumo, sin un efectivo trabajo de concientización política y participación democrática, hizo que estos sectores sean atraídos por el imaginario y el discurso de una nueva derecha maquillada de progresista y defensora de un modelo consumista de ciudadanía.

En otro orden, en Brasil, después de una brutal campaña de manipulación mediática contra Dilma Roussef, se ha ensayado una nueva forma de “golpe blando” desde el poder judicial que, además de representar un continuum con los últimos años (Honduras, Paraguay), nos interroga sobre la necesidad de reformular nuevas estrategias en el ámbito mediático e institucional. Por el contrario, en Argentina, el macrismo avanza a golpes de privatización y recortes de derechos, y la guerra económica está golpeando duro al proceso bolivariano.

El ascenso de estas nuevas derechas hace que varios analistas sostengan la tesis del fin del ciclo progresista; nos permitimos rechazar esta afirmación. Desde una perspectiva internacionalista, es evidente la coyuntura crítica que sufren los diferentes procesos de transformación social. Sin embargo, confundir más o menos interesadamente esta fase de dificultad con un fin de ciclo comporta diversos problemas. La expresión “fin de ciclo” transmite una idea de vuelta al principio de todo, como si estos procesos progresistas no hubieran dejado ninguna riqueza material y simbólica, como si un proyecto político tendría solamente dos opciones: avanzar o morir. La realidad es ciertamente mucho más compleja y así, fases de avance se alternan a otras etapas de resistencia y retroceso. Pues sí, el avance político de la izquierda latinoamericana parece haber entrado en crisis en diferentes países. No obstante, esto no comporta un fin de ciclo, sino más bien el fin de una primera oleada que deberá ser seguida por otras; sería ingenuo creer que se puede estar siempre en la cresta de la ola.

Precisamente, para la segunda oleada quedan varios desafíos para volver a articular los procesos de cambio. La corrupción es un problema enquistado en las sociedades actuales; las economías, a la par que mejoraron las condiciones de la población, se basaron fundamentalmente en la explotación de la naturaleza como principal recurso económico con las consecuencias observables para la vida de las poblaciones y del planeta; sigue la dependencia del mercado mundial, con una clara tendencia a consolidar la primarización de las economías y la posición de subordinación respecto a las grandes potencias económicas. Por supuesto, los errores cometidos a nivel interno no pueden de ningún modo hacernos olvidar las inaceptables injerencias y presiones externas para sabotear estos procesos democráticos. Tampoco se puede negar las enormes dificultades para revertir siglos de colonización y patriarcado en un tiempo tan limitado como una década. Al contrario, el camino es largo y tortuoso, pero la ola progresista ha dejado grandes enseñanzas en cuanto a nuevas estrategias políticas, económicas, sociales, culturales.

A partir de esta fuerza material y simbólica acumulada, los sujetos que protagonizaron el cambio político y social en las dos décadas necesitan recuperar radicalidad y fuerza. Cabe señalar la necesidad de cuidar la diversidad y el pluralismo, el diálogo respetuoso y constante entre diferentes visiones y sensibilidades, evitando la fragmentación interna de los procesos de transformación, para recomponer un bloque histórico necesario para resistir y contratacar al avance de la derecha.

Y por último subrayar que la lucha más estratégica se da en el espacio social, en lo cotidiano, donde explotan constantemente las contradicciones del sistema capitalista. Allí, en las calles, en las organizaciones sociales de base, están surgiendo nuevos sujetos que reclaman protagonismo. Los movimientos feministas están demostrando una increíble capacidad de resistencia en contra del capitalismo heteropatriarcal que, en Brasil y en Argentina, vuelve con fuerza gracias a las políticas de los nuevos gobiernos neoliberales. Los pueblos indígenas siguen siendo fuerza renovadora con conceptualizaciones como el Buen Vivir o el derecho de autodeterminación que interpelan el presente y el futuro. También aparecen nuevas formas de movimientos comunales, sociales y populares que, allí donde gobiernan fuerzas aliadas, como en Venezuela, El Salvador, Bolivia o Ecuador, reclaman una profundización del poder popular y una participación más protagónica de los actores sociales al proceso de cambio.

Estos nuevos sujetos de lucha representan hoy el núcleo duro de la resistencia popular y, posiblemente, el germen de nuevas alianzas, hacia la nueva ola de conquistas que vendrá.

Fuente: Viento Sur

 

Entrevista al politólogo Buenaventura dos Santos sobre su nuevo libro La difícil democracia

Por Jáder Santana

El politólogo Boaventura dos Santos ha publicado el libro La difícil democracia, en el que describe la ascensión del conservadurismo en un mundo cada vez más desilusionado con el proyecto social de los gobiernos de izquierda. En este nuevo libro, publicado en Brasil a fines del año pasado Boaventura dos Santos habla de “reinventar las izquierdas”. Con una visión globalista lanza luz sobre los posibles paralelos entre los movimientos Occupy y los desafíos de la Venezuela post Chávez. Transita entre la Revolución cubana y las experiencias de los refugiados en el sur de Europa. Señala la existencia de una democracia desgastada pero que sigue caminando hacia una meta todavía incierta.

– La desilusión con las izquierdas ¿es global y generalizada?

-El problema de la izquierda en un nivel más general es la falta de alternativa al capitalismo neoliberal que luego de la caída del muro de Berlín se impuso globalmente a través de la desregulación de los mercados financieros, la liberalización del comercio y las privatizaciones. Mientras existan las desigualdades, la discriminación, la exclusión social habrá siempre espacio para las políticas de la izquierda. Mientras exista la posibilidad de que surja una alternativa, aunque fuera muy modesta, esa alternativa puede surgir. Para poner un ejemplo que conozco bien, mi país. Hace ya más de un año que tenemos en Portugal un Gobierno estable, moderado de izquierda, basado en la unidad de las izquierdas, un gobierno del Partido Socialista con el apoyo del Partido Comunista y del Bloque de Izquierda… Formular una alternativa muy moderada fue posible, aunque significativa y creíble, ante las políticas de austeridad que el Gobierno hiperconservador había impuesto entre el 2011 y el 2015.

– ¿La izquierda decepcionada de los EE.UU. es la misma que la de Brasil y Argentina? ¿La frustración tiene los mismos motivos?

-Los motivos de la frustración varían de una región a otra. América Latina tiene la particularidad de haber comenzado el milenio con varios gobiernos de izquierda. Dichos gobiernos no modificaron para nada el modelo de desarrollo y se basaron en que el alto precio de los recursos naturales perduraría mucho tiempo y permitiría que los ricos siguieran siendo ricos y aún más ricos mientras que los pobres dejarían de ser tan pobres. Por lo tanto no hicieron reformas estructurales y gobernaron a la antigua, no solo estableciendo coaliciones con la derecha, sino usando también el mismo tipo de clientelismo político. Pero el modelo era insostenible y se dio vuelta contra la izquierda. Mientras tanto la fuerte reacción, especialmente en Venezuela, Brasil y Argentina fue provocada en buena parte por la clandestina interferencia de la CIA y del imperialismo estadounidense, una interferencia que a los demócratas brasileños les cuesta reconocer. Dentro de algún tiempo los documentos estarán disponibles, pero ya será demasiado tarde.

En los EE.UU. es difícil hablar de izquierda. El Partido Demócrata es un partido de derecha. Existe la izquierda pero enfrenta dificultades para encontrar una fórmula política. Bernie Sanders representó a esa izquierda huérfana, pero el Partido Demócrata acudió a todos los medios, incluyendo los ilegales para impedirle ganar las elecciones primarias. Sanders, para sorpresa del mundo, levantó la bandera del socialismo en el corazón del capitalismo Y la verdad es que los jóvenes y los no tan jóvenes se adhirieron.

– Entre el 2011 y el 2014 se registraron en todo el mundo movimientos que alentaban la expectativa de una renovación democrática. ¿Los movimientos y los partidos que compartían esa ideología podrían haber previsto ese brusco cambio del escenario político?

-Esos movimientos constituyen una gran mezcla y diría que no todos tenían por objeto renovar la democracia. El golpe ocurrido en Ucrania, orquestado por los EE.UU. y la Unión Europea, no tenía por objeto una renovación cualquiera. Se proponía provocar a Rusia y lo consiguió. En España, pese al movimiento de los indignados y luego de tres elecciones destinadas a resolver el impasse político no fue posible cambiar la política de derecha. Pero el partido Podemos es hoy la tercera fuerza política. Si no siguieran cometiendo más errores de los ya cometidos podría convertirse en uno de los factores renovadores de las izquierdas europeas. Los ciclos históricos de verdadera transformación social son muy largos. Continuamos sufriendo las consecuencias de la caída del Muro de Berlín.

– En su libro revive el recorrido de la democracia y la ascensión al poder de la izquierda en el siglo XX. Pasa por la revolución de los claveles, la cubana, la Venezuela chavista, etc. ¿Cuál será el aspecto de la democracia en los próximos 50 años?

-La democracia liberal representativa perdió su lucha contra el capitalismo, si es que alguna vez quiso entablar esa lucha. Pensemos en la socialdemocracia europea después de la Segunda Guerra y la trágica experiencia de Allende en Chile. La democracia del futuro deberá establecer una articulación entre la democracia representativa y la democracia participativa y esa articulación debe formar parte de los partidos como una forma de luchar contra la corrupción, la opacidad y el clientelismo.

– Muchas de esas naciones periféricas enfrentaron, en el siglo pasado, importantes períodos de democracias restrictivas y de dictaduras civiles.¿De qué manera esa configuración ayudó a definir nuestra democracia subsiguiente? ¿Qué es lo que heredamos -de positivo y de negativo– de esa experiencia?

Heredamos una cultura política autoritaria, racista, sexista, homófoba, “glamurizada” por la riqueza y la banalización de la pobreza y de la discriminación (quien es pobre es porque no merece otra cosa; el joven negro es víctima de la brutalidad policial porque es un bandido; la mujer violada es porque provocó la violación debido a su comportamiento poco recatado).

– ¿Cómo ha visto la elección de Donald Trump como presidente de la nación más poderosa del planeta? ¿Cómo se puede seguir pensando en tal escenario en estrategias que terminen con el autoritarismo, con el patrimonialismo y con la falta de reconocimiento de las diferencias?

-Sólo un país muy corrupto, con un sistema político profundamente antidemocrático podría haber elegido a Trump. Y allí está él. Un Gobierno de billonarios y de exejecutivos de Goldman Sachs (un grupo financiero internacional con sede en Nueva York). Los EE.UU. son un imperio en declive. Si los EE.UU. fuesen una potencia tan poderosa, ¿cómo podría explicarse la paranoia en  la que cayó sobre la supuesta interferencia de Rusia en las elecciones? ¿O el miedo de que Corea del Norte arroje misiles que la alcancen?. Son lo más poderoso en el plano militar y algunas de sus multinacionales son de hecho muy poderosas, pero ese es otro cantar.

Habla de “reinventar las izquierdas” ¿Cual sería el primer paso a dar para esa reinvención?¿ Qué papel juegan las llamadas “minorías sociales” (movimientos negros, indígenas, LGBT) en esa necesaria revolución?

-La reinvención radica en la forma de construir alternativas partiendo de la base de ayudar a las poblaciones excluidas, violentadas, discriminadas. La izquierda debe ser al mismo tiempo anticapitalista, antirracista y antisexista. Pero debe trabajar en las familias, en los barrios, en las comunidades, en las villas miseria. La que hace actualmente este trabajo de base es la derecha evangélica. Hay que ser absolutamente intolerante con la corrupción.

Fuente: Rebelión

 

La desvergüenza de la derecha en Nuestra América

Por Patricio Montesinos

Argumentos al respecto son numerosos, pero la copa se desbordó en las últimas horas cuando al grito de “Viva Pinochet” en un acto público, el expresidente de Chile Sebastián Piñera presentó su candidatura para disputarse un eventual nuevo mandato en las elecciones de noviembre venidero en ese país sudamericano.

Augusto Pinochet, golpista y uno de los más despiadados dictadores que ha conocido la Patria Grande, fue increíblemente vitoreado por los seguidores derechistas de Piñera, quien por cierto también está implicado en diversos hechos de corrupción.

Pero haber sido criminal, ser golpista o corrupto, son hoy “méritos” para la oligarquía regional, empeñada a toda costa, con el financiamiento y respaldo de Estados Unidos, en destronar a gobiernos progresistas, desmembrar las fuerzas de izquierda, y retornar así a los tiempos pasados y macabros que vivió Nuestra América en las últimas décadas de la pasada centuria.

Solo hay que mirar de soslayo a la Argentina de hoy, la del ultraconservador Mauricio Macri, o el Brasil actual donde gobierna el mandatario de facto, Michel Temer, quien se hizo de las riendas del gigante sudamericano a través de un insolente golpe de Estado parlamentario.

Macri y Temer son corruptos, represores y neoliberales, como igual lo es el aspirante oligarca a la presidencia de Ecuador, Guillermo Lasso, un banquero que sin el menor escrúpulo vende y se compra sus propios bancos, y desde ya anunció una mayor dolarización de esa nación, un mal impuesto a sus compatriotas antes de la Revolución Ciudadana de Rafael Correa.

A ese trío quieren sumar ahora a Piñera, en Chile, como parte del plan orquestado en Washington de restaurar el conservadurismo en la Patria Grande y extenderlo por Venezuela, Bolivia y El Salvador, después de imponerlo o preservarlo además en varios países como Paraguay, Perú, Honduras y Guatemala, entre otros.

La avalancha derechista, como la de lodo que ha ocurrido en Perú con las intensas lluvias de los últimos días, arrasa con los pueblos, los despoja de sus empleos, de los derechos sociales y humanos fundamentales, privatiza todo y vende los países al mejor postor.

Es algo similar al llamado fenómeno del Niño provocado por el Cambio Climático, pero claro en mayúscula, porque empobrece y mata con intencionalidad a los más desposeídos, mientras se enriquecen cada vez más los poderosos y los grandes emporios trasnacionales de los estados ricos del Norte.

Todas las fuerzas progresistas, los movimientos sociales, populares y la intelectualidad de izquierda latinoamericana y caribeña, están entonces llamadas con urgencia, unidad y solidaridad, a detener a ese mal que embiste y agrede sin tregua a la Patria Grande.

Fuente: Pensando Américas