EDITORIAL

Venezuela: Lo positivo, lo negativo y el mayor peligro.

 

Me propongo ser breve.

 

Ya había redactado el editorial de este boletín cuando estalló el último fracasado intento de golpe de estado en Venezuela. Pese a que el ruido de los sables se hacía sentir a través de “la gran prensa” y las redes antisociales, me había propuesto escribir sobre un tema no relacionado directamente con los ataques imperialistas a los países insumisos del área; por ello, había escogido hacerlo acerca del pecado original de la Vieja Europa en Latinoamérica, pero por mucho que trato de escapar de temas ya abordados, la agresividad de los ataques imperialistas y la bien pagada desinformación me obligan a volver una y otra vez a la denuncia y la aclaración.

 

Aunque de hecho lo sucedido en Caracas el pasado día 30 de abril debemos considerarlo como un intento de golpe de Estado, por tratarse de una rebelión en la que participaron un grupo de militares -su número no sobrepasó los treinta uniformados- y civiles ultraderechistas que pretendían derrocar al gobierno constitucional, lo cierto es que los sublevados, carentes de un real apoyo que les permitiera hacerse del control de la base aérea de La Carlota, perseguían el fin de provocar un enfrentamiento entre militares que les permitiera fraccionar a las fuerzas armadas y, a la vez, que se produjeran muertes de civiles que achacarían a las fuerzas chavistas.

 

No lograron ninguno de esos dos objetivos. Sin excepción, las unidades militares y policiales del país se declararon y mantuvieron, en todo momento, leales al gobierno constitucional de Nicolás Maduro y todas ellas, incluyendo esa asediada base, estuvieron en estado de alerta en defensa de la Constitución y de la Revolución Bolivariana.

 

Las únicas bajas a lamentar se contabilizaron en las fuerzas leales: ocho uniformados heridos de bala, entre ellos dos coroneles que intentaban persuadir a los amotinados para que depusieran su actitud. Más del ochenta por ciento de los militares que conformaban el grupo sublevado, habían sido llevados hasta allí para supuestamente participar en un operativo y cuando vieron en el lugar al autotitulado presidente Guaidó se percataron de que se trataba de un golpe de Estado y lograron escapar del lugar y presentarse nuevamente en sus unidades militares; algunos de ellos, incluso, pudieron cruzar la cerca perimetral de La Carlota y se unieron a los defensores constitucionalistas.

 

Como era de esperar, míster Guaidó sólo hizo acto de presencia en ese lugar  unos minutos, los suficientes para grabar un vídeo, ampliamente difundido por las redes antisociales, en el que anunciaba la farsa noticia de la toma de La Carlota. Allí, en medio de una autopista, quedaron literalmente abandonados -como generalmente ocurre a los mercenarios- los veintitantos verdaderos sublevados militares, a los que, por órdenes expresas del presidente Maduro, se les permitió abandonar el lugar para evitar el derramamiento de sangre que buscaban el imperialismo y sus secuaces; en desenfrenada carrera no pararon, en busca de asilo, hasta la embajada de Brasil.

 

Otro de los valientes líderes ultraderechistas,  Leopoldo López, que previamente había abandonado su casa, donde cumplía arresto domiciliario, y que posó en la autopista junto a Guaidó, en el vídeo en que anunciaba la toma de La Carlota y pedía que el pueblo se lanzara a las calles, se dirigió a la embajada de Chile y al parecer allí recibió la orientación de marchar hacia la sede diplomática de España, que ahora lo acoge en calidad de huésped.

Tanques de guerra atropellando multitudes; el ministro de Defensa, Vladimir Padrino, negociando con Estados Unidos la huida de Nicolás Maduro; un avión en espera de que el Presidente abandonara el país rumbo a Cuba, a lo que los rusos se negaban; más de 20.000 soldados cubanos en Venezuela para sostener la dictadura…. Las falsas noticias no desmoralizaron ni a los revolucionarios ni a las Fuerzas Armadas Bolivarianas. Y es que los fake news ya confunden sólo al que se deja confundir; un estudio realizado recientemente por el movimiento “Venezuela nos conecta”, acerca de cómo se visualiza al país en el exterior, indicó que sobre Venezuela 3 600 noticias falsas circulan diariamente en las redes sociales.

 

Ni el pueblo se lanzó las a las calles como pidió Guaidó, por el contrario fue hacia el palacio presidencial para defender al gobierno constitucional, ni creyó en el hediondo oleaje que inundó sus celulares, ni las televisoras y estaciones de radios privadas lograron que su trabajo desinformativo calara en la consciencia popular…

 

Por su parte, los aliados del gobierno norteamericano, Comunidad Económica Europea y cartel de Lima, han quedado en una posición bastante desairada; de ahora en adelante tendrán que hacer malabares cuando hablen de democracia, pues apoyar a Guaidó es apoyar a un golpista.

 

Lo positivo de todo lo anterior es que queda demostrado una vez más que mayoritariamente el pueblo apoya a su Revolución Bolivariana, que la agresividad imperialista y la desvergüenza antipatriótica y lacayuna de la oposición le ha demostrado que sólo existe el camino de apoyo a la Revolución y a sus líderes, que pese a la muy difícil situación económica que atraviesa el país, producto de las agresiones de todo tipo, ha ganado en conciencia, que la unión cívico-militar se mantiene sólida y los militares en activo que han incurrido en traición son de baja graduación y numéricamente ínfimos. Todo ello demuestra que este es el momento para una radicalización.

 

Lo negativo es que al imperialismo sabe que se le acaban las opciones, al decir de Donald Trump, sus planes A, B, C… para Venezuela, y en su desespero puede incendiar a toda Latinoamérica y el Caribe, desconociendo que hay pueblos que no están dispuestos a volver a ser ni esclavos ni mendigos.

 

Míster Guaidó, desde una supuesta clandestinidad, pues en realidad se pasea por las calles amparado en su inmunidad parlamentaria, anunció que la próxima semana los opositores (entiéndase las pagadas turbas fascistoides) cercarán a las unidades militares para pedir apoyo a los uniformados. Su jefe, Donald Trump, ya anunció que para esa misma fecha Venezuela experimentará algo tremendo y que reunirá a la Organización de Estados Americanos (OEA), su ministerio de colonias, para acusar a Cuba, Rusia y China por su apoyo al “régimen” chavista. Por cierto, entre sus últimos rebuznos, anunció que puede bloquear totalmente a la irreductible Isla.

 

Por el momento, la  Administración Federal de Aviación estadounidense prohibió a los operadores aéreos de ese país, incluyendo aviones comerciales y privados, volar a menos de 8 kilómetros de altura en el espacio aéreo de Venezuela y ordenó a los que se encuentren en ese país, abandonarlo antes de 48 horas. ¿Pretenden acaso castigar con una agresión aérea a un país que no ha agredido a nadie y clama por la paz?

 

El desespero llena de soberbia al imperialismo. Es ese el mayor peligro.

 

Eddy E. Jiménez

TITULARES

Venezuela: ¿Cómo sigue el intento de golpe? Por Marco Teruggi

La opción mercenaria de Blackwater y el síndrome de las bolsas negras. Por Álvaro Verzi Rangel*

– Intentan “educar” a Trump sobre Venezuela. Por Luis Beatón*

– GoodByeLenín (en Ecuador). Por: Alfredo Serrano Mancilla

 

 

Venezuela: ¿Cómo sigue el intento de golpe?

Por Marco Teruggi

Tensión, minuto a minuto, declaraciones, redes, la jornada del primero de mayo se vivió como una continuidad del día 30. La derecha había anunciado que esta fecha sería el inicio del momento definitivo de la “operación libertad”, fase que finalmente se adelantó a la madrugada del martes con las imágenes que dieron vuelta al mundo. Para el primero, Guaidó había anunciado que la movilización sería desde varios puntos de concentración. La pregunta era: ¿qué intentarían hacer en vistas de la necesidad de mantener la apuesta luego del golpe fallido?

La jornada se presentó con tranquilidad. Guaidó habló pasado el mediodía, y, como tiene acostumbrado en sus discursos, se refirió acerca de la necesidad de no perder la calle, mantenerse movilizados, así como el plan de comenzar un paro escalonado hasta una huelga general. Sus seguidores esperaban una radicalidad que no fue. La hoja de ruta después de su discurso quedó difusa, en particular porque no es la primera vez que anuncia un paro que luego no tiene lugar, y porque -esa es la razón- su base social activa no tiene su fuerza en los trabajadores y trabajadoras.

Las actividades de la derecha se dieron en varios puntos en simultáneo. El epicentro fue nuevamente Altamira, con una presencia mayor a la de ayer. Allí se ocurrieron episodios de enfrentamiento como parte del escenario programado por la derecha que necesita mantener niveles de tensión para generar imágenes y noticias.

La oposición no desplegó más acciones en la tarde. Leopoldo López por su parte mantuvo silencio desde la embajada de España. En el acto de Guaidó fue escuchada la pregunta acerca de la situación del dirigente prófugo de Voluntad Popular (VP), el partido al cual pertenece Guaidó, que está en la delantera del golpe de Estado a nivel nacional junto a Primero Justicia, partido de Capriles Radonski y Julio Borges. Guaidó no dio respuestas acerca de López, una pieza importante en la estrategia local del plan de asalto.

El cuadro internacional también presentó movimientos: Mike Pompeo, secretario de Estado norteamericano, se reunió con su par ruso, Serguei Lavrov, para tratar el tema Venezuela, y el secretario de defensa interino de Estados Unidos canceló su viaje a Europa por la crisis en Venezuela. El presidente Donald Trump por su parte amenazó ayer un bloqueo completo a Cuba si la isla no “retira sus tropas y milicias”. En cuanto al enviado especial para la cuestión venezolana, Elliot Abrams, afirmó que los chavistas con quienes negociaba “han apagado sus celulares”, en línea con las declaraciones del asesor de seguridad nacional, John Bolton, quien afirmó el martes que varios dirigentes de alto nivel ya se habían plegado a su plan, pero finalmente no habían pasado a los hechos.

El primero de mayo fue también una jornada de movilización del chavismo. Como cada año la marcha fue grande, en una nueva demostración, como el día de ayer y desde inicio de enero, de la capacidad de calle del movimiento chavista. El acto final tuvo lugar en las inmediaciones del Palacio de Miraflores, donde hablaron varios dirigentes, así como Maduro.

En ese contexto Maduro se refirió a la actual situación de ataque por parte de EE.UU. y sus aliados, y realizó un llamado en caso de que se diera un asalto al poder por parte de quienes intentan concretar el golpe de Estado: “Láncense a las calles todos los comités locales de abastecimiento y producción, consejos comunales, milicias bolivarianas, unidades de batalla Hugo Chávez, pueblo a la calle, no lo duden ni por un segundo”. A su vez anunció que habrá jornadas de diálogo, acción y propuesta el fin de semana del 4 y 5 de mayo junto a las diferentes estructuras de poder popular, del Partido Socialista Unido de Venezuela, y de los gobernadores. El objetivo: decirle a Maduro qué es necesario cambiar, trazar un plan para rectificar.

El primero de mayo terminó con tranquilidad de superficie y muchas preguntas. ¿Cuáles son los próximos pasos en el intento de derrocamiento? ¿Cuál fue el objetivo del 30? ¿Se trató de un globo de ensayo para medir fuerzas? ¿Una acción efectivamente fallida? ¿Un recambio de liderazgo para que ingrese en juego Leopoldo López? Los próximos días, semanas, darán más respuestas a las preguntas. La agenda golpista no se detiene, el plan norteamericano que busca un desenlace rápido continúa en movimiento, trabaja en todos los niveles, busca quiebres internos que se manifiestan el día de los acontecimientos. En ese sentido el más relevante del día 30 parece haber sido el del ahora ex director del Servicio Bolivariano de Inteligencia.

Venezuela continúa en el equilibrio inestable, los asaltos enfrentados por el chavismo, la incapacidad de la estrategia golpista para lograr el desenlace a la vez que el desgaste producto del cuadro económico y el impacto de las operaciones de desestabilización. La situación parece lejos de tener un punto de resolución cercano.

Fuente: Página 12

 

La opción mercenaria de Blackwater y el síndrome de las bolsas negras.

Por Álvaro Verzi Rangel*

Conscientes de que difícilmente el Congreso le autorice una aventura militar que puede causar muchas víctimas estadounidenses y que los militares colombianos y brasileños se oponen a una agresión armada contra Venezuela, el equipo del presidente Donald Trump parece inclinado a financiar parcialmente a un ejército mercenario.

El director de la empresa militar estadounidense Blackwater, Erik Prince, ha estado desarrollando durante los últimos meses un plan para formar un ejército privado con el objetivo de derrocar al presidente Maduro, informó este martes la agencia Reuters, Esta pretendida fuerza militar constaría de unos cuatro o cinco mil mercenarios contratados en nombre del opositor Juan Guaidó y reclutados entre paramilitares colombianos y de otros países de la región.

Para expertos en seguridad, el plan de Prince es “políticamente inverosímil y potencialmente peligroso” y “podría desencadenar una guerra civil, agrega la agencia británico-estadounidense. Prince busca financiación y apoyo político para esta iniciativa en el entorno del presidente estadounidense Donald Trump y entre exiliados venezolanos millonarios, manteniendo para ello diversas reuniones privadas en EEUU y Europa.

Uno de estos tuvo lugar a mediados de este mes de abril, días antes de la intentona golpista de la frustrada ultraderecha venezolana del 30 de abril. Ese mismo día, El secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, no descartó (ante Fox Business Network) la posibilidad de una “acción militar” en Venezuela si así “lo requiere” la situación.

Prince contempla una fuerza integrada por peruanos, ecuatorianos, colombianos, personas de habla hispana, ya que considera que este tipo de soldados serían más políticamente aceptables (para los estadounidenses, que aún recuerdan las bolsas negras en las que volvían los soldados desde Vietnam) que contratistas estadounidenses.

Pompeo hizo esta declaración después de que lanzara otra mentira –un fake new- a la CNN. En lugar de aceptar que el golpe inducido por EEUU fracasó, señaló que el presidente venezolano Nicolás Maduro tenía prevista su salida del país rumbo a Cuba, pero Rusia lo disuadió. En respuesta, Maduro respondió: “Señor Pompeo, por favor, ¡qué falta de seriedad! […] cuánta mentira y manipulación en esta escaramuza golpista”.

El portavoz de Guaidó, Edward Rodríguez, ha negado que la oposición venezolana haya mantenido conversaciones con Prince acerca de sus operaciones, y el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Garrett Marquis , ha evitado hacer comentarios tras ser preguntado acerca de esta iniciativa.

Uno de los argumentos de Prince es que Venezuela necesita un “acontecimiento dinámico” para romper el punto muerto en el que se encuentra el país desde enero, cuando Guaidó se autoproclamó presidente encargado tras declarar ilegítimo a Maduro. Ahora suma otra argumento: los venezolanos por sí solos, no lo pueden hacer.

De acuerdo con fuentes, para financiar su plan Prince busca 40 millones de dólares de inversores privados y quiere apropiarse de fondos de los miles de millones de dólares en bienes venezolanos que han sido congelados en todo el mundo por las sanciones impuestas contra el Gobierno constitucional venezolano. Quiere piratear a los piratas.

Sin embargo no está claro cómo podría acceder legalmente a dichos bienes la oposición venezolana. Prince dijo a la gente con la que se reunió, según Reuters, que cree que Guaidó tiene autoridad para formar su propia fuerza militar porque ha sido reconocido internacionalmente como presidente legítimo del país.

Blackwater, trasnacional criminal

Blackwater, una multinacional militar, se abre paso en el mundo desde hace dos décadas. Es la empresa de seguridad más poderosa del planeta, acumula denuncias por crímenes cometidos en Medio Oriente y por casos de corrupción en Estados Unidos.

Radiografía de un negocio en expansión impulsado por la Casa Blanca

En las últimas dos décadas, con impunidad, con armamento de última tecnología, montada sobre mercenarios de diferentes naciones, Blackwater es una de las mayores empresas de seguridad a nivel internacional, fundada en 1997 por Erik Prince y Al Clark. Tiene decenas de denuncias en su contra, por cometer crímenes, incurrir en flagrantes abusos de autoridad y participar en contratos espurios otorgados por el Pentágono y el Departamento de Defensa de Estados Unidos.

Rebautizada “Academi”, Blackwater surgió en pleno avance neoconservador en EEUU, de la mano del presidente George W. Bush (2001-2009). La transnacional, fundada con la bendición de la ultraderecha católica estadounidense, ingresó en las grandes ligas con la administración de Bill Clinton en la guerra de los Balcanes en la década de 1990.

Los neocons, que venían apuntalando su poder durante los mandatos de Ronald Reagan y Bush padre, encontraron en la administración republicana del empresario petrolero el caldo de cultivo para aplicar el Proyecto para el Nuevo Siglo Americano (PNAC, por sus siglas en inglés) que, entre otros puntos, avalaba la desregulación total del Estado y apuntaba todos sus cañones contra esa vaga definición de “terrorismo internacional”, que se ubicaba en Medio Oriente y entre la comunidad musulmana.

Un informe de Sudestada señala que en ese momento BW daba sus primeros pasos en el redituable negocio de la seguridad privada, poniendo a disposición de Washington a los primeros “contratistas” que, para 2001 y 2003, con las invasiones a Afganistán e Irak respectivamente, se convertirían en un ejército mercenario, alcanzando casi la misma cantidad de tropa en territorio iraquí que las Fuerzas Armadas estadounidenses.

Pero Prince, con pasado de SEAL (equipos de mar, aire y tierra de la Marina estadounidense), ultraconservador y financista de grupos católicos, extremistas y marginales, no pensó a su empresa como un simple ejército de respaldo a las ocupaciones de EEUU en otras partes del mundo. Y en Carolina del Norte, en un pantano conocido como Moyock de 2.800 hectáreas, fundó la instalación militar privada más grande del mundo.

Manzanas podridas, fruto de un árbol muy tóxico

En el libro Blackwater. El auge del ejército mercenario más poderoso del mundo, el periodista Jeremy Scahill describe a Moyock como el lugar donde “se instruye anualmente a decenas de miles de agentes de las fuerzas del orden, tanto federales como locales, así como a tropas de naciones extranjeras amigas”.

En su sede central, BW “tiene su propia división de inteligencia y cuenta entre sus ejecutivos con ex altos cargos militares y de otros servicios secretos”, apunta Scahill, colaborador de The Nation y de Democracy Now! Con el paso del tiempo, el mercado de la “seguridad” produjo redituables demandas para BW, por eso también construyó instalaciones en California, Illinois y en la selva de Filipinas.

Blackwater, como otras firmas de seguridad privada en expansión, “no son sólo manzanas podridas: son el fruto de un árbol muy tóxico –escribe Scahill–. Este sistema depende del maridaje entre inmunidad e impunidad. Si el Gobierno empezara a golpear a las empresas de mercenarios con cargos formales de acusación de crímenes de guerra, asesinato o violación de los derechos humanos (y no sólo a título simbólico), el riesgo que asumirían estas compañías sería tremendo”.

Prince definió a su empresa como “una prolongación patriótica de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos”. Con los atentados a las Torres Gemelas y el Pentágono en septiembre de 2001, el gobierno de Bush tuvo el camino limpio para concretar, en el plano militar, “el choque de civilizaciones” acuñado por el politólogo Samuel Huntington. Caída la Unión Soviética y el mundo socialista, el poder de Washington se apresuró a encontrar nuevos enemigos a los que combatir, señala Sudestada.

Si pocos años antes el movimiento talibán y Al Qaeda sirvieron para expulsar al ejército ruso de Afganistán, ahora esos mismos grupos eran el propio mal que amenazaban la vida occidental. Más allá de las tropas regulares, Bush inundó Afganistán e Irak de mercenarios de compañías como DynCorp y Blackwater, empresa que se encargó de la seguridad del personal estadounidense en esos países, entrenó tropa y se convirtió en una parte fundamental del ejército de ocupación.

Entre los muchos beneficios a los que accedían los mercenarios dirigidos por Prince se encontraban la impunidad total de sus acciones, definida por ley por la autoridad de ocupación estadounidense en Irak, y salarios que doblaban a los de los soldados rasos. “Los sueldos normales de los profesionales del DSP (destacamento de seguridad personal) se cifraban hasta hace poco en unos 300 dólares diarios. En cuanto Blackwater empezó a reclutar para su primera gran labor (la de ejercer de guardia personal de Paul Bremer –máxima autoridad estadounidense en Irak– la tarifa se disparó hasta los 600 dólares al día”, señaló la revista Fortune.

Mientras BW facturaba millones de dólares y reclutaba exmilitares estadounidenses y chilenos –en funciones durante la dictadura de Augusto Pinochet– para engrosar sus filas y cumplir la demanda exigida por la Casa Blanca, también lograba que el Congreso estadounidense aprobara a su propio grupo de lobby para hacer cabildeo entre los parlamentarios. Varios informes de organismos públicos de EEUU llamaron la atención porque el Gobierno no supervisaba a los “contratistas” y permitían su total impunidad en las operaciones militares.

El crecimiento de la firma de Prince fue constante desde los atentados de 2001. Una división de aviación, submarinos, la última tecnología para el espionaje y decenas de contratos millonarios conformaban una sonrisa que resplandecía en la fachada de BW. Pero su suerte se vio opacada por los golpes recibidos por la resistencia iraquí. En marzo de 2004 las imágenes de cuatro personas descuartizadas y mutiladas, colgadas en un puente de Faluya, ciudad que se negaba a caer, dieron la vuelta al mundo. Con el correr de los días se supo que esos cuerpos eran de mercenarios de Blackwater.

El linchamiento de los “contratistas” puso sobre la mesa que la compañía no sólo realizaba operaciones militares fuera de lo acordado, sino que enviaba a sus propios mercenarios en vehículos sin blindar, con un poder de fuego reducido y a misiones casi suicidas, como en el caso de Faluya.

En 2007, en la plaza Nisur, de Bagdad, un convoy de Blackwater con cuatro vehículos blindados, que cargaban ametralladoras de 7,62 milímetros, capaces de derrumbar paredes, los mercenarios abrieron fuego de manera indiscriminada, sumando 17 víctimas, todas civiles. La ira del pueblo iraquí no tardó en manifestarse en las calles y en la profundización de las acciones armadas de una resistencia heterogénea.

Pese al encubrimiento político, judicial y mediático los mercenarios Dustin Heard, Evan Liberty, Paul Slough y Nicholas Slatten fueron condenados, los primeros a penas de 30 años y Slatten a cadena perpetua. En agosto de este año, la cadena Russia Today informó que un tribunal de apelaciones de Estados Unidos anuló las sentencias de los mercenarios y ordenó la celebración de un nuevo juicio a Slatten.

La masacre de la plaza de Nisur tuvo un impacto tan grande, que el expresidente Barack Obama revocó los contratos con Blackwater en 2009, para después volver a contratar a la empresa por cerca de 10.000 millones de dólares en 2010. El exprimer ministro de Qatar, Abdula bin Hamad Al-Attiyah, reveló que miles de mercenarios de la compañía fueron entrenados en Emiratos Árabes Unidos para invadir el territorio catarí.

Según el exprimer ministro, los Emiratos contrataron los servicios de Blackwater para sus operaciones en la invasión a Yemen, liderada por Arabia Saudí. Los mercenarios sufrieron varios reveses militares y se vieron obligados a abandonar ese país, el más pobre de Medio Oriente. El Gobierno de Catar confirmó que BW entrenó a unos 15.000 empleados, “gran parte de ellos de nacionalidad colombiana y suramericana”, en la base militar emiratí de Liwa.

En julio de 2017 también se conoció que el gobierno del presidente Donald Trump intentó que la firma de Prince retornara a sus andanzas en Afganistán. Según informó la cadena HispanTV, “Jared Kushner, asesor y yerno del mandatario estadounidense, y Steve Bannon, uno de los principales estrategas en la Casa Blanca, supervisaron la iniciativa y presentaron a sus candidatos para implementar el plan” de Trump: Prince y Stephen Feinberg, propietario de DynCorp International.

Scahill señala que “la guerra es un negocio y el negocio ha ido muy bien. No sólo son las acciones de Blackwater y los de su clase las que tienen que ser investigadas, reveladas y enjuiciadas: es todo el sistema en su conjunto”. Obviamente eso no ocurrirá en el gobierno de Donald Trump.

*Álvaro Verzi Rangel es sociólogo venezolano, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

Fuente: CLAE/Rebelión

 

Intentan “educar” a Trump sobre Venezuela.

Por Luis Beatón*

Recientemente, un denominado grupo de “Profesionales Veteranos de Inteligencia Por la Cordura (VIPS)” envió un memorando al presidente estadounidense, Donald Trump, para “educarlo” sobre su política contra Venezuela.

La tentativa ocurre en momentos en que Washington utiliza diversos medios para generar un clima de tensión insostenible para imponer su “ayuda salvadora” e instalar en Caracas la “democracia y la libertad” a sangre y fuego.

Llama la atención que el grupo está integrado por ex oficiales de la poderosa Agencia de Inteligencia de la Defensa, de la CIA, del Departamento de Estado e investigadores y analistas del amplio aparato que diseña y ejecuta la política exterior de ese país.

La mayor parte del documento enviado al mandatario, no se precisa si lo recibió o aun más si lo leyó, alerta que las políticas de la Casa Blanca hacia la nación suramericana “parecen estar en una pendiente resbaladiza que puede llevarnos a la guerra en ese país y a una confrontación militar con Rusia”.

Como exfuncionarios de inteligencia y profesionales de seguridad nacional, con muchas décadas de experiencia, lo exhortamos a no llegar al extremo de adoptar una catastrófica acción militar contra ese país, indican los firmantes del texto.

Asimismo, destacan que las políticas de la Casa Blanca sólo lograron ahondar la crisis, causar mayor sufrimiento humano y aumentar las probabilidades de violencia a escala nacional, uno de los objetivos del Pentágono para alcanzar “expropiar” la soberanía venezolana.

En nuestra opinión, plantean, el consejo que usted recibe de sus principales consejeros –el senador Marco Rubio; el consejero de Seguridad Nacional, John Bolton; el enviado especial Elliott Abrams y el secretario de Estado, Mike Pompeo– fue y sigue siendo erróneo.

Los veteranos estudiosos hablan del fracaso de planes para impulsar a los militares a levantarse contra el presidente Nicolás Maduro, algo que reiteran planes del Comando Sur pese a su descalabro.

“Su equipo mostró falta de comprensión del nacionalismo en Venezuela. Los venezolanos no quieren la destrucción que causaría una acción militar estadunidense; recuerdan la cuota de muerte causada por la Operación Causa Justa, cuando Estados Unidos dio muerte a más de 3 mil panameños (según cifras de Washington) para derrocar a Manuel Noriega”, precisa el mensaje a Trump.

En sus recomendaciones, los expertos y analistas de inteligencia hicieron un llamado a Trump a evitar la pendiente resbaladiza dejando a un lado “andar picando pleitos, como es derrocar gobiernos, bloquear la negociación de acuerdos y amenazar el derecho soberano de otros gobiernos a realizar actividades que no amenazan a nuestra seguridad nacional”, lo que dijeron “rara vez es una ruta prudente”.

Invocar la Doctrina Monroe de 1823 no ayuda en nada. Que Rusia brinde asistencia para propósitos defensivos a una nación en la que buscamos crear un cambio de régimen y a la que amenazamos con un ataque militar no se vería en muchos lugares como una violación a tal doctrina o como cruzar una línea roja, acentuaron los firmantes.

Percibimos que algunos medios intentan apremiarlo a adoptar medidas de fuerza, quizá incluso de naturaleza militar, para castigar a Rusia. Lo exhortamos a no caer en esa trampa. Esta no es la América Latina del siglo XIX, y estamos muy lejos de la crisis de los misiles en Cuba de 1962, sostienen.

Destaca el llamado de los VIPS de que “las energías de Washington estarían mejor empleadas en aclarar diferencias, ajustar políticas fallidas y promover una solución pacífica en Venezuela”.

Eso en concreto representaría el abandono de planes para una intervención e intentar balcanizar el país, estrategia seguida por el secretario de Estado Pompeo en su gira por Chile, Paraguay, Perú y Colombia.

También los VIPS critican los planes de “balcanización”, crear una “zona liberada” en la frontera sur, en el estado Táchira, limítrofe con el departamento Norte de Santander en Colombia, por donde se intentó, el 23 de febrero ingresar la “ayuda humanitaria” estadounidense, caballo de Troya de una eventual invasión donde los colombianos jugaron un papel clave.

En todo este escenario también destacan el fracaso de crear las condiciones mediáticas y objetivas para hacer del Estado de Zulia una especie de estado fallido, un territorio sin ley, y de esta manera propiciar una intervención militar multinacional con “carácter humanitario”.

Según analistas sobre el terreno, desde Washington aun se piensa en el esquema de guerra híbrida y multidimensional contra Venezuela, creen que es más factible ocupar militarmente y llevar “ayuda humanitaria” sólo al Estado de Zulia que hacerlo en todo el territorio del país.

Zulia es una zona principalmente petrolera, pero también ganadera, que limita con Colombia, lo cual la convierte en un área geoestratégica fundamental, y diferentes denuncias la anotan como protagonista de posibles intentonas contra el gobierno chavista.

Pese al intento de “educar” a Trump y a su administración, este mes Craig Faller, jefe del Comando Sur, dijo que están listos para intervenir en Venezuela en contradicción con su camaleónica afirmación de que Washington aspiraba a una “solución diplomática”.

El comandante estadounidense aceptó por primera vez que las Fuerzas Militares están dispuestas a intervenir en caso de que reciban la orden de su comandante en jefe, Donald Trump.

Faller hizo su revelación en una entrevista con la revista Foreign Policy, donde fue más allá y aseguró que la situación no se solucionará con las presiones diplomáticas y las sanciones económicas de la Casa Blanca.

Todo parece indicar que pese a los esfuerzos de influir en la política de la Casa Blanca, la administración seguirá su camino por la pendiente resbaladiza.

*Luis Beatón es periodista cubano, ex corresponsal de PL en Estados Unidos

Fuente: Almayadeen

GoodByeLenín (en Ecuador).

Por: Alfredo Serrano Mancilla

Se va y él lo sabe. Ni siquiera ha llegado a los dos años y su imagen positiva sigue en caída libre. Según las dos últimas encuestas realizadas por Celag, Lenín Moreno pasó de tener un saldo neto positivo de 2,8 puntos en noviembre de 2018 a uno negativo de 19 en marzo de este año.

Se va y él lo sabe. Ni siquiera ha llegado a los dos años y su imagen positiva sigue en caída libre. Según las dos últimas encuestas realizadas por Celag, Lenín Moreno pasó de tener un saldo neto positivo de 2,8 puntos en noviembre de 2018 a uno negativo de 19 en marzo de este año. A estas alturas, pocos creen que sea él quién esté gobernando. Con datos de la misma encuesta, la mayoría de los ecuatorianos piensa que son los grupos económicos, el Gobierno de Estados Unidos y Jaime Nebot los que realmente dirigen al país, muy por delante de la rectoría del propio presidente.

Se mire por donde se mire, Lenín tiene los días contados y él es consciente de ello. No tiene apoyo popular, como bien se demostró en los resultados de las recientes elecciones seccionales; tampoco tiene estructura partidaria propia; y ni siquiera tiene gabinete propio porque la mayoría de los ministros son representantes de intereses corporativos. Por su parte, los aliados políticos han iniciado un proceso de alejamiento sin retorno, porque ya no le necesitan para lo que fue la transición soñada que debía poner freno a Rafael Correa.

El sector empresarial también ha marcado distancia con el presidente; lo ven muy débil, saben que se aproxima su final, y es mejor no quedar pegado a él. A partir de ahora, la presión subirá. Los dueños de los dólares dejarán de liquidar exportaciones y acelerarán el proceso de llevarse el dinero al exterior gracias, precisamente, a la decisión de Lenín de eliminar el impuesto de salida de divisas. Así generarán la tormenta perfecta en base a una sensación de caos e incertidumbre, terreno en el que se mueven como pez en el agua, autoerigiéndose como imprescindibles. De esta forma, a Lenín se le va esfumando de su lado toda la batería de “amigos”, salvo los medios de comunicación, que por ahora no han virado de línea editorial, aunque les queda poco. Ya conocemos bien a estas grandes empresas: son de fácil conversión y siempre les gusta jugar con viento a favor. Seguramente ya han apostado por el nuevo caballo ganador. O sea, según ellos, Nebot.

Lenín hizo todo lo que estaba en el papel. Cumplió su tarea. Y entonces le llega su turno. Fue de usar y tirar, de la misma manera que ha sucedido con tantos otros presidentes latinoamericanos (véase el caso de Michel Temer en Brasil). Hizo lo debido en todos los frentes: a) persiguió judicialmente a Correa y a muchos otros políticos de la revolución ciudadana hasta el punto de meter preso a su propio vicepresidente; b) a marcha forzada, desmanteló todo lo que pudo del Estado para debilitarlo como mandan los cánones neoliberales; c) reformó a su antojo toda la megaestructura judicial cambiando a fiscales, jueces y miembros del Tribunal Constitucional así como al Órgano Electoral; d) en lo económico ha dado sus primeros pasos (especialmente en lo tributario) y dejado todo listo para que el FMI entre con todo, incluida la reforma laboral; y e) en lo internacional se fue rápidamente a servir a los Estados Unidos en todos los frentes: abriendo oficinas de Estados Unidos en el país para que puedan actuar como en la época de las bases militares; se lanzó contra Venezuela incluso reconociendo y recibiendo a Juan Guaidó como presidente interino; en la OEA se sumó a votar siempre según indicara el país hegemón; pidió a gritos ser miembro de la Alianza del Pacífico, y se sumó a Prosur al mismo tiempo que quiso enterrar a Unasur. Su última decisión desesperada, como manotazo de ahogado, ha sido retirar el asilo a Julian Assange, violando toda la normativa del derecho internacional, y ponérselo en bandeja a Estados Unidos para su extradición. Con ello mató dos pájaros de un tiro: por un lado, haciendo uso y abuso del Estado, se vengó de quien descubrió una trama de corrupción muy importante en la que el protagonista era él mismo, el mismísimo presidente; y, por otro lado, seguramente hizo su último gesto a favor de los Estados Unidos para que le garantizaran una salida digna y confortable al acabar su periplo presidencial.

Lenín es una magnífica demostración de que no hay que fiarse de aquél que sonríe demasiado en medio de la escena política. Quien fuera el máximo representante de la Misión Ternura acabó entregando a Assange, dando un paso definitivo para que se incrementen las probabilidades de que lo condenen a la pena de muerte. Otra paradoja más en la vida política de este personaje que se presentó en su momento como “centrista fanático”, a traer paz en tiempos de confrontación, y ciertamente sí, era verdad que no venía para confrontar, al menos no en el sentido de defender la soberanía del país, permitiendo que Estados Unidos haga de Ecuador lo mismo que hace en su vecina Colombia.

El final ya está escrito. No sabemos exactamente cuándo, pero seguramente será más pronto que tarde. Ya lo ha dicho hasta el mismo Nebot: no se puede esperar más, el 2021 es demasiado tarde. Y, por su parte, Correa sigue más vivo que nunca, lo que es inversamente proporcional al tiempo de vida política de Lenín. Las vías para salir son múltiples: muerte cruzada, revocatorio o simple renuncia y anticipo electoral. Sea como fuere el canal institucional, la política ya ha fijado la fecha de caducidad.

¡Goodbye Lenin!

Fuente: TeleSur.