EDITORIAL

Todo parecía indicar que en el mes de octubre que acaba de concluir recomenzaban a abrirse en Latinoamérica las grandes alamedas con las que, en sus últimas horas de vida, soñara el presidente Salvador Allende. Nunca antes, en tan poco espacio de tiempo, en varios países a la vez y de diversas maneras,  acontecieron tantos hechos demostrativos del  notable ascenso de las luchas populares.

No nos equivocamos cuando en enero del pasado año 2018 calificamos de “relativo” y “momentáneo” el  avance de la extrema derecha neoliberal y proimperialista en el área. En aquel entonces, hace menos de dos años, escribimos:

 “Finalizó 2017 con un saldo desfavorable para las fuerzas progresistas latinoamericanas, lo que ha conducido a una relativa pérdida de espacio político y a un momentáneo triunfo del neoliberalismo, que hoy se intenta imponer sobre la historia, con los millones de  muertes provocadas por la miseria y  de cientos de miles de latinoamericanos asesinados durante las dictaduras militares de fines del pasado siglo.

“Pero no por gusto hemos utilizado en este primer párrafo las palabras “relativa” y “momentáneo”. Relativa porque muchos de los espacios políticos perdidos no estaban regidos por una legítima izquierda y momentáneo porque,  liberadas de una engañosa y adormecedora pseudoizquierda, las fuerzas verdaderamente progresistas resurgirán con más fuerza,  gracias al rechazo que provocará en los pueblos una ultraderecha  totalmente desenmascarada, que les aplicará las recetas neoliberales en toda su intensidad y reprimirá sin compasión.”

La rebeldía popular en Ecuador, Chile, Colombia, Panamá, Honduras y Haití, así como los triunfos electorales de Alberto y Cristina Fernández, en Argentina, y de Evo Morales, en Bolivia, demostraron la fragilidad de la llamada restauración conservadora y señalaron el inicio de un cambio en la correlación de fuerzas en el área; no por gusto, en su primera visita al exterior, tras su triunfo y antes de tomar posesión, Alberto Fernández viajó a México (ya en este mes de noviembre) donde fue recibido por el presidente Manuel López Obrador.

Rompió así Fernández con la práctica de los candidatos presidenciales electos en Argentina de realizar la primera visita al extranjero a su futuro homólogo brasileño y  priorizar un encuentro con el gobernante del primer país latinoamericano que en este periodo -llamado por muchos analistas de restauración conservadora- rompió con el neoliberalismo y que pese a sus limitaciones, propias de un país extremadamente dependiente de su vecino norteño, ha mantenido una política exterior soberana y progresista.

De hecho, el anuncio de que su gobierno abandonará el Grupo (lacayos) de Lima, creado por Estados Unidos para hostilizar a la Revolución Bolivariana, y la solidaridad con Evo Morales tras su triunfo electoral en Bolivia ante el no reconocimiento de la derrota por parte de la derecha de ese país, confirman que Argentina rompe el clan ultraderechista suramericano y se reincorpora al grupo de los países desobedientes de las políticas washingtonianas que, aunque con signos políticos diversos y con diferentes ópticas sobre la profundización de los procesos progresistas, recomienzan el andar por los caminos de la solidaridad y de la unidad de Nuestra América

Ahora bien, la importancia de la clara victoria electoral de la dupla de los Fernández, con el 48 por ciento de los votos, radica no sólo en el peso económico y político de Argentina en el Continente, sino también porque quedó demostrado el fracaso del neoliberalismo que tan sólo en cinco años de la administración de Mauricio Macri llevó a ese país a una profunda crisis socioeconómica; dicho sea de paso, es esa la pesada herencia que deja Macri al nuevo gobierno que asumirá funciones el 10 de diciembre.

En Bolivia, la esperada victoria de Evo Morales en primera vuelta, con más del 10 por ciento de diferencia sobre el candidato derechista García Mesa, se hizo más que contundente al alcanzar su partido, Movimiento al Socialismo (MAS), la mayoría parlamentaria tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados.

La injerencia de Estados Unidos en los asuntos internos de Bolivia, desde el financiamiento a grupos opositores hasta la introducción de armas para grupos paramilitares a través de la frontera con Chile, los sabotajes contra la economía del país que llegaron  hasta a provocar criminales devastadores incendios en la Amazonia boliviana, la campaña de descrédito contra los dirigentes del MAS y muy especialmente contra Evo e incluso un intento de magnicidio, disfrazado como accidente de aviación…, nada pudo evitar la victoria del primer Presidente indígena americano y es que la obra socioeconómica por él emprendida alcanzó tan óptimos resultados que los sectores más desposeídos, explotados y marginados, que componen la mayoría de la población y que por primera vez, en su propio país se convirtieron en seres humanos, no se dejaron engañar; a lo único que tenían que temer era a un retorno al pasado.

Aunque ningún analista político serio vaticinó un triunfo oposicionista y todas las encuestas daban como incuestionable triunfador a Evo Morales, los partidos derechistas habían advertido que fuera cual fuese el resultado de los comicios, no reconocerían una victoria del MAS. Es este un guión que ya sobradamente conocemos: para el imperialismo y por ende para las derechas autóctonas, no resulta legal  ningún acto comicial en que resulten perdedores; lamentablemente, las fallidas tácticas empleadas por el imperialismo y las ultraderechas de Venezuela y Nicaragua para intentar destruir esas experiencias progresistas sí alcanzaron sus tristes resultados en Bolivia, donde la traición se impuso.

Una vez más, en el caso de Bolivia quedó demostrado que cualquier experiencia progresista en Latinoamérica y el Caribe resultará frágil y muy susceptible de ser destruida si mantiene la estructura económica oligárquica; si las Fuerzas Armadas no son depuradas y eliminada por completo la formación de sus oficiales en escuelas militares estadounidenses o de cualquier otra potencia imperialista; si igualmente, el poder judicial no es depurado, se ejerce sobre él una fuerte política de anticorrupción y se impide que sus profesionales hayan recibido cursos de formación financiados por el gobierno de los Estados Unidos; si los medios de comunicación permanecen mayoritariamente en manos de la derecha y, además, no se les imponen barreras que impidan propalen falsas o tendenciosas informaciones; si no se da por concluida la participación del país en organismos políticos o militares que históricamente han servido a los intereses imperialistas, como la Organización de Estados Americanos (OEA) o el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR); si no es desahuciado  el sistema electoral burgués y en su lugar se crea otro verdaderamente democrático en que el pueblo ejerza sus derechos por sobre, incluso, los partidos políticos; si a la violencia contrarrevolucionaria no se le opone la fuerza del pueblo.

No obstante, el rudo golpe que significa la deposición de Evo Morales no significa para nada que los sueños de Salvador Allende nuevamente se hayan postergado; el imperialismo y los oligarcas locales están siendo enfrentados en casi todos los países; en Bolivia, incluso,  ya nada será como antes. Puede el imperialismo y sus secuaces apoderarse de la primera reserva de litio del mundo (el 90 por ciento de las comprobadas), pero su pueblo originario no se dejará arrebatar la dignidad alcanzada.

El pasado mes, en Ecuador, la rebelión indígena contra el “paquetazo” neoliberal que trató de imponer Lenin Moreno hizo tambalear al gobierno, hasta el punto de tener  que trasladar su sede hacia la ciudad de Guayaquil y aceptar, momentáneamente, la derogación de decretos antipopulares; en Perú cada día crece y se hace evidente la organización de los pueblos originarios y en Bolivia encabezan, incluso sobrepasando a los líderes del MAS, la resistencia contra el golpe de Estado.

En mayo de 1781 fue asesinado en el Cuzco, Perú, el líder quechua José Gabriel Condorcanquí, Túpac Amaru II, quien dirigió la mayor sublevación indígena en Hispanoamérica; ese mismo año, pero en el mes de noviembre, corrió igual suerte en Bolivia el líder aymara Julián Apaza Nina, Túpac Katari, quien capitaneó las fuerzas que cercaron la ciudad de La Paz durante más de cien días. Ambos fueron condenados a ser descuartizados  y también se dice que ambos, en medio del suplicio, sentenciaron idéntica profecía: “volveré hecho millones”.

Trescientos años se cumplirán, en 2021, de aquellas profecías. ¿Para esa fecha los pueblos originarios la habrán hecho cumplir? Ojalá así sea.

Eddy E. Jiménez

Imaxe da protesta contra o golpe de Estado en Bolivia.

 

TITULARES

 

– El odio al indio. Por Álvaro García Linera

– Bolivia: la consumación simbólica del golpe. Por J. Ángel Téllez Villalón

– Más de 68 mil cuentas falsas en twitter apoyan golpe de estado en Bolivia. Por Rosa Miriam Elizalde

-¿Por qué la victoria del movimiento indígena no es total? Por Marco Teruggi

– Ecuador: ¿Se revirtió el paquetazo? Por Bruno Sgarzini

– Manuel Cabieses: “Ahora es el tiempo de que la voluntad del pueblo se convierta en política”. Por Paul Walder

– Los pueblos decidirán el desenlace. Por Ángel Guerra Cabrera

El odio al indio.

Por Álvaro García Linera

El fascismo, el odio racial, no sólo es la expresión de una revolución fallida sino, paradójicamente también en sociedades postcoloniales, el éxito de una democratización material alcanzada.

Como una espesa niebla nocturna, el odio recorre vorazmente los barrios de las clases medias urbanas tradicionales de Bolivia. Sus ojos rebalsan de ira. No gritan, escupen; no reclaman, imponen. Sus cánticos no son de esperanza ni de hermandad, son de desprecio y discriminación contra los indios. Se montan en sus motos, se suben a sus camionetas, se agrupan en sus fraternidades carnavaleras y universidades privadas y salen a la caza de indios alzados que se atrevieron a quitarles el poder.

En el caso de Santa Cruz organizan hordas motorizadas 4×4 con garrote en mano a escarmentar a los indios, a quienes llaman “collas”, que viven en los barrios marginales y en los mercados. Cantan consignas de que “hay que matar collas”, y si en el camino se les cruza alguna mujer de pollera la golpean, amenazan y conminan a irse de su territorio. En Cochabamba organizan convoyes para imponer su supremacía racial en la zona sur, donde viven las clases menesterosas, y cargan -como si fuera un destacamento de caballería- sobre miles de mujeres campesinas indefensas que marchan pidiendo paz. Llevan en la mano bates de béisbol, cadenas, granadas de gas; algunos exhiben armas de fuego. La mujer es su víctima preferida; agarran a una alcaldesa de una población campesina, la humillan, la arrastran por la calle, le pegan, la orinan cuando cae al suelo, le cortan el cabello, la amenazan con lincharla, y cuando se dan cuenta de que son filmadas deciden echarle pintura roja simbolizando lo que harán con su sangre.

En La Paz sospechan de sus empleadas y no hablan cuando ellas traen la comida a la mesa. En el fondo les temen, pero también las desprecian. Más tarde salen a las calles a gritar, insultan a Evo y, con él, a todos estos indios que osaron construir democracia intercultural con igualdad. Cuando son muchos, arrastran la Wiphala, la bandera indígena, la escupen, la pisan la cortan, la queman. Es una rabia visceral que se descarga sobre este símbolo de los indios al que quisieran extinguir de la tierra junto con todos los que se reconocen en él.

El odio racial es el lenguaje político de esta clase media tradicional. De nada sirven sus títulos académicos, viajes y fe porque, al final, todo se diluye ante el abolengo. En el fondo, la estirpe imaginada es más fuerte y parece adherida al lenguaje espontáneo de la piel que odia, de los gestos viscerales y de su moral corrompida.

Todo explotó el domingo 20, cuando Evo Morales ganó las elecciones con más de 10 puntos de distancia sobre el segundo, pero ya no con la inmensa ventaja de antes ni el 51% de los votos. Fue la señal que estaban esperando las fuerzas regresivas agazapadas: desde el timorato candidato opositor liberal, las fuerzas políticas ultraconservadoras, la OEA y la inefable clase media tradicional. Evo había ganado nuevamente pero ya no tenía el 60% del electorado; estaba más débil y había que ir sobre él. El perdedor no reconoció su derrota. La OEA habló de “elecciones limpias” pero de una victoria menguada y pidió segunda vuelta, aconsejando ir en contra de la Constitución, que establece que si un candidato tiene más del 40% de los votos y más de 10% de votos sobre el segundo es el candidato electo. Y la clase media se lanzó a la cacería de los indios. En la noche del lunes 21 se quemaron 5 de los 9 órganos electorales, incluidas papeletas de sufragio. La ciudad de Santa Cruz decretó un paro cívico que articuló a los habitantes de las zonas centrales de la ciudad, ramificándose el paro a las zonas residenciales de La Paz y Cochabamba. Y entonces se desató el terror.

Bandas paramilitares comenzaron a asediar instituciones, quemar sedes sindicales, a incendiar los domicilios de candidatos y líderes políticos del partido de gobierno. Hasta el propio domicilio privado del presidente fue saqueado; en otros lugares las familias, incluidos hijos, fueron secuestrados y amenazados de ser flagelados y quemados si su padre ministro o dirigente sindical no renunciaba a su cargo. Se había desatado una dilatada noche de cuchillos largos, y el fascismo asomaba las orejas.

Cuando las fuerzas populares movilizadas para resistir este golpe civil comenzaron a retomar el control territorial de las ciudades con la presencia de obreros, trabajadores mineros, campesinos, indígenas y pobladores urbanos -y el balance de la correlación de fuerzas se estaba inclinando hacia el lado de las fuerzas populares- vino el motín policial.

Los policías habían mostrado durante semanas una gran indolencia e ineptitud para proteger a la gente humilde cuando era golpeada y perseguida por bandas fascistoides. Pero a partir del viernes, con el desconocimiento del mando civil, muchos de ellos mostraron una extraordinaria habilidad para agredir, detener, torturar y matar a manifestantes populares. Claro, antes había que contener a los hijos de la clase media y, supuestamente, no tenían capacidad; sin embargo, ahora, que se trataba de reprimir a indios revoltosos, el despliegue, la prepotencia y la saña represiva fueron monumentales. Lo mismo sucedió con las Fuerzas Armadas. Durante toda nuestra gestión de gobierno nunca permitimos que salieran a reprimir las manifestaciones civiles, ni siquiera durante el primer golpe de Estado cívico del 2008. Y ahora, en plena convulsión y sin que nosotros les preguntáramos nada, plantearon que no tenían elementos antidisturbios, que apenas tenían 8 balas por integrante y que para que se hagan presentes en la calle de manera disuasiva se requería un decreto presidencial. No obstante, no dudaron en pedir/imponer al presidente Evo su renuncia rompiendo el orden constitucional. Hicieron lo posible para intentar secuestrarlo cuando se dirigía y estaba en el Chapare; y cuando se consumó el golpe salieron a las calles a disparar miles de balas, a militarizar las ciudades, asesinar a campesinos. Y todo ello sin ningún decreto presidencial. Para proteger al indio se requería decreto. Para reprimir y matar indios sólo bastaba obedecer lo que el odio racial y clasista ordenaba. Y en sólo 5 días ya hay más de 18 muertos, 120 heridos de bala. Por supuesto, todos ellos indígenas.

La pregunta que todos debemos responder es ¿cómo es que esta clase media tradicional pudo incubar tanto odio y resentimiento hacia el pueblo, llevándola a abrazar un fascismo racializado y centrado en el indio como enemigo? ¿Cómo hizo para irradiar sus frustraciones de clase a la policía y a las FF. AA. y ser la base social de esta fascistización, de esta regresión estatal y degeneración moral?

Ha sido el rechazo a la igualdad, es decir, el rechazo a los fundamentos mismos de una democracia sustancial.

Los últimos 14 años de gobierno de los movimientos sociales han tenido como principal característica el proceso de igualación social, la reducción abrupta de la extrema pobreza (de 38 al 15%), la ampliación de derechos para todos (acceso universal a la salud, a educación y a protección social), la indianización del Estado (más del 50% de los funcionarios de la administración pública tienen una identidad indígena, nueva narrativa nacional en torno al tronco indígena), la reducción de las desigualdades económicas (caída de 130 a 45 la diferencia de ingresos entre los más ricos y los más pobres); es decir, la sistemática democratización de la riqueza, del acceso a los bienes públicos, a las oportunidades y al poder estatal. La economía ha crecido de 9.000 millones de dólares a 42.000, ampliándose el mercado y el ahorro interno, lo que ha permitido a mucha gente tener su casa propia y mejorar su actividad laboral.

Pero esto dio lugar a que en una década el porcentaje de personas de la llamada “clase media”, medida en ingresos, haya pasado del 35% al 60%, la mayor parte proveniente de sectores populares, indígenas. Se trata de un proceso de democratización de los bienes sociales mediante la construcción de igualdad material pero que, inevitablemente, ha llevado a una rápida devaluación de los capitales económicos, educativos y políticos poseídos por las clases medias tradicionales. Si antes un apellido notable o el monopolio de los saberes legítimos o el conjunto de vínculos parentales propios de las clases medias tradicionales les permitía acceder a puestos en la administración pública, obtener créditos, licitaciones de obras o becas, hoy la cantidad de personas que pugnan por el mismo puesto u oportunidad no sólo se ha duplicado -reduciendo a la mitad las posibilidades de acceder a esos bienes- sino que, además, los “arribistas”, la nueva clase media de origen popular indígena, tiene un conjunto de nuevos capitales (idioma indígena, vínculos sindicales) de mayor valor y reconocimiento estatal para pugnar por los bienes públicos disponibles.

Se trata, por tanto, de un desplome de lo que era una característica de la sociedad colonial: la etnicidad como capital, es decir, del fundamento imaginado de la superioridad histórica de la clase media por sobre las clases subalternas porque aquí, en Bolivia, la clase social sólo es comprensible y se visibiliza bajo la forma de jerarquías raciales. El que los hijos de esta clase media hayan sido la fuerza de choque de la insurgencia reaccionaria es el grito violento de una nueva generación que ve cómo la herencia del apellido y la piel se desvanece ante la fuerza de la democratización de bienes. Así, aunque enarbolen banderas de la democracia entendida como voto, en realidad se han sublevado contra la democracia entendida como igualación y distribución de riquezas. Por eso el desborde de odio, el derroche de violencia; porque la supremacía racial es algo que no se racionaliza, se vive como impulso primario del cuerpo, como tatuaje de la historia colonial en la piel. De ahí que el fascismo no sólo sea la expresión de una revolución fallida sino, paradójicamente también en sociedades postcoloniales, el éxito de una democratización material alcanzada.

Por ello no sorprende que mientras los indios recogen los cuerpos de alrededor de una veintena de muertos asesinados a bala, sus victimarios materiales y morales narran que lo han hecho para salvaguardar la democracia. Pero en realidad saben que lo que han hecho es proteger el privilegio de casta y apellido.

El odio racial solo puede destruir; no es un horizonte, no es más que una primitiva venganza de una clase histórica y moralmente decadente que demuestra que, detrás de cada mediocre liberal, se agazapa un consumado golpista.

Fuente:  CELAG

 

 

Bolivia: la consumación simbólica del golpe.

Por J. Ángel Téllez Villalón

Cuando el presidente de Bolivia, el indígena aymara Evo Morales, y su vicepresidente, el fraternal intelectual Álvaro García Linera, renunciaron a sus respectivos cargos por “sugerencias” de las FF. AA. y declararon como un hecho la consumación del golpe de Estado, aún la flecha estaba en movimiento, aún faltaba su consumación simbólica. La entrada del empresario blanco Luis Fernando Camacho Vaca al Palacio Quemado, la quema de la bandera whipala (y los policías arrancándosela del uniforme), la sangrienta noche del Día D con sus listas negras y linchamientos, la quema de la valiosa biblioteca de Linera, la autoproclamación sin quorum legislativo de la “elegida por Dios”, Jeanine Añez, y la escena del clímax —esa cuando el general le coloca la banda presidencial a la rubia—, antes de salir al balcón con el facho Camacho (y sus guardaespaldas gringos).

Quedaban sin exponerse otros “golpes bajos”. No pocos filos y armas, las que matan y las que con-vencen. De la oligarquía boliviana y de las regionales. Que se autoproclamara en la OEA la postverdad y el impresentable Almagro calificara de “autogolpe de Evo” lo acontecido en Bolivia. Porque en el imaginario de esta élite continental la verdad no existe; lo que importa es la significación que se le da a las imágenes, las frases y los gestos. Por aquello de Foucault, de que “No hay hechos, hay interpretaciones”.

Quedaba por repetirse, en versión trágica, una farsa también importada. En su primer discurso como presidente Comité Cívico Pro Santa Cruz, “el Bolsonaro boliviano” reconoció al golpista venezolano Juan Guaidó. En correspondencia, el monigote de Voluntad Popular reconoció a la “Guaidó boliviana”. Y tras la consumación del golpe, comentó por Twitter: “Se siente en Venezuela un frescor de libertad, justicia y democracia desde Bolivia…”. “Un factor importante de ese proceso fue el rol de la Fuerza Armada, Policías y servidores públicos. Mi mensaje a funcionarios civiles y militares en nuestro país es que por encima de todo está Venezuela…”.

“En este momento tan dramático y crucial de nuestro país deben estar al lado del pueblo, no se dejen amedrentar por ambiciones desmedidas, el que gobierna pasa, el pueblo perdura y Dios castiga”, es parte de una carta que Camacho dirigió al Estado mayor de las FF. AA bolivianas, y que leyó el 30 de octubre, a los pies del Cristo Redentor de Santa Cruz. Un claro llamado al golpe militar en nombre de Dios y de la Patria. Pero, ¿de qué Patria, qué dios y qué pueblo?

El fundamentalista santacruceño gritó a inicios de la revuelta: “Tenemos que hacer, salvando las diferencias, y sacar la agenda como lo hacía Pablo Escobar, pero solo para anotar los nombres de los traicioneros de este pueblo, porque queremos que el día de mañana vayan presos, pero no por rencor y odio, sino por justicia”. El domingo, ya por consumarse el golpe, sentenció: “Hicimos historia. No bajemos la guardia, ya dimos la estocada, terminemos el trabajo, saquemos las elecciones, empecémosle juicio a los delincuentes del gobierno, metámoslos presos”.

Cuántas resonancias, con el libreto revanchista de otro caudillo “por la Gracia de Dios”, el fascista español Francisco Franco quien, el 9 de febrero de 1939, dos meses antes de la consumación del golpe contra la II República española, promulgó la Ley de Responsabilidades Políticas, “con la intención de liquidar las culpas políticas contraídas por quienes contribuyeron con actos u omisiones a forjar la subversión roja y entorpecer el triunfo providencial e históricamente ineludible del Movimiento Nacional”.

El domingo 10, aún faltaba por expresarse con toda su significación y sentidos la falacia neoliberal, la de que “el egoísmo lejos de perjudicar beneficia a la sociedad”. Distopia enunciada por Adam Smith en el tan recurrido y simplificado libro Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones. El cuentecito de que “Cada individuo está siempre esforzándose por encontrar la inversión más beneficiosa para cualquier capital que tenga” y que “la persecución de su propio interés lo conduce natural, o mejor dicho, necesariamente a preferir la inversión que resulte más beneficiosa para la sociedad”.

Que traducido a los códigos del neo(fascismo–liberal) boliviano, sería que la inversión de Camacho, gastando combustible de avión para llegarse hasta La Paz con la renuncia de Evo, pagándole 300 dólares a unos cuantos matones, capitalizando el viejo relato de la evangelización, discursando y actuando en beneficio de sus intereses y los de las empresas de su familia, exacerbando el racismo de los de Santa Cruz y representando a los blancos ricos de Bolivia, se conduce natural y necesariamente por el bien del país, y de la República.

Vale apuntar que el empresario José Luis Camacho Miserendino se hizo millonario gracias a las privatizaciones de un gobierno neoliberal. Su hijo ganó notoriedad racista al frente de la organización paramilitar Unión Juvenil Cruceñista y a base de sobornos millonarios ganó la presidencia del Comité Cívico Pro Santa Cruz. Con ambos capitales, el financiero y el simbólico, escaló hasta el estatus de máximo instigador del golpe contra Evo. En un tuit del 22 de octubre señaló: “El movimiento cívico a la cabeza de mi persona, logramos unir a las fuerzas políticas de oposición al MAS”. Autodeclarado “merito” con el que la familia aspira a capitalizar nuevas ganancias y a librarse de un enjuiciamiento por su implicación en los Panama Papers.

El golpe de Estado es un golpe a los nuevos sentidos que el proceso de cambio pretendió asentar. Diez años contra quinientos. Los cruzados que se asentaron en la media luna boliviana, y en las urbanizaciones exclusivas de la capital, tuvieron 500 años para asentar el sentido común, colonial y excluyente, que sobrevive hasta hoy. El indígena concentra todas las taras de un ser inferior: “holgazán, promiscuo, borracho”. Para más, la iglesia católica declaró públicamente que “no tenían alma”.

El 24 de mayo del año 2008, en la Bolivia que moría, los vecinos de la antigua ciudad de la Plata sacaron del baúl sus títulos de descendientes de españoles y se lanzaron a cazar indígenas. Al grito de “indios de mierda” llevaron a rastras hasta la plaza principal a unos 25 rehenes, a los que obligaron a marchar semidesnudos en medio de agresiones físicas y verbales, a arrodillarse y besar la tierra o la bandera de Sucre. También quemaron banderas whipala y ponchos. Como respuesta a lo ocurrido, el gobierno de Evo promulgó la Ley contra el racismo y Toda Forma de Discriminación.

Para Añez y Camacho, los indígenas y sus culturas nada importan. En abril del 2013, la que entró al Palacio de Gobierno a gritos de “la Biblia vuelve”, escribió en un tuit: “Sueño con una Bolivia libre de ritos satánicos indígenas, la ciudad no es para los indios, que se vayan al altiplano o al chaco!”. El magnate Camacho mandó a cazar indios masistas para “llevar a Dios de vuelta al Palacio Quemado”. Para hacer historia, la de antes del 2009, pagó a sus matones y mandó a quemar el edificio del Tribunal Electoral Departamental y a disparar con armas de fuego a manifestantes “oficialistas” en Santa Cruz. Para poner en su lugar a la mayoría indígena del país, a esos “revoltosos” que apoyan al presidente Evo Morales.

Accionar y discursos que informan de la restauración simbólica en curso. Mientras el fundamentalista cristiano se arrodillaba frente a la biblia extendida sobre la bandera tricolor, en los pasillos del Palacio Quemado, uno de sus secuaces profirió: “La Pachamama nunca volverá al Palacio. Bolivia es de Cristo”. Acto seguido se vieron en el balcón presidencial unos encapuchados arriar la bandera whipala, insignia milenaria de los pueblos originarios andinos que se adoptó como símbolo de la plurinacionalidad, de la unidad dentro de la diversidad.

La República —como el ser social determina la significación de las palabras—, se cotiza en nueva puja, con una connotación contraria y superior a la de Estado Plurinacional. Y la Constitución vigente importa menos que la Biblia, porque aquella la promovieron los hijos de la Pachamama, y ella, la autoproclamada, es la elegida por el Dios de los ricos, los de los diezmos más portentosos.

La Bolivia neoliberal de antes del 2009, se intenta sea, parezca, signifique, superior que la del indio de Cochabamba. Como la Modernidad significó civilidad europea y el “Progreso”, desde la Modernidad, significó “Desarrollismo”; como los derechos sociales, derecho a consumir, y los derechos civiles, derecho a votar por un blanco y un rico que sabe de política. Como la democracia se pretende signifique lo que no es, y sirve en sentido contrario al demo. Cual una brocha o una escoba, para limpiar de “sugerencias” de cañón y linchamientos fascistas al nuevo régimen instaurado, con la venia de Trump y de la OEA.

Precedentes hay, los conquistadores nos invadieron por una misión divina, para civilizarnos. Con la cruz y con la espada trajeron “la palabra de Dios” al nuevo mundo. Con el oro les pagamos el servicio. Y si en la cruzada, solo en Potosí enviaron al purgatorio a ocho millones de almas, fue por salvarnos. También la ya mencionada guerra cultural franquista.

Aunque el “neo-neoliberalismo” se ha reciclado discursivamente. Bañado de postmodernidad, digamos. Ya el político mejor es el mejor empresario. El buen macho con mujeres lindas, como Trump, Piñera y el Macho Camacho. Porque solo se valoran los resultados. Porque, ¡cuán distintas las indígenas y las mujeres de pollera a las modelos de la Play boy! Paradigma europeo con el que la rubia de turno se identifica.

Desde la subjetividad que se pretende dominante, es más pragmático, y evidente, el “ser ricos es el único modo de ser libres” que aquel sacrificio martiano de “Ser cultos para…”. Porque el sacrificio, ah, eso es cosa del pasado. O de indios, porque solo un presidente indígena llegaría al palacio de gobierno a las cinco de la mañana, o perdería su salvación sacando a 3 000 000 de personas “sin almas” del purgatorio neoliberal.

Con estos actos y comportamientos de los golpistas, al significarlos en su justa medida, se develan los intereses ideo-políticos de la oligarquía que los apoya. Se identifican más claramente, en la proyección simbólica de la lucha de clases, los cruzados del neo(fascismo-liberal) hispanoamericano. Toda vez que una de las máximas del liberalismo es el egoísmo, y del fascismo, la violencia hacia el “otro”, considerado inferior y prescindible.

Y como señaló José Martí en su siempre actualizable ensayo Nuestra América, la república muere “si no abre los brazos a todos y adelanta con todos”. El genio siempre estará en hermanar, en “desestancar al indio”, en “ajustar la libertad al cuerpo de los que se alzaron y vencieron por ella”. La América “ha de salvarse con sus indios”. Bolivia ha de salvarse con el MAS.

Fuente: La Jiribilla

 

 

Más de 68 mil cuentas falsas en twitter apoyan golpe de estado en Bolivia.

Por Rosa Miriam Elizalde

Más de 68 000 cuentas falsas recién creadas operaron en Twiter en la última semana para acompañar el golpe de Estado en Bolivia, de acuerdo con una investigación realizada por Julián Macías Tovar, responsable de redes sociales de Unidas Podemos, en España.

Cuando está en pleno desarrollo la violación masiva de la libertad de expresión, tras la censura a los medios bolivianos y la persecución de comunicadores nacionales y extranjeros, el estudio aporta evidencias contundentes sobre el despliegue de tácticas militares a gran escala para inundar de propaganda las redes digitales, que obedecen a una operación estratégica previa al golpe de Estado y que se encuentra en acción.

Aunque el uso de robots para amplificar mensajes viola las políticas de Twitter y ya otros investigadores han denunciado estas operaciones, como Luciano Galup, en el diario argentino Página 12, los sistemas antiSpam de la plataforma aún no se han dado por enterados.

Se trata de un volumen descomunal de cuentas emergentes, con puntos de origen similares, que no tienen un comportamiento orgánico. Las cuentas orgánicas en Twitter refieren a personas reales que se expresan de manera natural en la red, mientras estas cuentas falsas son generadas desde laboratorios y de manera programada con sistemas de inteligencia artificial.

De acuerdo con Julian Macías, la cuenta de Luis Fernando Camacho pasó en los últimos 15 días de 3000 a 130 000 seguidores, de los cuales más de 50 000 son perfiles recién creados en noviembre de 2019, de acuerdo con la investigación.

La autoproclamada presidenta Jeanine Añez pasó en las dos últimas semanas de 8 000 seguidores a casi 150 000 seguidores, de los cuales más de 40 000 son cuentas falsas recién creadas.

Estas cuentas tienen entre cero y un seguidor, y divulgaron noticias falsas (fake news) con apoyo logístico internacional. De acuerdo con Macías, al sumar el número de cuentas recién creadas que seguían a Camacho y Añez, aparece una comunidad de 68 000 perfiles registrados este mes en la plataforma.

La mayoría de estas cuentas fueron creadas antes del 10 de noviembre, día en que los militares exigieron la renuncia del presidente Evo Morales y se desencadenó el golpe de Estado con el inicio de una violenta represión en Bolivia, que ha cobrado la vida de más de 20 personas y otras 700 han resultado heridas.

El número de cuentas seguramente aumentará al seguir analizando las que hayan participado en los HT (hashtag o etiquetas) de ataque a Evo y en los RTs (retuits) a tuits virales que apoyaban el golpe de Estado, asegura Macías.

Otro dato curioso que advierte el investigador: una cuenta estadounidense que simula ser el perfil de Robert de Niro, con un video de un manifestante herido, “podría ser una producción simulada, ya que no se ve el origen, lo más curioso es el agradecimiento al Sr. de Niro por atacar a Evo Morales”.

A mi juicio, 68 000 cuentas en Twitter no se pueden crear de la noche al día sin la intervención de las agencias de los Estados Unidos y la complicidad de la plataforma de redes sociales. Cualquier acción coordinada que genere un tráfico masivo y abrupto desata las alarmas en las operadoras de telecomunicaciones, que pueden interpretar que se trata de un ciberataque.

Con hashtags como #EvoAsesino, #EvoDictador #EvoEsFraude o #NoHayGolpedeEstadoenBolivia, los mensajes de estas cuentas intoxicaron la conversación social con mensajes de “Evo Morales es un corrupto” y acusaciones de haberse “robado” las elecciones de octubre. También celebraron la asunción a la presidencia de Jeanine Áñez y declararon que el régimen de facto ha llevado, finalmente, “la democracia y libertad” al pueblo boliviano.

Tal operación de propaganda no solo ha ocurrido en Twitter. También hubo coordinación de las etiquetas de ataque en perfiles de otras redes sociales, mientras algunos contenidos de diarios derechistas se viralizaron durante estos días con apoyo automatizado.

En la historia de Twitter, fundado el 21 de marzo de 2006, es la primera vez que se produce un despliegue de tal volumen de perfiles falsos creados en tan poco tiempo. Twitter tiene mecanismos para detectar estas cuentas que realizan actividades sospechosas. De hecho, hay múltiples herramientas de medición, como Audience -utilizada por Julián Macías-, que permiten advertir cómo es que escalan.

¿Por qué Twitter no ha reaccionado en este caso y sigue procesando el contenido creado automáticamente, como si fueran “tuits orgánicos”, al igual que cualquier mensaje de un político o de un periodista renombrado?

Cuando estos mecanismos se desatan, no son solo los usuarios falsos los que propagan las noticias falsas. A estas campañas se van sumando internautas comunes, que no solo no saben que los otros son falsos, sino que no pueden prever los efectos de esta intoxicación masiva en las redes.

La plataforma del pulgar azul se especializa en suspender cuentas de un particular signo político, como ocurrió con el bloqueo de miles de perfiles chavistas recientemente, con el cierre temporal de la Cancillería de Venezuela hace seis días y con más de 200 cuentas cubanas.

En Cuba, todavía el perfil @Cubadebate, el sitio más popular de la Isla en Twitter con más de 300 000 seguidores, no ha sido restituido desde que fuera bloqueado el 11 de septiembre pasado, dos horas antes de una importante alocución del presidente Miguel Díaz-Canel al pueblo de Cuba, para anunciar medidas económicas excepcionales. Tampoco han devuelto otros perfiles institucionales y personales reales, entre ellos el de quien escribe esta nota, @elizalderosa, creado en 2009 y con más de 15 000 seguidores.

Coda final

Un amigo me hace llegar esta cita, cuando estaba poniendo el punto final a la nota. Aparece en el libro Propangada Computacional (2018), de los investigadores de la Universidad de Oxford, Samuel C. Woolley and Philip N. Howard, y es inmejorable para explicar este fenómeno, que no es nuevo:

“Las plataformas de redes sociales no solo hacen circular ideas políticas, sino que apoyan campañas de desinformación manipuladoras. Si bien algunas de estas campañas de desinformación se llevan a cabo directamente por individuos, la mayoría se realizan mediante software, comúnmente conocido como bots, programado para realizar tareas simples, repetitivas y robóticas. Algunos bots de redes sociales recopilan y distribuyen información legítima, mientras que otros se comunican y hostigan a las personas, manipulan algoritmos de tendencias e inundan los sistemas con spam. Las campañas formadas por bots, cuentas falsas y trolls pueden ser coordinadas por una persona, o un pequeño grupo de personas, para dar la ilusión de un consenso a gran escala. Regímenes políticos usan bots políticos para silenciar a los opositores y imponer mensajes oficiales del Estado, manipular el voto durante las elecciones y difamar a críticos, defensores de derechos humanos, grupos de la sociedad civil y periodistas.”

Adivinen quién es el país que tiene mayor poderío en el mundo para la propaganda computacional.

Fuente: culturayresistencia

 

 

 

¿Por qué la victoria del movimiento indígena no es total?

Por Marco Teruggi

Hay celebraciones en Ecuador. Comenzaron el domingo por la noche cuando el gobierno nacional y el movimiento indígena centralmente agrupado en la Coordinadora de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (CONAIE) anunciaron haber llegado a un acuerdo respecto al decreto 883, aquel que quitó los subsidios a la gasolina.

La reacción fue doble. Por un lado, las calles se llenaron de euforia luego de lo que fue considerado como una victoria tras 11 días de protestas enfrentadas a una fuerte represión. El escenario de batalla del centro de Quito fue entonces de aplausos, bocinas, camiones cargados de gente con banderas del Ecuador, taxistas, barrios populares.

Por otro lado, se abrió la pregunta acerca de qué se había logrado exactamente. Se había tratado de una derogación inmediata y efectiva, como anunció y celebró la CONAIE, o de una sustitución sin fecha determinada, como anunció en su cuenta de Twitter el presidente Lenín Moreno.

Parte de la respuesta fue aclarada por el comunicado de Naciones Unidas Ecuador, organismo mediador en el diálogo, quien afirmó que “se deja sin efecto el decreto 883” y “se procederá de manera inmediata a trabajar en la elaboración de un nuevo decreto que permita una política de subsidios, con un enfoque integral, que precautele que éstos no se destinen al beneficio de personas con mayores recursos y a los contrabandistas, con criterios de racionalización, focalización y sectorialización”.

La misma noche del domingo fue instalada la comisión para, informó la CONAIE, la “redacción del decreto que lo reemplaza -al 883- esto no termina hasta que el acuerdo no se concrete a cabalidad”.

De esta manera se logró una victoria parcial dentro del conjunto de medidas acordadas entre el gobierno y el Fondo Monetario Internacional, siendo el decreto 883 el de mayor impacto en la economía y en la batalla simbólica. El resultado final de esa parcialidad dependerá del nuevo decreto acordado.

Por fuera del espacio de diálogo estuvo también, hasta ahora, un acuerdo acerca de un procedimiento para investigar las actuaciones y abusos de las fuerzas de seguridad del Estado que costó al menos 7 muertos, 1152 detenidos y 1340 heridos.

¿Existía la posibilidad de lograr una victoria mayor? Esa pregunta reúne los principales interrogantes. Según quienes protagonizaron las jornadas, es decir la CONAIE, no lo había. Y las movilizaciones, si bien no fueron únicamente del movimiento indígena, recayeron principalmente en su capacidad de acción, tanto en Quito como en los bloqueos de carreteras en el país.

Otro escenario se profundizó en paralelo al debate sobre el decreto: la persecución a dirigentes de la Revolución Ciudadana, el espacio político del ex presidente Rafael Correa. Ese accionar había sido anunciado por Moreno al descargar la responsabilidad de los hechos de violencia acontecidos en las espaldas de Correa. La táctica del gobierno fue reconocer a los indígenas como interlocutores legítimos y criminalizar al correísmo.

El despliegue persecutorio comenzó durante los días de la movilización: la asambleísta Gabriela Rivadeneira debió refugiarse en la embajada de México y la ex alcaldesa Alexandra Arce fue detenida. En la madrugada del lunes fue detenida en su casa la prefecta de Pichincha, Paola Pabón, y en la mañana fue allanada la casa del ex asambleísta Virgilio Hernández.

Estos arrestos y persecuciones a través del poder judicial articulado a la condena mediática se sumaron a casos anteriores, como el del ex vicepresidente Jorge Glas, el del ex canciller Ricardo Patiño, refugiado en México, y el del mismo Correa.

De esta manera, Ecuador avanza sobre varios tiempos en simultáneo: el de la celebración de la victoria parcial de la CONAIE y la movilización popular que duró once días, el de la persecución al correísmo como parte del ataque político de Moreno a su adversario, y el del mismo gobierno que debió ceder sobre el decreto 883, pero que busca cómo no modificarlo sustancialmente.

Dentro de ese cuadro se destaca un elemento de mayor complejidad: las diferencias entre una parte de la dirección de la CONAIE y el correísmo, que llevan varios años, fueron resaltadas vía Twitter durante los días de protesta, y quedaron en primer plano durante el diálogo cuando el presidente del movimiento indígena Jaime Vargas arremetió contra la Revolución Ciudadana.

Ecuador, que amanece hoy en su primer día con descompresión de las movilizaciones, vive un escenario complejo. El gobierno de Moreno no se detendrá en su intento de neoliberalización de la economía que tiene en el FMI un punto de profundización, así como en su alineamiento con Estados Unidos como epicentro de su política exterior. ¿Cuáles serán los próximos pasos de la CONAIE? ¿Qué hará el correísmo ante la persecución política? Las piezas están en movimiento.

Fuente: Página 12

 

 

Ecuador: ¿Se revirtió el paquetazo?

Por Bruno Sgarzini

El 13 de octubre, domingo por la noche, el gobierno de Lenín Moreno aceptó derogar el Decreto 883 que eliminaba los subsidios a los combustibles en Ecuador. A cambio, la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (CONAIE), con la mediación de la ONU y la Conferencia Episcopal, se comprometió a colaborar en la redacción de un nuevo decreto que reformulase el aumento del precio de los combustibles con posibles medidas compensatorias.

El decreto formaba parte de un paquete de reformas, acordadas con el Fondo Monetario Internacional (FMI), a cambio de un crédito de más de 4 mil millones de dólares para “sanear las cuentas públicas”, según el gobierno ecuatoriano.

En este contexto, el acuerdo leído por Jean Arnault, representante de la ONU en la mesa, logró un efecto inmediato: que fuera considerado un triunfo por parte del movimiento que se mantenía en las calles en Ecuador, a la espera de que se conociese una decisión sobre el Decreto 883.

Sin embargo, ni bien terminada la reunión se filtraron videos desde adentro de la misma donde los dirigentes indígenas discutían con el Contralor de la República, Pablo Celi, la redacción del nuevo decreto.

Luego de la reunión, el analista político Kintto Lucas escribió: “El acuerdo con el gobierno es una derrota del movimiento indígena porque se acepta la propuesta inicial de Moreno después de 11 días de paros, muertos, presos y procesados”.

El paquetazo del FMI se origina, por otro lado, en la pérdida de ingresos del Estado, producto de la condonación de deuda a privados y liberación de los controles de capitales que llevaron a Moreno a pedir este crédito.

Esas medidas fueron tomadas por el Ministro de Economía, Richard Martínez, expresidente del Comité Empresarial de Ecuador que nuclea a los principales grupos económicos y financieros del país, responsables de la crisis bancaria del 2000 que derivó en la dolarización del país ordenada por el FMI, durante el gobierno de Jamil Mahuad.

Entre lo exigido por el FMI, además de la suba de los combustibles, se encuentra un recorte salarial de 20% a los empleados públicos, la flexibilización de las condiciones laborales y la apertura a una privatización del seguro social. Ninguna de esas medidas pretenden ser revertidas por el gobierno de Ecuador.

¿Cómo Lenín Moreno pretende usar el acuerdo para pasar a la contraofensiva?

Gracias al acuerdo con los indígenas, Moreno es el primer presidente desde 1992 que no es destituido por aplicar un paquetazo del FMI. Bajo esta lógica de retoma del control de la situación, su gobierno ordenó este lunes por la mañana levantar el toque de queda y estado de excepción. Mientras se prepara para enviar el resto del paquete de medidas a la Asamblea Nacional para que sean sancionadas.

En este contexto, el gobierno de Ecuador comenzó una persecución contra los dirigentes cercanos a Correa más visibles durante las protestas. El domingo, la primera en ser detenida fue la exalcaldesa de Durán, Alexandra Arce, bajo la acusación de financiar grupos violentos, y el lunes por la mañana le siguió la gobernadora de Pichincha, Paola Pabón, señalada de organizar cortes de rutas para desestabilizar al gobierno de Moreno.

En esta línea, se libró una orden de detención contra el exasambleísta Virgilio Hernández luego de que su casa fuese allanada por la Fiscalía de Ecuador, y la expresidenta de la Asamblea Nacional, Gabriela Rivadeneira, pidió asilo político en la embajada de México ante el peligro de ser detenida.

Según la tesis sostenida por el gobierno de Moreno, las protestas fueron armadas por el expresidente Rafael Correa, con el apoyo de Venezuela y Cuba, para derribar su presidencia. El mismo sábado 12, en redes sociales se registró una agresiva operación para imponer una matriz favorable al toque de queda y la persecución contra dirigentes del “correísmo”.

El domingo, el canal Telesur filtró, en esta línea, un audio del político, historiador y mandamás del Partido Socialista de Ecuador, Enrique Ayala Mora, en el que recomendaba a Lenín Moreno que negociara con el “movimiento indígena” con el fin de aislar al “correísmo” y culparlo de los hechos de violencia.

Un día antes, el sábado se registró una agresiva operación en las redes sociales en función de atribuirle a los seguidores de Correa los ataques a la Contraloría y medios privados, como el canal Teleamazonas y el diario El Comercio. Una de las tesis más posicionadas es que los ataques a la Contraloría se debieron a una intención de destruir pruebas de hechos de corrupción registrados durante la presidencia de Correa.

Esto con el afán de instalar que el “correísmo” aprovechó las protestas para evitar que se iniciara en estos días un juicio por corrupción contra el expresidente, que en caso de lograr una condena lo inhabilitaría para presentarse a un cargo político, de acuerdo a la legislación ecuatoriana sancionada luego del referéndum consultivo convocado por Moreno al inicio de su mandato

A todas luces, el gobierno de Lenín Moreno ha salvado su posición con un acuerdo que no revierte lo fundamental: el paquetazo del FMI.

Respaldado por la clase política de Guayaquil, centro empresarial del país, Moreno avanza en blindar el status quo vigente al cerrar el paso hacia sus opositores.

Así, su contraofensiva se basa en haber apagado la calle y deslindado al movimiento indígena del “correísmo” en pos de establecer a futuro una alternancia entre partidos políticos que respeten los acuerdos alcanzados con Estados Unidos, a costa de la persecución de las figuras cercanas al expresidente.

 

De esta forma, Moreno se convirte en una especie de Michel Temer a la espera de que surja un Bolsonaro, y Ecuador parece entrar en modo Brasil para evitar que surja un Lula.

Ante esto, existe el peligro de que la rebelión popular contra el FMI derive en una situación similar a lo que sucedió luego del Caracazo en Venezuela (1989): cuando el establishment cerró por nueve años una salida política a aquella crisis.

Es por demás previsible, además, que este ciclo de conflictividad social difícilmente baje, dado que los ajustes del FMI generan un círculo vicioso de constantes recortes sociales que alimentan este orden de cosas. Más allá de las maniobras de Lenín Moreno, palaciegas de última hora, por atornillar en Ecuador un régimen político alineado, completamente, con Estados Unidos.

Fuente:  Misión Verdad

 

 

Manuel Cabieses: “Ahora es el tiempo de que la voluntad del pueblo se convierta en política”

Por Paul Walder

Manuel Cabieses Donoso, director por varias décadas de la revista Punto Final, ha sido también uno de los críticos más directos y punzantes del modelo neoliberal. Desde las páginas de ese medio, un impreso quincenal que ha tenido la valentía de denunciar durante toda la transición las injusticias del capital sobre el pueblo chileno con el apoyo de toda la clase política, se anunció también la catástrofe. No fueron pocos los testimonios de decenas de líderes sociales y personas que preveían el colapso neoliberal. Una advertencia, un llamado que Manuel Cabieses levantó cada quince días de la emblemática revista.

En estos días, sus palabras son absolutamente necesarias para comprender el trance que vive Chile. En esta breve conversación podemos hallar ideas e interpretaciones sobre el estallido social, la insurrección popular, los escenarios posibles, los liderazgos y el rol de la izquierda en este proceso. Chile despertó y seguirá despierto.

Punto Final siempre se definió como una revista de izquierda. Pero durante toda la transición junto con exponer un pensamiento de izquierda como mirada partisana, también lo hizo de forma crítica contra los múltiples efectos del modelo neoliberal, aquellos que hoy puedes ver en pancartas y oír en asambleas ciudadanas como demandas. A diferencia de muchos observadores que hoy dicen estar sorprendidos con la insurrección popular, tú advertiste que el modelo ya no podía continuar más sin efectos catastróficos. ¿Por qué motivos crees que esto reventó hoy y durante el gobierno de Piñera? ¿Por qué no lo hizo antes, por ejemplo, durante Bachelet? ¿Es que la Concertación y Nueva Mayoría podían contener los extremos del neoliberalismo?

-“Punto Final advirtió, como otros analistas del fenómeno, que el neoliberalismo no solo es una forma extrema del capitalismo moderno. Es también un sistema integral de dominación social, cultural y política. Crea una elite oligárquica en todos los terrenos. No solo superexplota a los trabajadores, también oprime a las clases medias y a la intelectualidad. Corrompe todo lo que toca, en especial a los políticos, y acumula un poder tan enorme que no deja lugar al disenso. Llega un momento en que sus víctimas no tienen otra alternativa que la rebelión. Es lo que sucede en Chile.

La Concertación -y en especial la Nueva Mayoría- disponían de cierta capacidad de cooptación de las burocracias sindicales, gremiales y poblacionales. Esto les permitió postergar una crisis inevitable. El entusiasmo socialdemócrata de esos gobiernos alcanzó niveles grotescos, como, por ejemplo, cuando el diputado comunista Daniel Núñez dio por superado el neoliberalismo. Afirmó que Bachelet “pasará a la historia como la mandataria que lideró, superando el permanente boicot de la derecha, el proceso para dejar atrás el neoliberalismo y avanzar con reformas que han beneficiado directamente a miles de familias vulnerables y de sectores medios”. (1)

La indignación y rabia de un pueblo requieren un tiempo de maduración. Pero cuando la chispa incendia la pradera, en este caso la “evasión” en el Metro de los estudiantes secundarios, sucede lo que estamos viendo: una insurrección desarmada y pacífica, pero insurrección al fin y al cabo por cuanto pretender derribar el sistema”.

En las marchas leemos centenares de carteles escritos a mano con demandas de todo tipo, pero estas demandas tienen un elemento en común, que es la crítica al neoliberalismo. ¿Está también presente aquí un pensamiento de izquierda? ¿Está la izquierda presente en las marchas?

-“Sí, por supuesto…La Izquierda está presente en esta insurrección que recoge sus valores sobre justicia e igualdad .Pero también están presentes los objetivos de lucha femeninos, medioambientales, de sexo, contra el TPP, etc. La Izquierda chilena está desarticulada. Ha sufrido años de persecución, el derrumbe de los “socialismos reales”, etc. No está en condiciones de asumir la conducción del movimiento. Sin embargo sus distintas fracciones pueden contribuir a forjar una dirección unitaria que lleve al triunfo a este movimiento antioligárquico. En este movimiento se funden doctrinas: marxismo, anarquismo, cristianismo, etc. En esta fragua puede forjarse una Izquierda tan amplia, diversa y creativa como la misma insurrección”.

Hablamos de un movimiento, pero nadie se atreve hoy a calificarlo. ¿Qué ves tú en el movimiento? ¿Lo calificarías?

-“Es una insurrección, ni más ni menos que una insurrección, aunque no diga su nombre. Pone en riesgo toda la estructura institucional. Exige la renuncia de Piñera y una Asamblea Constituyente. Pretende cambiar el país de arriba abajo. Calificarla solo como “explosión social” después de más de 17 días de incesantes protestas callejeras y las manifestaciones más grandes de la historia del país, es quedarse muy corto en la apreciación. Chile está al borde del cambio histórico…a la medida de una insurrección“.

Están algunos sindicatos, la CUT, el Colegios de Profesores, los estudiantes y otros en la plataforma Unidad Social. Pero el movimiento es mucho más amplio. ¿Qué estrategia debe tener Unidad Social? ¿Debe conducir el movimiento? ¿Tiene la capacidad de hacerlo?

-“Es importante que exista la mesa de Unidad Social. Pero necesita llegar a ser una instancia real de unidad social, o sea incluir a los diferentes sectores sociales, ideológicos y culturales que desafían al modelo neoliberal. Sería engañoso que pretendiera aparecer ahora como la conducción del movimiento. Ni siquiera están aún todos los trabajadores. Una minoría de los asalariados están organizados en sindicatos (20,6%), y la CUT representa sólo una porción. Ahora, sin embargo, es el momento de unir a la mayoría de los trabajadores con los pobladores, jubilados, estudiantes, mujeres, pueblos originarios, profesionales, artistas, pequeños y medianos empresarios, etc. La estrategia de acumulación de fuerza es obvia: no cejar en la lucha y no caer en el oportunismo”.

Por décadas ha habido una enorme brecha entre la clase política y la población, incluso con las organizaciones sociales. En este momento, eso es indudablemente una enorme falencia. ¿Cómo ves la recomposición de esta relación en momento en que no hay ninguna figura que conduzca?

-“No creo que la tarea de hoy sea “recomponer” la relación del pueblo con la “clase política”. Eso ya quedó atrás y no por culpa de las organizaciones sociales. Ahora es el tiempo de una nueva política: que la voluntad del pueblo se convierta en política. Desde luego habrá que elegir representantes de la voluntad popular para deliberar en la Asamblea Constituyente y conformar la nueva institucionalidad. Pero serán -espero- representantes del pueblo sujetos a la revocación de sus mandatos si no cumplen sus compromisos.

En cuanto a la ausencia de liderazgos: van a surgir en el curso de este proceso. Serán nuevas caras de hombres y mujeres ajenos por completo a la corrupción de los políticos que nos han gobernado durante 30 años.”

El auge y el fortalecimiento del movimiento ciudadano avanza de forma paralela a la decadencia del gobierno, su nula capacidad de respuesta y al desprestigio y desconfianza ciudadana con la clase política más tradicional. ¿Qué salida política puedes observar? ¿Crees que el frente Amplio y el PC por si solos pueden abrir una salida política que canalice las demandas ciudadanas?

-“El camino que llevará a la democracia participativa pasa por la convocatoria a la Asamblea Constituyente. Una nueva Constitución permitirá echar abajo, pacífica y democráticamente, la carroña de institucionalidad que heredamos de la dictadura. La renuncia del presidente Piñera podría aliviar la tensión, evitar más derramamiento de sangre, atender las demandas sociales más urgentes y convocar la Constituyente en mejores condiciones de orden público.

No creo que el FA y el PC, juntos o separados, puedan canalizar las demandas ciudadanas. Es una tarea superior a sus fuerzas que, además, exige una conducta muy definida de antagonismo con el sistema. No veo en partidos del FA, esa disposición. Representan más bien una versión moderna de la política tradicional.”

¿Están las bases para una Asamblea Constituyente?

-“Sí están las bases políticas y sociales para el plebiscito que consulte al pueblo si quiere Asamblea Constituyente. No solo es una aspiración de una minoría (que se viene planteando desde hace más de 40 años). Ahora es la voz potente de un pueblo que la exige. Una necesidad democrática impostergable, el oxígeno que dará vida a una democracia participativa e igualitaria en derechos.”

Nota:

(1) El Mostrador, 1 de junio del 2017 (“PC califica como “contundente” la cuenta pública de Bachelet).

Fuente: Rebelión

 

 

 

Los pueblos decidirán el desenlace.

Por Ángel Guerra Cabrera

Una potente contraofensiva popular recorre nuestra América y más allá. En tierras latinocaribeñas podría decirse que comenzó por Haití en enero de este año, se reavivó la llama de la lucha en Honduras, que en octubre logró una importante demostración a escala nacional, mientras en Ecuador estallaba en octubre una sublevación indígena y popular contra un paquetazo del  Fondo Monetario Internacional(FMI), seguida a fines de ese mes de una gran rebelión con votos en Argentina,  en rechazo al gobierno de Mauricio Macri, sus políticas de hambre y desempleo neoliberales y al arrasamiento de la economía y las condiciones sociales de vidapor los condicionamientos, igualmente, de un préstamo del FMI.Casi a la par que en Ecuador, en Chile se producía unainsurrección antineoliberalpacíficaque ha crecido impetuosamente,al abarcar desde sectores muy desfavorecidos a clase media alta y extenderse sin pausa a todo el territorio nacional hasta la actualidad, cuando continúa desafiando diariamente en las calles una ola represiva Piñerapinochetista.

No podía haber otro momento mejor para la celebración en La Habana del 1 al 3 de noviembre del Encuentro Antimperialista de Solidaridad en Defensa de la Democracia y contra el Neoliberalismo al que asistieron 1332 delegados de 789 organizaciones sociales y populares, de solidaridad, de articulaciones regionales y globales, de partidos políticos e intelectuales, de 86 países. Dicha reunión, contó con una activa y relevante participación de jóvenes de ambos sexos y mujeres, con una composición de personas informadas, formadas y dispuestas para la lucha. Tras tres intensísimos días de trabajo en paneles y comisiones, este formidable colectivo produjo una Declaración Final en la que puede leerse este diagnóstico y reflexión:

Llegamos desde todos los rincones del mundo, con una larga historia de ejercicio de la solidaridad frente a la agresividad imperialista contra la Revolución Cubana, comprometidos con todas las causas justas y como parte de los esfuerzos de unidad en la acción y de las articulaciones de lucha, para reunirnos en La Habana en el Encuentro Antimperialista de Solidaridad, por la Democracia y contra el Neoliberalismo, del 1 al 3 de noviembre de 2019.

Vivimos un nuevo momento en la historia. Los pueblos en las urnas, en las calles y en las redes sociales demuestran con su voto y sus protestas, el agotamiento de la ofensiva imperial conservadora y restauradora neoliberal de la derecha oligárquica, en alianza con el fundamentalismo religioso, el poder mediático, el capital y las empresas trasnacionales que, de la mano del imperialismo norteamericano, en su naturaleza depredadora, excluye a amplios sectores de la población, destruye el trabajo digno, la vida en armonía con la naturaleza y pone en peligro a la especie humana.

Los pueblos están demostrando que es posible derrotar la ofensiva imperial, que en sus propósitos acude a la criminalización de la protesta social, el confinamiento y desplazamiento de poblaciones, el asesinato de líderes sociales y políticos, el feminicidio, la persecución a líderes de gobiernos progresistas y a la judicialización de la política.

Se abren tiempos de esperanza. La unidad es vital y constituye un deber; la movilización, un grito de orden; la organización popular, una tarea inminente; y la integración, una estrategia que nos llevará a la victoria.

La reunión de La Habana tuvo como ejes del debate en comisiones:  la solidaridad con Cuba y otras causas justas, el libre comercio y las trasnacionales, descolonización y guerra cultural, comunicación y lucha social, juventudes, estrategias y continuidad en las luchas; democracia, soberanía y antimperialismo, integración, identidades y luchas comunes.

Presidido por Raúl Castro, líder del Partido Comunista de Cuba, el Encuentro fue concluido con emotivas y sustanciosas intervenciones del presidente de Venezuela Nicolas Maduro, y de Cuba, Miguel Díaz Canel.

Maduro se refirió al importante papel de Fidel Castro como pionero en la lucha de ideas contra el neoliberalismo cuando se anunciaba el fin de la historia y cundía el pesimismo, primero al convocar en Cuba numerosas reuniones de organizaciones sindicales, populares, de intelectuales, académicos y partidos políticos para debatir sobre la deuda externa y luego al hacer lo mismo cuando Estados Unidos pugnaba por imponer el Acuerdo de Libre Comercio para las Américas(ALCA). Fidel, dijo, contribuyó a crear conciencia sobre estos temas y preparó el camino para la entrada en la escena política regional de Hugo Chávez. Fidel, desde Cuba, ayudó a levantar al mundo contra el neoliberalismo, remarcó.

El mandatario venezolano también se refirió a las felicitaciones que envió Evo Morales al encuentro, a Raúl y a Díaz Canel: “El indio Evo va a triunfar y a resistir a esta amenaza fascista”, dijo vía telefónica el mandatario boliviano alvenezolano en relación con el intento de golpe de Estado de Estados Unidos y la oligarquía minutos antes de iniciar la sesión de clausura del Encuentro.

Fueron demandas constantes y muy sentidas del evento la libertad de Luis Ignacio Lula da Silva y el apoyo la independencia de Puerto Rico. También tuvo muy claros pronunciamientos en solidaridad con el derecho a la libre determinación de los pueblos de Palestina y la República Árabe Saharahuí Democrática

Díaz-Canel expresó: “Acabamos de regresar de un largo e intenso viaje por países europeos, que incluyó la visita a Azerbaiyán para asistir a la XVIII Cumbre del Movimiento de Países No Alineados. Esta organización que se había debilitado al término de la Guerra Fría, ha vuelto a retomar el espíritu de Bandung. Los moviliza el curso dramático de los acontecimientos y la crisis del multilateralismo que hoy está poniendo en riesgo el sistema de Naciones Unidas”.Añadió  que a nivel global se advierte gran preocupación por los retrocesos en temas como la paz, autodeterminación y soberanía de las naciones, el enfrentamiento al cambio climático, los derechos humanos, la justicia social y la equidad económica.

 

Seguidamente se refirió a la situación en nuestra región. “En nuestra área geográfica en particular, la preocupación no es menor. América Latina y el Caribe sufren el retorno de la Doctrina Monroe y las peores prácticas del macartismo. Sobre los postulados de ambas políticas imperialistas descansa la secuencia descontrolada de acciones injerencistas que la administración estadounidense ha desatado desde su llegada al poder.

“Trump y su corte de viejos halcones arremeten contra la Revolución cubana, la Revolución Bolivariana, el Foro de Sao Paulo, el sandinismo, los liderazgos políticos de izquierda brasileña, boliviana, argentina y movimientos sociales, populares, progresistas de toda la región”.

Al abordar el uso que el imperialismo hace de la mentira y la insistencia de Fidel a defender la verdad como la mejor política revolucionaria, manifestó:

“Fidel dijo muchas veces que la mentira era el principal adversario a derrotar en política y que decir la verdad es el primer deber de todo revolucionario. He ahí una de nuestras misiones fundamentales como políticos revolucionarios.

Recordó cómo atacaron a Irak y a Libia con mentiras y las sumieron en la inestabilidad.

“Con mentiras han convertido a Siria en polígono de pruebas de armamentos y en teatro de operaciones de los terroristas, a los que han financiado bajo falsas banderas de democracia y libertad. Con mentiras colosales y ridículas, acusan a Cuba, Venezuela y el Foro de Sao Paulo, de promover los levantamientos populares en cualquier esquina del planeta mientras se tapan los ojos, los oídos y la boca, para no ver, no oír, no reconocer, lo que están gritando los pueblos en las calles: el neoliberalismo es un fracaso económico y un desastre social”.

Fuente: TeleSur