EDITORIAL

Cuba: La vieja Europa se preocupa.

Una vez más la vieja Europa se subordina a los gobiernos estadounidenses.

Los herederos de Hitler, Mussolini, Franco y Salazar, los llamados partidos populares europeos y sus aliados derechistas, conservadores y liberales (que de tales no tienen nada), amenazan a Cuba con retroceder a 1996 en que uno de los más fieles lacayos del imperialismo norteamericano, el expresidente español José María Aznar, prácticamente impuso a Europa la llamada Posición Común sobre Cuba, destinada a acrecentar el bloqueo estadounidense contra la Isla, que en esos momentos fortalecían con la adopción de la ley Helms-Burton, para intentar estrangular a la Revolución Cubana y, en venganza, retornar al país a su pasado neocolonial.

Veinte años después de tomar el camino de la posición común, la Vieja Europa (aunque con mucho maquillaje sigue siendo la misma) hizo caso a las señales enviadas desde Washington por el entonces inquilino de la Casa Blanca, Barack Obama, que después de reconocer que más de 55 años de agresiones no habían doblegado al pueblo cubano, inició una política de deshielo para intentar lograrlo a través del reblandecimiento ideológico (Ver  Obama: de La Habana a Buenos Aires. De Nuestra América. No. 77/  2016-04-01).

Así, con muy poca o ninguna originalidad, la Unión Europea (UE) urgentemente lo imitó e inició conversaciones con el gobierno cubano  para revocar la política por ella impuesta, sólo que entre conversaciones con Cuba y conciliábulos internos se le pasó la hora y no fue hasta mediados del pasado año 2017 que entró en vigor el Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación (ADPC), sustituto de la Posición Común.

Digo que se le pasó la hora a la UE porque ya para esa fecha Donald Trump tenía colocadas sus posaderas en el trono del Despacho Oval y lo que es algo peor, cuestionado hasta por sectores de su propio partido, para mantenerse en el cargo dependía de la mafia cubano-americana, comandada por el senador Marcos Rubio.

Sucede que ahora son diferentes las señas que provienen de Washington y los herederos del fascismo, la ultraderecha, la derecha (como se le quiera llamar) intentan retomar la iniciativa anticubana y desplazar a la socialdemocracia, mal llamada izquierda -pues, a la hora de reparticiones y prebendas sólo sirve para tomar asiento a la izquierda de la ultraderecha- y  encabezar las nuevas cruzadas europeas contra los movimientos progresistas en el mundo y muy especialmente en América Latina.

Para estar a tono con la era Trump y con ello retornar a la de Aznar, los partidos populares  y su retama de aliados presentaron ante el Parlamento Europeo una Resolución sobre los derechos humanos en Cuba, que fue aprobada el pasado día 15 por 325 votos a favor, 240 en contra y 44 abstenciones. Ese fue el resultado de la lucha de cavernícolas contra socialdemócratas y sectores progresistas de la Eurocámara.

Antes de referirnos a la resolución en sí, resulta imprescindible señalar que básicamente estamos en presencia de una lucha de los ultraderechistas europeos subordinados de Trump contra sectores socialdemócratas, más realistas, más comprometidos con los intereses de ese Continente en Latinoamérica (muy especialmente los de España y Portugal) y menos con el garrote al mejor estilo Monroe que blande la administración estadounidense.

No resulta para nada casual que esa resolución fuese aprobada días antes de que el actual presidente del gobierno español, el socialdemócrata Pedro Sánchez, viajara a Cuba, tras 32 años sin que la Isla fuese visitada por ningún jefe de Estado español. Por cierto, el último en hacerlo fue Felipe González, uno de los miméticos líderes de esa “izquierda” sentada a la siniestra de la ultraderecha.

Tampoco resulta nada casual que la ultraderecha peninsular y especialmente el gobierno Trump se sientan preocupados porque, aunque contrario al gobierno venezolano, Sánchez los defraudó al pedir un diálogo “…entre venezolanos, para encontrar una solución a esta crisis política, y la comunidad internacional debe acompañar ese dialogo y dentro de ese comunidad internacional España estará de forma activa”, y enfatizar que España “…no aspira a ser un país con una vocación de injerencia en la política latinoamericana, sino “solo de apoyo“.

La política del Partido Popular español hacia la Revolución Bolivariana siempre fue no sólo totalmente reaccionaria sino también contrarrevolucionaria; Sánchez, por su parte,  tiene otros compromisos en política exterior y sabe que una línea antivenezolana puede perjudicar, más que beneficiar, a su gobierno. Otro tanto le sucede con Cuba; en La Habana fue enfático al declarar que: “… los obstáculos que encontremos en el camino no van a impedir ni ralentizar el aumento en los vínculos comerciales y económicos entre ambos países. España seguirá impulsando las inversiones en Cuba”. “España no va a escatimar esfuerzos para que su presencia en Cuba brille a la altura de la amistad y el respeto que España tiene por el pueblo cubano”.

Lo que años atrás hizo el presidente estadounidense Barack Obama para reconocer el fracaso de las administraciones que le antecedieron, al restablecer relaciones con Cuba y posteriormente visitar La Habana, ahora lo hace Pedro Sánchez y con ello reconoce que las políticas del Partido Popular español hacia Cuba fueron erradas.

 

Resulta obvio que la política del mandatario Pedro Sánchez hacia Venezuela y Cuba es contraria a la línea agresiva que la administración Trump impulsa hacia esos países. Tal estorbo a las pretensiones imperiales pretende ser eliminado por sus tradicionales y fieles aliados europeos.

 

Pero retornando a la anticubana resolución de la Eurocámara,  en ella se condena “enérgicamente” la situación de los derechos humanos en Cuba y se expresa “gran preocupación” por el nuevo proyecto de Constitución que será sometido a referéndum a principios del próximo año, a la vez que se amenaza con la suspensión del Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación, suscrito como ya dijimos el pasado año, e implícitamente retomar la Posición Común.

 

Populares, derechistas, conservadores y liberales (a todos los englobo en el concepto de fascistas de nuevo tipo) no tienen el menor pudor al hablar de soga en casa del ahorcado. Intentan enjuiciar a un país donde es política oficial la promoción y el ejercicio de los derechos humanos, sin distingos, para toda la población, cuando en suelo europeo la discriminación, la xenofobia, la represión forman parte del panorama diario de la mayoría de esas sociedades; para ellos no existen los inmigrantes que mueren en ese enorme cementerio que es hoy el Mediterráneo o los que son deportados después de conseguir llegar a tierras en las que sueñan trabajar para aliviar sus penurias; tampoco para ellos existen  los jóvenes golpeados en las manifestaciones, los presos independentistas, los desalojados de sus casas por los banqueros,  los desocupados, los que duermen en las calles, los…

 

Si populares, derechistas, conservadores y liberales quieren desconocer la existencia de problemas de derechos humanos en la casa europea, donde habitan, más fuertemente cierran los ojos, tapan sus oídos y clausuran sus bocas ante la existencia de decenas de miles de muertos y desaparecidos en México, Colombia, Centroamérica (el entorno geográfico de Cuba), por sólo citar las más terribles violaciones de los derechos humanos que día a día acontecen en este lado del mundo denominado Cuenca del Caribe y que por excepción, el pueblo cubano no sufre.

Nada de ello es condenado “enérgicamente”, ni expresan su “gran preocupación”. Para ellos, Cuba, Venezuela, Nicaragua -los insumisos- son los que deben ser condenados. En algo tienen razón y es que los ejemplos que esos países emanan son muy peligrosos para ellos.

Es lógico también que se sientan grandemente preocupados estos eurodiputados. Con la ayuda, entre otros, del Partido Popular español, el imperialismo puso a Venezuela casi al borde de una guerra civil, el pasado año, y el gobierno de ese país convocó a elecciones para una Asamblea Constituyente, que tuvo como protagonista del poder originario, el pueblo, y no los partidos políticos (Ver En la Venezuela de hoy se decide el futuro de Nuestra América.  I  y II partes. De Nuestra América. Números  80/ 2017-07-15 y  81/ 2017-08-25).

Ahora, en Cuba, también tienen un por qué para sentirse preocupados. El nuevo proyecto de Constitución de la República ya fue discutido en asambleas populares por millones de cubanas y cubanos, a fin de enriquecerlo y será sometido a un referéndum el próximo mes de febrero.

No conozco que en la vieja Europa haya existido un proceso de discusión donde la población pase a ser constituyentista y con ello deje de ser sujeto pasivo en manos de partidos y grupos políticos que designan, más que eligen, a sus representantes.

Sin dudas, para una mayoría de los diputados de esa Eurocámara resulta un peligro que el gobierno de una pequeña Isla, donde no existen desaparecidos ni torturados, llame a todo su pueblo a participar y opinar sobre la ley fundamental que debe regirlo y que posteriormente, tras tener en cuenta todas las opiniones, la someta a referéndum.

Lo que realmente condena y preocupa a esa apoltronada derecha europea, es el ejemplo de la pequeña, pero a su vez enorme Isla que no negocia principios, que se niega a renunciar al carácter socialista de su Revolución –así lo ratifica en su futura Carta Magna- y que intenta avanzar por los caminos de una nueva democracia.

La democracia ateniense, por citar la más antigua y en la que se dice que participaba alrededor del diez por ciento de la población,  estaba vedada para esclavos, campesinos, mujeres… Hoy, la democracia en la vieja Europa también es inexistente para las mayorías, aunque los actuales  eupátridas hayan hecho creer a muchos de  sus ciudadanos que viven en sociedades democráticas.

¿Alguien duda que las grandes corporaciones deciden hoy el futuro de toda la humanidad? ¿Todos los seres humanos somos libres e iguales?

Dicen algunos escritores que Espartaco dio inicio a la rebelión cuando señaló a su alrededor y preguntó a los esclavos que le acompañaban si algo de lo que veían no había sido construido por ellos; cuando éstos le respondieron que todo lo habían construido, inquirió si eran propietarios de algo de lo que veían. Como quiera que la respuesta fue unánime y negativa dijo: entonces sólo podemos perder las cadenas.

Casi transcurridos dos milenios, el genial Carlos Marx retomó esa idea y despertó multitudes, pero el gran capital ha sabido aprender y construir con materiales casi invisibles los eslabones de las cadenas; ahora son más fuertes y antidemocráticas.

Cuba tiene derecho a construir un nuevo tipo de democracia. A populares, derechistas, conservadores y liberales, entre otras especies, el gobierno de Donald Trump les ha dado la misión de intentar retomar etapas de las que Cuba ya salió victoriosa.

Aunque sabemos que resultan inútiles los concejos, pues reciben órdenes precisas, valdría la pena pedirles que piensen que más temprano que tarde les llegaran otras órdenes que pueden contradecir las que hoy reciben. Sesenta años han demostrado que si Cuba no se ha dejado intimidar por su poderoso vecino, las “grandes preocupaciones” y las “enérgicas condenas” de sus siervos para nada le preocupan.

Otro consejo. Más que preocuparse, la vieja Europa debe ocuparse de las oleadas de inmigrantes que llegan a sus costas en busca de una migaja de las riquezas que durante siglos les han esquilmado; de no seguir participando o apoyando guerras, a través de la OTAN….; y ya que aman tanto al sistema capitalista, deben también ocuparse y preocuparse por los intereses económicos de su Continente, pues algunos de sus importantes bancos han sido multados por el Departamento del Tesoro estadounidense por hacer transacciones económicas con Cuba; el caso más reciente fue la multimillonaria multa que tendrá que pagar el tercer banco en importancia de Francia, Société Générale S. A.

Eddy E. Jiménez

TITULARES

-Bolsonaro, entusiasta satélite de E.U.  Por Ángel Guerra

-América Latina: La guerra que se nos hace. Por Raúl Antonio Capote

-Gobiernos posprogresistas: la degradación de la prensa y la justicia. Por Atilio Borón

-Cuatro anotaciones urgentes sobre las caravanas de migrantes.

-¿Quién está detrás de la caravana de hondureños que se dirige a Estados Unidos? Por Matías Caciaube y Paula Giménez*

 

 

Bolsonaro, entusiasta satélite de E.U.

Por Ángel Guerra

El presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, está ofreciendo sus servicios a Estados Unidos para agredir a Cuba, a Venezuela y a todo lo que huela a progresista en nuestra América. Las calumniosas y sistemáticas declaraciones contra la presencia de los médicos cubanos en ese país, programa al que se opuso vehementemente desde que fue propuesto por la depuesta presidenta Dilma Rousseff, responden a esa condición servil y rabiosamente reaccionaria, decidida a convertir al gigante suramericano en un belicoso peón de la política imperialista de Estados Unidos en la región.

De allí el intento bolsonarista de lograr un acuerdo bilateral con la potencia del norte para congelar bienes y fondos de Cuba y Venezuela, una jugada muy a tono con el interés del gobierno de Trump en redoblar la asfixia económica a ambos pueblos y de crear condiciones sicológicas para algún tipo de agresión militar contra la patria de Bolívar. Muy señaladamente del ultraderechista John Bolton, consejero de seguridad nacional de la Casa Blanca, con quien Bolsonaro se reúne hoy en Río. Tres días antes, para concretar esa agenda anticubana y antivenezolana con los departamentos de Estado, del Tesoro y el Consejo de Seguridad Nacional despachó a Washington como su enviado a su hijo y diputado Eduardo Bolsonaro, reportó el diario O Globo. Es sabido que el presidente electo es un gran admirador de Trump, a quien considera como una “salvación para Occidente frente al marxismo cultural del globalismo”. El inquilino de la Casa Blanca felicitó al ex capitán por teléfono el mismo día de su elección y acordó trabajar “estrechamente” con él “en materia comercial, militar y todo lo demás”.

Pero existen señales anteriores del interés del carioca en una relación “carnal” con Estados Unidos. Bolsonaro se reunió dos veces durante su campaña electoral con el senador estadounidense Marco Rubio, activo enemigo de Cuba, Venezuela y Nicaragua, países cuya desestabilización Trump le ha encargado. Como él, Rubio es decidido partidario del sionismo y del premier Benjamín Netanyahu. La última de las reuniones tuvo lugar en la casa del senador en Miami donde almorzaron y conversaron por cuatro horas. No fue reportada en aquel momento pero se filtró a los medios brasileños y nadie la ha desmentido. Trascendió que hablaron de Venezuela, del apoyo a Israel y de armas de fuego. Rubio ha recibido millonarias donaciones de la Asociación Nacional del Rifle (ANR) y Bolsonaro es partidario de la venta libre de armas, por lo que es lógico sospechar que su campaña recibiera financiamiento de la ANR. Pero cómo imaginar ese extenso convivio sin tratar el tema de Cuba y de sus médicos en Brasil. Y es que si Rubio no quiere médicos cubanos en ningún país, tampoco la presencia de ellos en Brasil es compatible con la agenda ultraderechista de su invitado.

Bolsonaro, con su pretensión de imponer condiciones inaceptables a la presencia de los médicos cubanos, ajenas a los términos del convenio firmado entre los gobiernos de Cuba, Brasil y la Organización Panamericana de la Salud que normaban sus servicios, no le dejó a La Habana otra opción que retirar a sus médicos. En ningún momento su equipo se dirigió a las autoridades cubanas. Cuba no acostumbra evacuar sus colaboradores de ningún país por diferencias políticas. Ni siquiera de Honduras después del golpe al presidente Zelaya pues los golpistas se mostraron respetuosos de los doctores y la concepción fidelista es que estos prestan su servicio a los pueblos, no a los gobiernos. Es el presidente entrante quien no quería en Brasil a los cubanos. Una actitud cruel, pues los isleños prestaban servicio casi exclusivamente en sitios a donde ningún brasileño ni extranjero había querido acudir cuando el gobierno de Dilma convocó al programa Más Médicos. Alcanzaron a brindar el 90 por ciento de las consultas ofrecidas en territorios indígenas y se encontraban en muchos lugares inhóspitos a horas o días de la ciudad más cercana.  La actitud de los cubanos era inobjetable, tanto por su competencia profesional -que Bolsonaro puso en duda- como por su disponibilidad a toda hora y su humanismo y solidaridad con los pacientes. Los colaboradores se sometieron a examen antes de llegar a Brasil y eran evaluados periódicamente por el ministerio de salud.  Encuestas arrojaban un 95 por ciento de aceptación a su presencia. La Federación de Alcaldes y 9 gobernadores alertaron en cartas a Bolsonaro que no había con quién sustituirlos.

Casi veinte mil profesionales isleños realizaron más de 100 millones de consultas en el país suramericano. Los pobladores de cerca de 700 municipios vieron un médico por primera vez a su llegada. Modificaron favorablemente los indicadores de salud de ese país y demostraron que sí es posible impulsar la cooperación internacional sur-sur. En este caso con la guía de la Organización Panamericana de la Salud.

Fuente: TeleSur

 

América Latina: La guerra que se nos hace.

Por Raúl Antonio Capote

 

El 8 de noviembre pasado videos que circularon en las redes sociales mostraban a un grupo de personas retirando de su pedestal la estatua de Ernesto Che Guevara, ubicada en la ciudad de Paraíba do Sul (Brasil). El acto provocó estupor e indignación en millones de personas en el mundo.

 

El hecho, acaecido en septiembre del 2017, salía de nuevo a la luz en el contexto de la subida al poder del fascista Jair Bolsonaro. No es la primera vez que la derecha fascista intenta hacer desaparecer a quien es símbolo de lo mejor del ser humano, el más cabal de los revolucionarios. Intentaron asesinarlo, desaparecerlo, deconstruir su historia, pero el Che, pertinaz como siempre, se niega a ser borrado y para horror de sus asesinos, vive hoy más que nunca.

 

En Rosario, Argentina, la derecha recogió firmas en agosto del 2017 para retirar la estatua del Che; en octubre del 2007 destruyeron su monumento en Mérida, Venezuela, y opositores con un artefacto explosivo rudimentario volaron su busto el 22 de junio del 2018 en Caracas, Venezuela.

 

El mercenario opositor venezolano Leopoldo López ayudó a destruir la estatua del Comandante en Jefe, Fidel Castro, en El Amparo, Apure; su fotografía

vandalizando el monumento recorrió el mundo.

 

En enero del 2016 la Asamblea Nacional de Venezuela, dominada por la derecha, «para recuperar la institucionalidad del país» –no es una justificación

del acto, la frase encierra todo un concepto–, mandó a retirar del hemiciclo los cuadros del Libertador Simón Bolívar y del líder de la Revolución Bolivariana Hugo Chávez Frías.

 

Cabe recordar que, durante el golpe de Estado del 2002, la oposición venezolana retiró el cuadro de Simón Bolívar de la Asamblea Nacional y anunció, además, que retiraría el nombre de la República Bolivariana de Venezuela.

 

Durante su visita a La Habana en el año 2014, el entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en un simulacro de ruptura del protocolo, se separó de la fila de la ceremonia oficial y se colocó con la imagen del Che a sus espaldas, en la Plaza de la Revolución. El cálculo de los que diseñaron la actuación del Presidente, perseguía escamotear el símbolo o al menos dotarlo de un nuevo contenido: según sus deducciones de «ahora en lo adelante» cuando los cubanos y visitantes pasaran por el lugar y contemplaran la imagen del Guerrillero Heroico, recordarían al Presidente estadounidense como símbolo de una

«nueva era» en las relaciones Cuba-USA.

 

Los actos contra los símbolos del socialismo en América Latina y contra todo lo que recuerde el actuar de los gobiernos progresistas en la región han aumentado en los últimos meses, así como los ataques y amenazas contra las personas, contra los líderes sociales y políticos. El fascismo toma vuelo y crece sobre las espaldas de la crisis de los partidos tradicionales, los errores de la izquierda y la feroz campaña contrarrevolucionaria de los medios de comunicación, verdaderos partidos de la derecha al servicio de la oligarquía latinoamericana y el gobierno de Estados Unidos.

 

Mientras, se rinde homenaje a los dictadores y a los militares que torturaron y asesinaron a cientos de miles de latinoamericanos, durante las dictaduras

que ensangrentaron la región.

 

El insólito homenaje a los dictadores argentinos en la Casa Rosada, en el antiguo Museo del Bicentenario, donde se muestran efectos personales de los golpistas, es una muestra de lo que ocurre. Según el presidente Mauricio Macri al reinaugurar el Museo de la Casa Rosada en junio del 2016, esa es una forma de «respetar la diversidad» y «deskirchnerizar» el museo.

 

Leopoldo Fortunato Galtieri (1981-1982), junto a los expresidentes de facto Jorge Rafael Videla (1976-1981) y Roberto Viola (1981-1981), aparecen

sonrientes en sus fotografías.

 

La diputada chilena de Renovación Nacional, Camila Flores, le rindió un homenaje al fallecido dictador Augusto Pinochet en entrevista con Cadena Nacional de Vía x en agosto del 2018: «Creo que Pinochet fue absolutamente necesario… La situación que estábamos viviendo en Chile muchas familias, incluida la mía en la Unidad Popular, fueron muy duros[1]», declaró la diputada provocando la protesta de cientos de víctimas de la dictadura.

 

«Estoy a favor de la tortura y lo sabes. Y el pueblo también es favorable». La frase pertenece a Jair Bolsonaro, recién electo presidente de Brasil, quién públicamente manifiesta su apoyo y simpatía por la dictadura militar.

 

«Por la memoria del coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, el pavor de Dilma Rousseff», declaró Bolsonaro cuando era diputado y votó a favor del impeachment de la expresidenta frente a todo el Congreso, en abril de 2016.[2]  Ustra es un conocido torturador y autor del libro La verdad ahogada.

La historia que la izquierda no quiere que Brasil conozca, en el cual narra, a su manera, a la dictadura. El texto cuenta ya con 14 ediciones y Bolsonaro lo considera uno de sus volúmenes de cabecera.

 

Abiertamente fascista, el exmilitar ha amenazado con encarcelar a miles de militantes de la izquierda, asesinar «criminales» y establecer el orden como cuando mandaban en Brasil los militares.

 

Los intentos por neutralizar el capital simbólico de la izquierda, la deconstrucción sistemática de la historia, la manipulación de la verdad, la construcción mediática que presenta a los líderes de la izquierda como corruptos, delincuentes, falsarios, ¿son acciones fruto de la casualidad o es una bien meditada estrategia?

 

El trabajo para ganar la mente y los corazones del ser humano es una operación compleja, en el caso de los revolucionarios, se basa en la más estricta ética y respeto a la individualidad, para los revolucionarios es una acción de amor a los seres humanos, para el enemigo no es así.

 

Sobre el ser humano pesan siglos de engaño, que con la llegada de los medios masivos de comunicación y las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, ha tomado dimensiones verdaderamente apabullantes, en un mundo de cultura intencionalmente banalizada, donde son demonizadas hasta la insensatez revoluciones como la cubana, proyectos como el venezolano; figuras como las de Fidel, Chávez, Maduro, Evo Morales, Ortega, Correa, etc., donde Lenin y la Revolución Bolchevique son sepultados bajo montañas de lodo, donde se vende la imagen de un modelo de capitalismo, el de Estados Unidos, como ideal de sociedad humana.

 

No es con ejércitos solamente con lo que los poderosos garantizan el dominio. Es una lucha difícil, de ideas, es una guerra que está ocurriendo en la mente de los hombres, que busca neutralizar los símbolos de la Revolución, borrarlos de la memoria colectiva y suplantarlos por símbolos propios, y que persigue convertirnos en pueblos sin historia, depurados del imaginario rebelde, de la cultura de resistencia, subordinados al modelo de dominación que perpetúa el saqueo y la explotación.

 

Saben que el control ideológico es fundamental para que los pueblos no se rebelen contra la explotación de las transnacionales. «No más Revolución», parece ser el grito de hoy, la consigna de combate de la derecha entreguista y para lograrlo emplean todos los recursos de la manipulación y la mentira.

[1]

h t t p s : / / w w w . i l u s t r a d o . cl/2018/08/02/camila-flores-rn-lehace- un-homenaje-a-pinochet-en-tvcon- injustificables-argumentos/

[2]

https://www.elconfidencial.com/ mundo/2018-10-23/elecciones-brasildictadura- bolsonaro_1633800/

 

Fuente: Granma

 

Gobiernos posprogresistas: la degradación de la prensa y la justicia.

Por Atilio Borón

 

Leo los principales medios de la prensa hegemónica en la Argentina por necesidad. Es tarea ineludible de mi labor como analista político. Bien sé que son

pocas las informaciones verídicas y relevantes que obtendré de esas fuentes. La razón: no son expresiones del periodismo sino dispositivos que de modo

incesante fraguan operaciones de todo tipo para reforzar la primacía de los grandes intereses corporativos nacionales y extranjeros, de los cuales no solo

son voceros y operadores sino que también forman parte y tienen intereses que proteger.

 

Esta inserción de los grandes medios en el corazón de la clase dominante explica las razones por las que a través de su prensa escrita, radial o televisiva,

muy rara vez podremos conocer la verdad. A diferencia del periodismo –que languidece y sobrevive con inauditos esfuerzos en el capitalismo contemporáneo– la función de los medios concentrados no es informar objetivamente sino mentir, crear un mundo paralelo, escamotear las noticias

inconvenientes para el gobierno y las clases dominantes, satanizar sin pausa a los liderazgos y las fuerzas políticas contestatarias, suprimir las voces disidentes

o, de no ser tal cosa posible, acosarlas hasta tornarlas inaudibles.

 

Pero bucear en sus mentiras es una vía para identificar sus intereses y sus planes. La historia confirmó la amarga premonición de Gilbert K. Chesterton

cuando en el fragor de la Primera Guerra Mundial dijo que «los periódicos comenzaron a existir para decir la verdad y hoy existen para impedir que la verdad

se diga». El caso de la Argentina se ajusta como anillo al dedo a su vaticinio.

 

En este terreno los nefastos «logros » del gobierno de Mauricio Macri no tienen precedentes en el periodo democrático inaugurado el 10 de diciembre de 1983. En la actualidad el control ejercido sobre los medios de comunicación es casi total, propio de un híbrido político que todavía combina algunos pocos rasgos de la democracia con un número creciente de otros propios de las dictaduras.

 

El «ministerio de la Verdad» concebido por George Orwell en su célebre novela 1984 irrumpió con fuerza en la Argentina. Como aquel, la principal tarea

de los medios hegemónicos es la propagación de «posverdades» y «plusmentiras » cuyo único objetivo es impedir que el público acceda a información verídica y conozca lo que está ocurriendo.

 

En este país ya no hacen falta pruebas para ser enviado a prisión; basta, como en el infausto caso de Brasil, que un juez tenga la «convicción» –repito,

la «convicción», no las pruebas– de que Lula es culpable para enviarlo a la cárcel. En la Argentina, el exministro Julio de Vido o Milagro Sala están en prisión sin que haya sentencia firme que así lo determine, pero el juez que interviene en la causa está convencido de que son culpables y les dicta la prisión.

 

El exvicepresidente Amado Boudou fue condenado en una farsa judicial pese a que todas las evidencias del caso desmentían la acusación. En su caso del debido proceso no quedaron ni rastros. Lo mismo ocurrió en Ecuador con el exvicepresidente Jorge Glas.

 

Un rasgo común que hermana a las «democraduras posprogresistas» de Argentina, Brasil y Ecuador, es la elevación de la venganza y el escarmiento al rango de principios cardinales del nuevo orden jurídico-institucional. En la lúgubre atmósfera de estos regímenes el derecho arroja por la borda cualquier atisbo de garantía o debido proceso e involuciona hasta la época del absolutismo dinástico europeo, anterior a la Revolución francesa; o de la Santa Inquisición, con la complicidad de los custodios de los valores republicanos llamados a un indigno silencio.

 

En el caso de los cuadernos Gloria, insólitamente arrojados a las llamas por su redactor –un inverosímil chofer que escribe como Vargas Llosa pero habla como un barrabrava y cuyos minuciosos recuerdos solo son comparables a los prodigios que Borges, le atribuía a «Funes el memorioso »– ¿no equivale ese arranque de piromanía a la destrucción de pruebas? ¿No está eso penado por la ley? Porque, sin poder peritar esos cuadernos que supuestamente probarían la

corrupción del kirchnerismo, ¿cómo saber si fueron escritos a lo largo de tantos años por quien dice ser su autor o encomendados de apuro a algún escriba para que terminara su tarea en vísperas del año electoral?

 

Por supuesto, si se demostrase fehacientemente que los arriba nombrados incurrieron en un delito y fueron condenados en un juicio ajustado al debido proceso –cosa que hasta ahora no ha ocurrido– nadie en la izquierda saldría en defensa de los corruptos. La corrupción es estructural, tolerada y aprobada en los gobiernos de derecha. ¿Qué otra cosa es el cruento despojo de millones de hectáreas a los pueblos originarios en el siglo xix o los fabulosos negociados con la deuda externa y las exorbitantes comisiones bancarias pagadas por el gobierno de Macri, para hablar solo del caso argentino?

 

Pero no acontece lo mismo con los gobiernos y las fuerzas de izquierda, para los cuales la corrupción significa la malversación y posterior frustración de un proyecto revolucionario, razón por la cual la intransigencia ante la misma es absoluta. En los regímenes «posprogresistas», lo que impera no es la justicia sino la venganza, la persecución política, el escarmiento.

 

Pero hay más. Los medios hegemónicos no solo justifican el avasallamiento de la justicia sino que se hunden en la infamia y el escándalo al silenciar por completo el tema de los «aportantes truchos». Para quienes no están familiarizados con lo que ocurre en la política argentina se trata de personas pobres o indigentes, beneficiarios de programas sociales del Gobierno, cuyos nombres fueron sustraídos de los listados de distintas oficinas gubernamentales para convertirlos en espléndidos donantes de dinero para la campaña del macrismo, en montos inalcanzables para ellos, con el objeto de ocultar contribuciones

ilegales recibidas por la alianza Cambiemos.

 

Este escándalo salpica desde el presidente para abajo, pasando sobre todo por la gobernadora María Eugenia Vidal y las principales figuras del macrismo. Pese a las flagrantes pruebas de lo que ha dado en llamarse el «Vidalgate», la justicia argentina no dispuso la realización de allanamientos ni llamados a declaraciones indagatorias a los incursos en ese delito, como sí ocurrió en los casos en que los acusados pertenecían al anterior Gobierno.

 

Los graves delitos cometidos en el caso de los «aportantes truchos», que incluyen desde fraude, evasión fiscal y lavado de dinero, son arteramente ocultados por los medios. Lo mismo ocurre con la completa desaparición del espectro noticioso del estallido de una garrafa de gas que causó las muertes de la Vicedirectora y un portero de una escuela en una barriada popular de Moreno, ocasionadas por la criminal desidia del gobierno de la provincia de Buenos Aires que había sido repetidamente advertido del problema.

 

Tampoco comentan esos diarios el papelón internacional causado por la celebración sin tapujos del rechazo del Senado a la ley de la interrupción voluntaria del embarazo manifestado por la inimputable vicepresidenta de la Argentina, Gabriela Michetti, y María E. Vidal, en acelerada metamorfosis de Heidi a Maléfica.

 

De estos temas los medios concentrados no hablan, como tampoco lo hacen de los Panamá Papers que involucra a prominentes figuras del Gobierno,

comenzando por el presidente; o del «affaire» del Correo Central y el resarcimiento exigido por el Grupo Macri y tantos otros asuntos más que esa prensa que se declara «seria, independiente y objetiva» tendría que mantener bajo constante escrutinio día a día si quisiera honrar la noble profesión del periodismo.

 

En suma: la progresiva disolución del Estado de Derecho requiere de una prensa degradada y prostituida, cuya misión no es informar a la ciudadanía sino manipularla, engañarla y embrutecerla con mentiras y un verdadero tsunami de fakenews.

 

La división del trabajo es muy clara: la prensa se encarga de linchar mediáticamente a los indeseables y de preparar un clima de opinión adverso a esos personajes. Luego de ello el poder judicial dicta la prisión preventiva de los acusados, mientras da por bueno lo establecido en los medios, comienza a acopiar las pruebas y pone en marcha el proceso legal.

 

El principio de que alguien es inocente hasta que se pruebe lo contrario pasó a mejor vida. La prensa se encarga de demonizar o de encubrir, según el caso.

Por eso la labor de este analista político, que debe sumergirse día tras día en esa cloaca maloliente, se ha transformado en un trabajo insalubre que provoca indignación y repugnancia moral.

 

Pero el esfuerzo se justifica porque permite comprender la naturaleza maligna e insanable de los gobiernos que vinieron a redimir a nuestros países de los males de la izquierda o el progresismo.

 

Fuente: blog de Atilio Borón

 

Cuatro anotaciones urgentes sobre las caravanas de migrantes.

Primera: son ridículas las tesis conspirativas planteadas por ciertos periodistas, analistas, políticos y funcionarios, de derecha y de izquierda. Para estos sesudos opinadores, las caravanas de migrantes centroamericanos son manipuladas o responden a más de alguna conspiración maquiavélica impulsada por el presidente venezolano Nicolás Maduro, el ex especulador financiero George Soros o quizás el gobernante estadounidense Donald Trump.

Los pregoneros de estas teorías conspirativas parecen olvidar que los miles de compatriotas (mujeres, hombres, niños, jóvenes) huyen la violencia, la pobreza y la falta de oportunidades en Honduras, Guatemala y El Salvador, donde prevalecen modelos económicos neoliberales generadores de marginación y exclusión de amplios sectores de la población, mientras un grupito de familias oligárquicas, grandes empresas y corporaciones transnacionales concentran la riqueza.

 Segunda: las caravanas no son un fenómeno reciente. Los que ponen cara de sorpresa ante las caravanas niegan que la migración de población hondureña, guatemalteca y salvadoreña ha estado siempre, en forma silenciosa, porque las causas no son nuevas. Los pueblos centroamericanos han sufrido hambre, violencia y desempleo por décadas.

La novedad ahora que los migrantes decidieron irse en multitud, visibles y en forma coordinada para ayudarse y protegerse mutuamente. Así evitan pagar a los “coyotes”, ser detenidos por policías migratorias o ser asaltados, violados, secuestrados o asesinados por los grupos criminales. Porque eso sucedía cuando viajaban sólo o en grupos pequeños.

Tercera: ¿quiénes son los causantes de este éxodo, de este viacrucis de miles de migrantes? Los que “están detrás” provocando estas caravanas son los gobiernos, actuales y anteriores, de Honduras, Guatemala y El Salvador que impusieron, mantuvieron o no desmontaron los modelos neoliberales; así como las élites oligárquicas y empresas transnacionales que se benefician de esas políticas generadoras de miseria, violencia, deterioro ambiental, etc.

Y lo son también los gobiernos de Estados Unidos que presionaron -por medio de organismos financieros (FMI y Banco Mundial), sus embajadas y sus corporaciones- para que se implementaran los ajustes neoliberales y han patrocinado a los gobiernos y oligarquías centroamericanas.

Esto se muestra claramente en Honduras: el gobierno gringo promovió o toleró el golpe de Estado contra el levemente reformista presidente Manuel Zelaya y luego avaló el vergonzoso fraude electoral de Juan Orlando Hernández, un presidente espurio financiado por las mafias y cuyo gobierno tiene al hermano país hundido en una grave crisis política, económica y social.

Y cuarta. Es penoso que, a pesar de las caravanas, la migración y sus causas no sean tema central en la actual campaña electoral del país. Esto aun cuando todos los candidatos presidenciales tienen algo que ver con el tema: uno fue canciller durante casi una década (Hugo Martínez, FMLN), otro tiene amplia base y apoyo financiero de la diáspora (Nayib Bukele, GANA), otro se hizo empresario en EE.UU. (Josué Alvarado, VAMOS) y el otro estudió en USA y hasta habla mejor inglés que español (Carlos Calleja, ARENA/PCN/PDC).

Fuente: Arpas

 

¿Quién está detrás de la caravana de hondureños que se dirige a Estados Unidos?

Por Matías Caciaube y Paula Giménez*

 

En el contexto de las elecciones de medio término en EEUU, ¿George Soros dispara contra Donald Trump? ¿Neoconservadores vs globalistas? La oligarquía financiera opera acciones locales de alcance global. La “glocalidad” ha llegado para quedarse como estrategia política de la actual fase del capitalismo.

La ya mundialmente conocida caravana de migrantes hondureños pareciera no ser un hecho aislado. Sus implicancias guardan una profunda relación con los conflictos que están sucediendo a nivel mundial. Desde la crisis de 2008, la lucha intercapitalista se encuentra atravesando un momento político. Algunos actores, como el Papa Francisco, se atreven incluso a plantear una Guerra Mundial “por partes”.

Lo cierto es que, por dónde se lo mire, las distintas facciones de la oligarquía financiera mundial han puesto en marcha una guerra que combina todos los medios de lucha y despliega sus hilillos en todos los territorios (Guerra de Redes, Guerra de Quinta Generación).

En esta oportunidad, la fracción globalista dominante, de la cual el multimillonario George Soros es un actor, ha tomado una iniciativa desestabilizadora contra la fracción neoconservadora, anclada con más fortaleza en el sistema institucional estadounidense a partir de la presidencia de Donald Trump.

La realidad económica, política y social transita un momento de crisis orgánica, estructural y multidimensional. Hay autores que plantean que las fracciones más avanzadas de la oligarquía financiera esgrimen un proyecto revolucionario, para dar un salto hacia un sistema social más opresor que el capitalismo y para eso necesita la desintegración de los Estados nacionales.

¿Acaso una táctica en esta guerra multidimensional es el envío de miles de “caravanas” de migrantes que marchan como “misiles” humanos por el mundo, con el blanco fijo de romper las fronteras de los Estados? Quizás el comportamiento de los medios hegemónicos de comunicación, la manipulación en y de las redes sociales y el financiamiento direccionado de Fundaciones ligadas directamente a lo más concentrado del poder financiero, sean una pista a seguir minuciosamente.

Lo mismo parece repetirse en varias partes del mundo y los gobernantes actuales parecen no poder hacerle frente al grave y deshumanizante problema migratorio. Turquía ya acogió 2,7 millones de refugiados (mayoritariamente sirios) y la Unión Europea casi dos millones (sobre todo Alemania, Austria, Hungría, y Suecia).

Del otro lado de la disputa de proyectos estratégicos, la fracción neoconservadora parece luchar para sostener el orden mundial vigente, con sus instituciones y su forma social de producción financiera con mayor asiento territorial-continental y “productivo” (el complejo militar-industrial-farmacéutico estadounidense).

En los últimos días aparecieron otros preocupantes “mensajes”: En el medio de la elección estadounidense de medio término, donde la caravana migrante se ha convertido en un tema central, cartas-bombas fueron enviadas a los principales articuladores de la oposición a Trump en territorio propio.

Los Obama, los Clinton, el magnate George Soros, la cadena de noticias CNN, y el diario The New York Times, todos actores de la fracción globalista de la oligarquía financiera angloamericana, fueron los blancos directos de ataques terroristas “en defensa de Trump”.

La Caravana

San Pedro Sula, una ciudad en el norte de Honduras, se convirtió en el epicentro de la Caravana con destino a EEUU que ya congrega a más de 7.200 personas. La ciudad, conocida por ser uno de los principales centros de transporte del país, que cuenta con una población de unos dos millones de habitantes, es protagonista de un hecho de alcance global.

Testimonios que integran el éxodo aseguran que la convocatoria surgió en grupos de noticias comunitarias de Facebook. Un posteo que decía: “Una avalancha de hondureños se prepara para ir en caravana a EEUU. ¡Compártelo!” y una intensa cobertura televisiva de HCH (el canal de noticias más popular del país) hicieron que el 13 de octubre, miles de personas se congregaron para emprender el largo camino hacia “el sueño americano”.

Ya desde septiembre circulaban en las redes sociales los planes de la caravana y, en marzo de este año, partió desde México una caravana más pequeña pero que consiguió cierta presencia mediática.

En el medio de este conflicto humanitario, algunas voces de peso político han salido a jugar. Kelly Johnston, vicepresidente de Asuntos Gubernamentales de Campbell Soup Co. desde el 2002 (en su cuenta de Twitter @johnston_kelly), apuntó contra la Open Society, la fundación del magnate financiero George Soros: “Ves esos caminantes verdad? lo que no ves es el transportista de tropas y vagones que los llevan al norte. @OpenSociety planeó y está ejecutando esto, incluso donde defecan. Y tienen un ejército de abogados de inmigración estadounidense esperando en la frontera”.

Desde la empresa salieron a desligarse de los dichos del ejecutivo: ” Las opiniones que expresa Johnston en Twitter son sus opiniones individuales y no representan la posición de Campbell Soup Company”, dijo en un comunicado la empresa con sede central en la ciudad norteamericana de Nueva Jersey.

Esta campaña despertó la respuesta de Open Society, una de las dos fundaciones más importantes del globalista George Soros, referente de la también conocida Human Right Watch. En su cuenta de Twitter ( @OpenSociety) negó la vinculación del magnate y de la Fundación en el financiamiento de la caravana.

Justo en ese momento, Donald Trump salió al ataque desde sus redes sociales: “¡Los Estados Unidos han informado firmemente al presidente de Honduras de que si la gran Caravana de personas que se dirigen a EEUU no se detiene y regresa a Honduras, no se dará más dinero ni ayuda a Honduras, con efecto inmediato!”.

Y agregó: “Estoy viendo cómo el Partido Demócrata liderado (porque quieren Fronteras Abiertas y leyes débiles existentes) asaltan a nuestro país por parte de Guatemala, Honduras y El Salvador, cuyos líderes están haciendo poco para evitar que este gran flujo de personas, incluidos muchos criminales, entren desde México hacia EEUU…”.

La guerra intercapitalista, de alcances planetarios, parece disputarse por todos los medios y en cada rincón del mundo. Los hondureños más desamparados, que sufren un aumento de la violencia social y política desde el golpe de Estado de 2009, han sido lanzados cual ejército de infantería en un enfrentamiento entre diferentes fracciones de la oligarquía financiera que controla el globo.

¿Por qué Honduras?

En el año 2009 se produjo un golpe de Estado contra el entonces presidente Manuel “Mel” Zelaya. Su caída inauguró una reapertura de las políticas neoliberales en el país. El golpe fue ordenado por la Suprema Corte de Justicia que acusó al mandatario de cometer delitos graves como traición a la patria, entre otros. Fue el primer golpe de Estado institucional exitoso que sucedió en América Latina desde la inauguración del ciclo popular tras la victoria de Hugo Chávez en 1998.

Desde ese momento, las organizaciones del campo popular hondureño se reagruparon en el Frente Nacional de Resistencia Popular, pero dicho movimiento fue parcialmente desarticulado mediante el asesinato de parte de sus principales dirigentes.

La violencia política y social lleva casi una década de sangre y fuego en aquel país centroamericano. Los asesinatos de Isy Obed Murillo en las inmediaciones del Aeropuerto de Tegucigalpa, capital de Honduras, un día que Mel Zelaya intentaba volver al país tras su derrocamiento el 5 de julio de 2009; y Berta Cáceres, la referente del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH) alcanzada por la bala de un sicario, fueron los casos más conocidos de una atroz carnicería humana.

El 26 de noviembre de 2017, las elecciones presidenciales le dieron la victoria a JOH (Juan Orlando Hernández) frente a Salvador Nasralla, el candidato apoyado por Manuel Zelaya y su Partido LIBRE.

Esta elección estuvo rodeada de maniobras fraudulentas, llegando a llamar la atención de la comunidad internacional. La Organización de Estados Americanos (OEA) recomendó celebrar nuevas elecciones ante las “serias dudas” que dejó el proceso y la “falta de certeza” respecto a los resultados finales.

Desde que el modelo neoliberal está en el gobierno, en Honduras hay cifras verdaderamente preocupantes:

  • En 2009 había 58% de pobreza y en 2018 la misma asciende a 68%.
  • 3 millones de personas comen una sola vez al día.
  • Junto a Guatemala y El Salvador, Honduras tiene una tasa de 40 asesinatos por día, tres veces por encima de la media mundial, lo que lo posiciona como uno de los países más peligrosos del mundo.
  • En Honduras circulan 4.5 millones de armas de fuego no registradas “made in USA”.

En ese contexto, se hace evidente que la democracia y el estado de derecho del país centroamericano ha quedado en un serio cuestionamiento. Allí sólo crece el crimen organizado especializado en trata de personas, narcotráfico, contrabando y asesinatos por encargo.

La caravana migrante se magnifica en el territorio mediático y virtual. Acciones locales con impacto global ocurren en cada territorio. La glocalidad es el concepto que explica este fenómeno. Se hace visible, una vez más, como el territorio virtual es un escenario de producción de fuerza social que luego se realiza en la calle y en la política.

El desafío, para los movimientos populares, es pensar cómo generar acciones glocales, colectivas y organizadas, que tengan el impacto de beneficiar el conjunto de los intereses del pueblo.

 

Fuentes consultadas:

– http://estrategia.la/2018/08/24/enfrentar-la-guerra-de-quinta-generacion-con-arcos-y-flechas/

-https://www.lanacion.com.ar/2185564-quien-es-george-soros-que-es-blanco

– https://www.bloomberg.com/news/articles/2018-10-23/campbell-disavows-tweet-from-executive-that-knocked-soros-group

– https://www.lanacion.com.ar/2184948-caravana-de-migrantes-un-exodo-masivo-de-origen-opaco-y-que-las-redes-hicieron

– http://acercadelacaravanamigrante.com/

– https://www.integracion-lac.info/es/node/41962

– https://www.bloomberg.com/news/articles/2018-10-23/campbell-disavows-tweet-from-executive-that-knocked-soros-group

– https://youtu.be/UCnZfpKGNSs

– https://criterio.hn/2018/10/22/la-migracion-forzada-es-un-deficit-de-democracia-y-el-resultado-de-la-exclusion-y-de-la-corrupcion/

– https://criterio.hn/2018/10/14/caravana-de-migrantes-refleja-crisis-humanitaria-que-vive-honduras-ciprodeh/

– https://www.facebook.com/752294238232626/posts/1837087833086589/

– https://www.facebook.com/752294238232626/posts/1837107939751245/

– https://www.integracion-lac.info/es/node/41962

– http://www.latribuna.hn/

– http://www.latribuna.hn/2018/10/19/multimillonario-izquierdista-george-soros-financia-la-invasion-de-caravanas-demigrantes/

– https://elpais.com/internacional/2018/10/21/actualidad/1540131254_334776.amp.html

– https://cnnespanol.cnn.com/2018/10/21/caravana-migrantes-mexico-estados-unidos-ruta/

 

*Matías Caciabue y Paula Giménez: Investigadores/as argentinos del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE) ( www.estrategia.la )

Fuente: CLAE/Rebelión