EDITORIAL

 

La Vieja Europa: su pecado original.

 

Hoy voy a escribir sobre un caribeño que murió, mejor dicho fue asesinado, hace más de 525 años; nadie sabe cuál fue su nombre, que edad tenía, ni tampoco en qué lugar nació; mucho menos si era pescador, alfarero o …. Sí se sabe, en cambio, la localidad en que a miles de kilómetros de distancia fue sepultado, aunque lejos de un cementerio o iglesia, pues no resultaba merecedor de que su alma infiel se mezclase con las de los devotos que, con miles de sacrificios o no, pagaron a los sacerdotes de la época para el perdón de sus pecados y por la vida eterna.

 

Muchos se preguntarán a santo (por seguir hablando de divinidades) de qué voy a hablar de un desconocido si tantos y muy importantes hechos han acontecido en Latinoamérica y el Caribe durante las últimas semanas.

 

¿Será que para este escribidor resulta más importante el fallecimiento de un desconocido, hace más de 500 años, que el asesinato en Colombia de un niño de tan sólo siete meses, que pagó con su vida el que su padre hubiese militado en las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP)? Por cierto, ya van por 128 los asesinatos cometidos contra excambatientes de esa agrupación desde que firmó los acuerdos de paz con un gobierno que nunca ha cumplido con acuerdos de ese género, pues con guerra y  narcotráfico se enriquece la oligarquía y su burocracia, enquistadas en el Estado. Pero no es esa la única muerte ni tampoco la única cifra que causa horror, el pasado año 2018, se contabilizaron 648 asesinatos de líderes y defensores de derechos humanos, lo que pone de manifiesto la crisis humanitaria que vive ese país.

 

También puede parecer al lector que doy más importancia a la muerte de ese caribeño, hace más de cinco siglos, que a la aprobación del Senado estadounidense de una resolución bipartidista en la que, en franca injerencia en los asuntos internos bolivianos, se muestra “preocupación” por la postulación para un nuevo mandato, en las elecciones presidenciales de este año, de Evo Morales, o a la entrega a las autoridades británicas del fundador de Wikileaks, Julian Assange, por parte del gobierno de Lenin Moreno para complacer a las élites ultraderechistas estadounidenses que aspiran a enjuiciarlo; si las fuerzas progresistas no pueden impedir su extradición, el imperialismo mostrará en Assange el ejemplo de lo que puede suceder a quienes digan al mundo las verdades de la barbarie y la corruptela imperial; por el contrario, las fuerzas progresistas tendrán en su caso una clara demostración de que para el imperialismo no existe su tan cacareada libertad de prensa.

 

Sin dudas han acontecido importantísimos hechos en el transcurso de estas últimas semanas, incluyendo el aumento de los encaminados por parte del gobierno de Estados Unidos a acabar con “la troika de la tiranía” y “los secuaces del socialismo” (así se refieren los desgobernantes yanquis a las insumisas Venezuela, Cuba y Nicaragua) pero, quiérase o no, de una forma u otra, todos estos hechos y muchos que por un problema de espacio aquí no relatamos, tienen su origen en las raíces que quedaron plantadas en la perdida tumba de ese infeliz desconocido caribeño.

 

Es que la guerra de última generación contra Venezuela, Nicaragua y Cuba que lleva a cabo la administración de Donald Trump, para intentar rendir por hambre y necesidades a esos pueblos, goza de la solapada complacencia de la vieja Europa aún cuando hipócritamente sus gobernantes se digan contrarios a una posible intervención militar directa de Estados Unidos en Venezuela, o se declaren contrarios a la aplicación del título tercero de la ley Helms Burton, a fin de intensificar el bloqueo económico y financiero  contra Cuba.

 

Los gobiernos de la Europa comunitaria se dicen contrarios a una intervención militar directa de Estados Unidos en Venezuela, pero reconocen como presidente de ese país a alguien que se autoproclamó como tal -o mejor dicho, fue proclamado como tal por Estados Unidos- y que plantea puede solicitar la intervención armada de su amo, y a la vez apoyan todas las agresiones económicas y de todo tipo contra el gobierno constitucional, para propiciar una desestabilización que “justifique” una “intervención humanitaria”.

 

Un importantísimo papel en esa política imperial juegan los gobernantes de España y Portugal, que intentan ser reconocidos como submetrópolis de lo que siglos atrás formaba parte de sus colonias. Triste papel: mientras Donald Trump envió al vicepresidente, Mike Pence, y al ex jefe de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), devenido en secretario de Estado, Mike Pompeo, a coordinar con sus aliados ultraderechistas latinoamericanos la política contra la “troika de la tiranía”, España y Portugal  recibieron como emisario al delincuente Elliott Abrams, condenado por el escándalo Irán-Contra mientras servía a los gobiernos de Ronald Reagan y  George W. Bush e indultado por el hijo de este último, George H. W. Bush, quien en reconocimiento por su labor encubierta en la guerra contra Nicaragua y las atrocidades cometidas en ese país, así como en El Salvador, Honduras y Guatemala, lo nombró su asesor en el Consejo de Seguridad Nacional cargo desde el que dio el visto bueno al golpe de estado contra Hugo Chávez en 2002.

 

Donald Trump, como buen empresario, no podía  dejar de aprovechar tanta experiencia acumulada y ahora lo nombró como su emisario para asuntos venezolanos. Así, con parche en el ojo y pata de palo, desembarcó en Madrid Elliott Abrams, que fue recibido por “altos responsables” del gobierno socialista español; según las fuentes consultadas la única preocupación que le mostraron esos “altos responsables” fue el perjuicio que podría tener la compañía petrolera española Repsol como consecuencia de las sanciones estadounidenses contra Venezuela.

No se habla de que en Lisboa, Abrams tuviese que oir de preocupaciones por parte del gobierno portugués,  socialista al igual que el español; más bien pasó por allí para felicitar pues el estatal Novo Banco mantiene congelado  a Venezuela un monto de 1 726 millones de dólares, que estaban destinados a la compra en Europa de comida y medicamentos.

De ese dinero, en tres  ocasiones Novo Banco se ha negado a procesar las órdenes de pago, a favor de la Asociación para el Trasplante de Médula Ósea de Italia, debido a las sanciones y amenazas impuestas por EE.UU.; en estos momentos 26 pacientes que se encuentran en Italia para el trasplante de médula ósea están pendientes de una transferencia por 4.851.252 de euros necesarios para asegurarles la atención médica. En Venezuela, ya se cuantifican cientos los casos de muerte por carencia de medicamentos, entre los que se encuentran varios niños.

Las terribles dictaduras de Francisco Franco, en España, y Oliveira Salazar, en Portugal, tenían más independencia en su política exterior que los actuales gobernantes de esos países, que ahora fungen como simples servidores del colonialismo mundial.

La lógica e histórica influencia de los gobiernos de España y Portugal en la toma de decisiones de la Comunidad Económica Europea (CE) en relación con Latinoamérica es muy bien aprovechada por el gobierno estadounidense que usa a las exmetrópolis para hacer valer la doctrina Monroe.  Antes, como colonizadores, la rechazaban y ahora la apoyan como sumisos servidores.

Hipócritamente la CE  habla de crisis humanitaria en Venezuela y mantiene congelados en sus bancos miles de millones de ese país, a la vez que acepta que EE.UU. se hubiese apropiado, en lo que va de año, más de 30 mil millones de dólares de Venezuela.

La realidad es que lo único que interesa a la CE son sus negocios, porque ella forma parte de la dictadura económica mundial. Los estados nacionales apenas existen (existen cuando conviene a los intereses económicos); el gran capital es quien ordena y gobierna. ¿Por qué la CE está en contra de la aplicación del Capítulo III de la ley Helms-Burton contra Cuba? Simplemente, porque muy importantes cadenas hoteleras europeas y sobretodo españolas tienen grandes intereses de la Isla; si no fuese así muy poco les importaría que el pueblo cubano muriese de hambre y enfermedades.

 

Cuando el pasado año visité Galicia, uno de mis grandes amigos gallegos, Gustavo Luca de Tena, me preguntó -para acompañarme- a donde quería ir y raudo le respondí que al balneario de Baiona. La realidad era que quería me relatara con su culta y enciclopédica memoria lo que conociera sobre el arribo a esas playas de una de las carabelas de Cristóbal Colón, La Pinta, capitaneada por Martín Alonso Pinzón.

 

Desde los muelles pude contemplar la réplica de ese navío, anclada a unos treinta metros, como si mirara hacia los muros del Castillo de Monrreal, en el que al pie de uno de ellos fue sepultado, prácticamente al llegar, en el frío febrero de 1493, el primer indígena americano traído para ser mostrado a los reyes como constancia del “descubrimiento”.

 

De pie, frente al pedazo del muro que en ese momento servía de parqueo a unas bicicletas, donde la tradición oral asegura fue enterrado ese mártir desconocido, sin ninguna señal en particular que lo distinguiera, guardé silencio en señal de respeto y pensé que algún día, cuando menos una tarja lo honraría.

Convencido estoy de que decenas o tal vez cientos de monumentos se han erigido para recordar al Gran y Valiente Almirante, como se intenta describir a un Cristóbal Colón que italianos, gallegos y portugueses se disputan como nacido en sus territorios, y que en su diario de viaje nos dejara clara constancia de cómo eran los indígenas americanos que exhibiría ante los reyes, y cuáles eran las verdaderas intenciones, hacia ellos, de él y de los monarcas europeos: “[…] Nos trajeron loros y bolas de algodón y lanzas y muchas otras cosas más que cambiaron por cuentas y cascabeles de halcón No tuvieron ningún inconveniente en darnos todo lo que poseían. […] Eran de fuerte constitución, con cuerpos bien hechos y hermosos rasgos. […] No llevan armas, ni las conocen Al enseñarles una espada, la cogieron por el filo y se cortaron al no saber lo que era. No tienen hierro. Sus lanzas son de caña. […] Serían unos criados magníficos. […] Con cincuenta hombres los subyugaríamos a todos y con ellos haríamos lo que quisiéramos.”

Patrimonio, capital, riqueza, consumo, sacrosanta propiedad privada (palabras todas manchadas de sangre)…, como lo llamen los personajes de acuerdo a las fechas, han movido históricamente y siempre en provecho de la primera, las relaciones entre la vieja Europa y Nuestra América.

Allí, a la orilla de un muro del Castillo de Monrreal yace no enterrado y sí insepulto el pecado original que aún, por mantener su esencia, lastra las  relaciones normales entre Europa y Latinoamérica y muy particularmente entre una península ibérica que ahora se conforma con ser vocera del gran imperio y no ha aprendido a respetar a aquellos que dejaron de ser esclavos y hoy se niegan a ser nuevamente encadenados.

 

 

Eddy E. Jiménez

 

TITULARES

– Las mil batallas de Jesús Santrich. Por Carlos Aznárez*

Cristina Kirchner: del cerco judicial a la centralidad política. Por José Miguel Candia

El contacto venezolano en Noruega, un cambio. Por Rómulo Pardo Silva

Guaidó “contrata” a un sicario económico para la deuda venezolana. Por Franco Vielma

– Maduro planea elecciones legislativas anticipadas. Por Marco Teruggi

 

 

Las mil batallas de Jesús Santrich.

Por Carlos Aznárez*

Si faltaba una nueva señal para demostrar que los acuerdos de paz entre las FARC y el gobierno colombiano se han convertido en una gran trampa para los revolucionarios de ese país, ahí está la última puesta en escena que el uribismo, hoy en el poder, ha hecho con la situación dolorosa que atraviesa el ex-comandante fariano Jesús Santrich.

Al detenerlo la primera vez de manera ilegal bajo la falsa acusación de “haber delinquido con posterioridad a la firma final del acuerdo de paz”, sus enemigos abrieron así la puerta para que sea la justicia ordinaria la que se haga cargo del proceso judicial y conceder la exigencia del gobierno de Estados Unidos para que sea extraditado. Posteriormente, tras la presión local e internacional la debilitada Jurisdicción Especial de Paz (JEP) incluyó su caso, y después de muchas idas y vueltas desestimó el pedido de extradición y ordenó su libertad.

Pero la Colombia actual está en manos de un gobierno que no solo está lindando con el fascismo, sino que al igual que sus aliados de (Israel), se jactan de desconocer los fallos de la Justicia que les son desfavorables y operan en consecuencia. Por eso, el caso Santrich volvió a sufrir un vuelco vergonzoso cuando la presión del propio Uribe, asegurando que no lo dejarían en libertad y que se cumpliría con el pedido de extradición, obligó al prisionero a tomar la actitud digna de intentar sacrificar su propia vida antes de ser trasladado mansamente a prisiones yanquis de exterminio, como la que ya sufre su compatriota Simón Trinidad.

Luego vino lo ya sabido: un hábeas corpus aceptado, los funcionarios de la prisión de La Picota dopando al prisionero para montarlo en una silla de ruedas y hacer la farsa de una liberación que duró apenas dos minutos, y luego, ya recapturado sin orden judicial alguna, conducido de urgencia a un hospital debido a que Santrich sufriera un paro cardiorespiratorio.

Justamente él, que durante toda su militancia en la guerrilla combatió a la putrefacta burguesía colombiana que es una de las sostenedoras principales del millonario negocio narco en sociedad con los traficantes estadounidenses. Así es la impudicia de quienes ahora gobiernan en Colombia y buscan condenar a Santrich, ya que son justamente ellos los que durante todo el andar delincuencial del uribismo, no solo protegieron a los distintos cárteles de la droga sino que conformaron estructuras paramilitares ad hoc. De allí que todos estos años fueron surgiendo las “Convivir” del ex presidente Uribe Vélez, pasando por las Autodefensas Unidas de Colombia (las tristemente célebres AUC de la motosierra) que asesinaron junto al Ejército, a decenas de miles de personas, durante el mandato de Uribe y Santos. Los mismos que ahora regentean, con la anuencia del presidente Iván Duque, las “Águilas Negras” que amenazan y matan a líderes y lideresas sociales.

Santrich es un patriota latinoamericano, un hombre de ideas sólidas, marxista, revolucionario, que dedicó toda su vida a la lucha por una Colombia con justicia social, que apoyó en la Mesa de La Habana la idea de negociar la paz sin hipotecar los principios, y que al ver que lo que se había firmado era tergiversado y ninguneado por la politiquería burguesa colombiana, hizo oír sus críticas, marcando la traición del ex presidente Santos y la debilidad de la fuerza propia para reconducir el proceso. No fue el único: junto con Iván Márquez, Joaquín Gómez, Hernán Velázquez (“El Paísa”) y otros dirigentes guerrilleros, alzaron sus voces y se autocriticaron, reconociendo que la entrega de armas y otras exigencias del acuerdo no deberían haberse aceptado sin conseguir antes los objetivos rubricados por ambas partes.

Es por todo ello que el régimen uribista presidido por el títere Iván Duque, mantiene a Santrich en prisión, intentando castigar su comportamiento digno, tratando de enviar así un mensaje de sumisión y disciplinamiento a quienes siguen optando por la rebeldía junto al pueblo colombiano. Pero se equivocan Duque, Uribe y sus padrinos de Washington. Santrich está hecho de una pasta especial, la de hombres como Manuel Marulanda o de Camilo Torres, indoblegables ante las injusticias y los atropellos, luchadores siempre. Es por eso que él no cede ante las provocaciones de sus enemigos y sigue batallando allí donde se encuentre, a pesar de las graves circunstancias que hoy atraviesa.

Mientras él sigue poniendo el cuerpo, es necesario redoblar la solidaridad internacional para exigir la libertad inmediata de Jesús Santrich, repudiar los intentos de régimen derechista y uribista colombiano y rechazar de plano cualquier intento de que sea extraditado a EE.UU.   Hoy por hoy, Santrich somos todos y todas.

*Carlos Aznárez es especialista en política internacional y director del periódico Resumen Latinoamericano.

Fuente: Al Mayadeen

 

Cristina Kirchner: del cerco judicial a la centralidad política.

Por José Miguel Candia

En una decisión, tan sorpresiva como inteligente, la exmandataria Cristina F. de Kirchner tomó la iniciativa, en la mañana del sábado 18 de mayo, de anunciar la integración de la fórmula presidencial destinada a competir en las elecciones de octubre de este año.

En una decisión, tan sorpresiva como inteligente, la exmandataria Cristina F. de Kirchner tomó la iniciativa, en la mañana del sábado 18 de mayo, de anunciar la integración de la fórmula presidencial destinada a competir en las elecciones de octubre de este año. El dato más relevante de esta determinación es que el primer término lo ocupa Alberto Fernández, dirigente peronista y excolaborador de Néstor Kirchner y de la propia Cristina, mientras se reserva el cargo de Vice para ella.

La tarde del pasado 9 de mayo, al presentar su libro Sinceramente en la FIL de Buenos Aires, sorprendió con un discurso de unidad nacional que dejó sin argumentos a la derecha mediática y a los “intelectuales” de la coalición gobernante Cambiemos. Entonces ¿qué precipitó la decisión del sábado 18?. Se trató de: ¿Dudas sobre una posible resolución judicial condenatoria en alguna de las once causas que Cristina tiene abiertas en su contra? ¿Un gesto desesperado para tratar de salvar a su hija Florencia – sin fueros – de un posible arresto? ¿O un intento tardío destinado a ganarse la buena voluntad del gran capital y de los corporativos mediáticos, implacables enemigos de su gestión y de su figura?.

En sentido estricto, podemos afirmar que ninguno de los factores anteriores fue definitorio. El acto de adelantar su decisión de participar en el proceso electoral – en duda hasta el viernes 17 de mayo – y de hacerlo en el segundo término de la fórmula, responde a varias causas que es posible mencionar sin excluir a otros condicionantes que escapan a las posibilidades de esta nota. En un orden un tanto arbitrario y sin marcar jerarquías, es posible citar los siguientes factores: a. Ratificar su calidad de líder y conductora de esa amplia amalgama de fuerzas sociales y políticas que integran el campo popular; b. Recuperar la iniciativa en momentos en los cuales la ofensiva de la derecha económica y mediática reduce el espacio de maniobra de la oposición al gobierno de Mauricio Macri; c. Establecer un referente claro a partir del cual el Partido Justicialista (peronista) la fuerza de origen de la propia Cristina Kirchner, pueda reagrupar sus fuerzas y poner límites a las corrientes internas más conciliadoras con el gobierno de Macri; d. Impedir que los exponentes partidarios del peronismo, más decididos a pactar un acuerdo con el gobierno que les permita aislar a Cristina y capitalizar el voto mayoritario del Movimiento Justicialista, puedan llevar a cabo sus propósitos. Dirigentes provinciales como Juan Manuel Urtubey, Juan Schiaretti y el senador Miguel Ángel Pichetto, trabajan en esa dirección; e. Enviar una señal a las franjas más golpeadas del empresariado nacional y a los organismos financieros internacionales, de que en caso de triunfar habrá una política de reactivación económica que no ponga en riesgo el patrimonio de la planta productiva o desconozca de manera unilateral los acuerdos firmados por el gobierno de Macri en materia de créditos externos, a reserva de la renegociación de los términos del pago de los vencimientos anuales comprometidos en 2018 y 2019; f. Llevar tranquilidad a las franjas más conservadoras de las clases medias que fueron ganadas culturalmente por la campaña mediática de la derecha y temen el regreso del “populismo”. Un primer efecto positivo fue el rápido acercamiento de Sergio Massa, líder del Frente Renovador, una expresión tibia del peronismo.

La iniciativa de Cristina Kirchner al anunciar públicamente la fórmula presidencial que encabeza el ex Jefe de Gabinete Alberto Fernández, y que la ubica a ella como postulante al cargo de vicepresidente, constituye un acto de indudable talento político en momentos en los cuales se encuentra asediada por las manipulaciones del Poder Judicial – el martes 21 de mayo debe presentarse al primer juicio oral –y el intento de un sector de la dirigencia del peronismo de aislarla de la lucha electoral y ofrecerla como prenda de cambio.

Supo sortear con indudable inteligencia, esta coyuntura, lo que queda por delante no son tareas menores, se trata de rearmar el debilitado tejido de las combativas pero dispersas fuerzas del campo popular. También en esos cielos Cristina sabe como pilotear las tormentas.

Fuente: Telesurtv.net

 

El contacto venezolano en Noruega, un cambio.

Por Rómulo Pardo Silva

El Grupo de Contacto destaca la buena disposición del gobierno y la oposición para establecer diálogos en Venezuela. Esta formación cuenta con integrantes de diversos países y está trabajando en la búsqueda de soluciones pacíficas a la actual crisis en Venezuela. Emol

Maduro ha dicho que hay buenas noticias del inicio de las conversaciones de Oslo anotando que es una de muchas anteriores fracasadas.

Estados Unidos no participa formalmente aunque es o fue decisivo. En febrero de 2018 cuando uno de los mediadores era Rodríguez Zapatero hubo un documento acordado por la oposición con el gobierno y al momento de la firma la llamada de un funcionario estadounidense lo anuló.

En este momento la situación de las partes, en especial de los golpistas, parece haber cambiado de manera importante.

Maduro llega con victorias que no han podido ser ocultadas, el apoyo activo en el pueblo, la lealtad de los militares, el respaldo internacional de Rusia y China como potencias.

Su debilidad es el efecto grave que ya ha provocado en el país la guerra comercial financiera de Estados Unidos, un estudio dice que 40. 000 personas han muerto por el bloqueo a la compra de medicamentos y alimentos.

La oposición venezolana acude luego de duras derrotas. Fracasó en febrero para entrar camiones desde Colombia, el 30 de abril el plan para hacer expulsar a Maduro por el ejército, después de ese día el escaso número de asistentes al llamado a manifestarse frente a los cuarteles.

Algunos sostienen que se ha producido un desajuste entre los partidos de oposición. La afirmación del diputado Guaidó de estar abierto a aceptar una invasión de ejércitos extranjeros para hacer una guerra en el país puede haber sido un punto de discusión.

Hasta el momento el diputado no ha expresado apoyo a un desarrollo en Oslo; es difícil que un político que tenía como objetivo el fin del gobierno de Maduro en veinte días haya cambiado para ser parte de un diálogo con él.

La política de Washington hacia el gobierno de Venezuela queda afectada y está en duda. Ha perdido en todos sus planes.

En círculos de la Casa Blanca se dice que podría haber un cambio en los asesores de esa línea porque Trump, que busca la reelección, siente haber sido engañado desdibujando su posición de no ir a guerras militares en el mundo sino a las de sanciones y de injerencia para subversiones locales.

Lateralmente un acuerdo entre venezolanos deja sin base el argumento de miles de militares cubanos detrás de Maduro usado para la aplicación de la Ley Helms-Burton, que ha agravado el asedio a la revolución socialista.

¿Cómo volvería Estados Unidos atrás?

La agresiva Colombia tiene problemas internos, asesinato de líderes sociales y exguerrilleros, desalojos y migración de campesinos, una acusación de golpe de estado desacatando de hecho una resolución judicial en el caso Jesús Santrich, una economía en dificultades.

La confianza en una intervención de Bolsonaro en Venezuela disminuye junto con su conducción económica bajo crítica, el peligro de ascenso de Lula y la pérdida de apoyo en la población, hubo marchas en más de 200 ciudades en su contra. En Estados Unidos importantes demócratas y republicanos se negaron a participar en un homenaje a él, uno de ellos el expresidente Bush.

Un nuevo resultado negativo en Noruega es posible pero es claro que se han producido cambios en la oposición interna y externa.

Ya no es segura la obediencia de todos los partidos locales a Trump y su equipo. Oslo es lo contrario de la política golpista aplicada hace menos de un mes.

Fuente: Rebelión

Guaidó “contrata” a un sicario económico para la deuda venezolana.

Por Franco Vielma

Juan Guiadó anunció el lunes pasado que había autorizado la contratación del experto Lee Buchheit, para asesorar la “reestructuración y refinanciamiento” de la deuda pública externa de Venezuela. El anuncio ocurrió al margen la legalidad venezolana, ya que Guaidó no posee control ejecutivo de las instituciones venezolanas, mientras intenta usurpar funciones que no le corresponden.

El uso discrecional de los recursos retenidos a la nación

Hace un par de semanas el parlamento de Venezuela en desacato y en nulidad de sus actos, “aprobó” que el gobierno artificial de Juan Guaidó hiciera uso de los recursos congelados a la nación por orden del Departamento del Tesoro estadounidense, para cumplir con el pago de intereses del bono PDVSA 2020 a beneficio de sus acreedores, buena parte de ellos ubicados en suelo estadounidense.

La contratación de Lee Buchheit, un conocido renegociador de deuda, viene de la mano con la intención de continuar el proceso de uso y empleo a discrecionalidad sobre los recursos financieros confiscados ilegalmente a Venezuela.

Luego de constantes referencias que pretendidamente legitimaban el congelamiento de los activos venezolanos supuestamente para salvaguardarlos y destinarlos a un buen uso en beneficio de la población y para “superar la crisis humanitaria”, el gobierno paralelo ha preferido ahora orientarlos a favor de bonistas y acreedores.

Para ello programan un proceso de “reestructuración y refinanciamiento” de la deuda venezolana sin más respaldo que los propios activos congelados a la nación en el extranjero que van desde recursos financieros por casi 6 mil millones de dólares, además de la empresa venezolana CITGO Petroleum, en suelo estadounidense, con un valor cercano a los 8 mil millones de dólares.

Guaidó pide ayuda a un sicario económico

En teoría, Lee Buchheit ha aceptado la asesoría de forma ad honorem y prestará sus servicios bajo los auspicios del “International Advisory and Dispute Resolution Unit” (unidad de asesoría internacional y de resolución de disputas). No obstante, el prontuario de Buchheit es de los más amplios en el manejo de deudas soberanas y sus experiencias anteriores causan sospecha.

Buchheit fue el renegociador de la deuda soberana más grande (en relación al PIB del país) conocida en la historia, la deuda griega en el año 2012, por un monto neto de más de 200 mil millones de dólares. Fue artífice de la disolución de hecho del Estado griego y la confiscación de su política nacional frente a la Eurozona y el Banco Europeo.

Mediante un severo ajuste con los acreedores de la deuda griega, siendo ese el cenit para la implementación de nuevos paquetes de austeridad y endeudamiento entre la nación helena con el Fondo Monetario Internacional (FMI), se impusieron políticas neoliberales draconianas que al día de hoy siguen profundizándose en dicho país.

Dicho abogado tuvo también el rol exacto de actuar como “abogado del diablo” justo luego de la invasión a Irak en el año 2003, para asumir la renegociación de su deuda soberana en el período 2005-2008.

Irak, asediada y bloqueada militar y financieramente desde 1990, fue objeto de demandas por haber caído en impagos durante los últimos años del gobierno de Saddam Hussein por una cuantía superior a los 140 mil millones de dólares. Buchheit hizo “los buenos oficios” para establecer los nuevos términos de endeudamiento y pago en la destruida y ocupada nación, mediante acuerdos a beneficio de los acreedores y a expensas de enormes penurias de la población iraquí con deudas que están en vigor al día de hoy.

Buchheit reapareció luego en América Latina, concretamente en Argentina, justo en el auge de un nuevo gobierno neoliberal en la nación austral a cargo de Mauricio Macri.

Como es sabido, el gobierno de Macri dio al traste con las políticas de gestión de deuda que había sido emprendido en los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Macri trajo de vuelta a los fondos buitres e inició un proceso de renegociación de la deuda, marcado por la polémica y por el regreso a condiciones de beneficio a los capitales de riesgo (capitales buitre), a costa de nuevos daños a la población del país sudamericano por nuevas medidas de ajuste.

En el año 2016, Lee Buchheit asesoró las gestiones del secretario de finanzas, Luis Caputo, para apuntalar las formas de reestructuración y refinanciamiento de la deuda argentina, asunto que evolucionó como factor indispensable de un nuevo desbarajuste en la economía y su colocación, nuevamente de rodillas, ante el FMI, mediante un nuevo endeudamiento adquirido en el año 2018 por el gobierno de Macri.

Guerra contra la soberanía

Uno de los elementos más significativos que implica el llamado a Lee Buchheit por parte de Juan Guaidó, está en el hecho de que por parte de la “Administración Guaidó” no hay ejercicio real del poder que respalde o legitime la conducción de la deuda venezolana con sus acreedores extranjeros.

No hay gobierno de hecho ni de derecho ejercido por Juan Guaidó. Esta reestructuración de la deuda venezolana reviste en el significado de dar forma al gobierno artificial de Guaidó y ese es su propósito político de fondo.

No obstante puertas afuera de Venezuela, este proceso reviste otros propósitos claros que beneficiarán exclusivamente a los acreedores de la deuda venezolana mediante el eventual pago de intereses y capital con dinero congelado a la Nación y que había sido colocado en agencias financieras con el propósito de adquirir alimentos y medicinas por parte del Estado venezolano.

La decisión de Guaidó de asumir acciones de “jefe de Estado”, pero fuera de Venezuela, produce una colusión profunda en la institucionalidad venezolana. Según la Constitución venezolana, ni la “presidencia interina” de Guaidó, en caso de que realmente existiera, está facultada para manejar la deuda externa, como tampoco el parlamento venezolano, instancia que en teoría, legitimará las “buenas gestiones” de Lee Buchheit.

Por otro lado, de consumarse estos actos, concurriría la eventual vulneración de la soberanía venezolana, camuflando mediante ello una potencial confiscación de hecho de los activos venezolanos en el extranjero, al disponerlos para el pago a los acreedores de la deuda nacional. Sin descartar además, el “refinanciamiento” de la deuda venezolana, mediante mecanismos espurios para el país, como el que tendría lugar si el “gobierno” de Guaidó asume negociar con el FMI, con los cuales en efecto, ya se han dado conversaciones.

En 2018, el Ministro de Hacienda de Colombia, Mauricio Cárdenas, declaró hacer gestiones para un rescate del FMI a Venezuela por 60 mil millones de dólares. En enero de este año la agencia de noticias Reuters informó que el equipo de Juan Guaidó en Estados Unidos estaría gestionando un préstamo al FMI para “financiar a su gobierno interino”.

Las acciones de Guaidó también dan al traste con la política soberana del gobierno del Presidente, Nicolás Maduro, tomada en el año 2017, de renegociar y reestructurar la deuda venezolana, una vez fueron impuestas nuevas condiciones mediante las sanciones que emitió la Casa Blanca mediante la Orden Ejecutiva de agosto de ese año, en la cual Venezuela quedó vetada del mercado internacional de bonos y deuda.

Las acciones de Washington en agosto de 2017 expulsaron a Venezuela del sistema financiero internacional e inhabilitaron al país de emitir deuda con propósitos de refinanciar la deuda adquirida en años anteriores, así como de emplear la banca extranjera.

Tales circunstancias impusieron al gobierno venezolano la obligación de establecer un default selectivo sobre ciertos bonos, en detrimento de los acreedores y para contener el menoscabo contra la población venezolana, que ha sufrido en los últimos dos años, los coletazos más severos del asedio económico orquestado por la Administración Trump.

Las gestiones de Guaidó en ese sentido van entonces en la dirección opuesta a la de Maduro, creándose un precedente inédito en la disposición y uso de los recursos venezolanos congelados por Washington, mediante el montaje de un gobierno paralelo que usará el dinero para medicinas y alimentos en pagar beneficios a fondos y tenedores foráneos.

Fuente: Misión Verdad

 

Maduro planea elecciones legislativas anticipadas.

Por Marco Teruggi

El 20 de mayo de 2018 es la fecha utilizada como punto de apoyo en la construcción narrativa del intento actual golpe de Estado. Ese día tuvo lugar la victoria electoral de Nicolás Maduro, que una parte importante de la derecha anunció que no reconocería desde meses antes, y así lo hizo. El día 22 de ese mayo, la Asamblea Nacional (AN), en desacato por dictamen del Tribunal Supremo de Justicia, declaró como “inexistente la farsa realizada el 20 de mayo”. Pasado casi ocho meses de aquel día apareció la traducción política del desconocimiento: la autoproclamación de Juan Guaidó como presidente interino.

La reelección de Maduro se aleja sin embargo de la construcción presentada por la derecha. Ese día participaron cuatro candidatos, Nicolás Maduro ganó con 6.190.612 votos, seguido por Henri Falcón con 1.917.036, y Javier Bertucci con 988.761 votos, con una participación del 46,02% del registro electoral. Estuvieron presentes observadores internacionales de varios continentes, y Rodríguez Zapatero, parte central de la mediación, afirmó que existían las mismas condiciones que en diciembre del 2015, cuando la oposición ganó la AN.

“Antes de que se produzca la elección se dice que no hay condiciones, no se ha visto nunca (…) es muy serio desde un punto de vista democrático desautorizar unas elecciones antes de que se celebren fruto de cuatro titulares de cuatro líderes políticos”, afirmó el expresidente de España antes de los comicios. La derecha lo acusó de chavista y cómplice por haber sostenido lo que había anticipado en República Dominicana ante la retirada de la oposición de la mesa de diálogos en enero de ese mismo año: que existía una decisión de buscar la salida de Maduro por caminos no electorales.

La argumentación para intentar conformar un gobierno paralelo se centró sobre esa fecha. Al no reconocer la elección del 20, tampoco lo hicieron con el comienzo del nuevo mandato de Maduro del 10 de enero del 2019, lo que se tradujo en una adaptación para sus fines de artículos de la Constitución para justificar la aparición de Guaidó bendecido por el tuit de Donald Trump que lo ungió como presidente interino de Venezuela.

Si la narrativa de la derecha toma ese punto de apoyo, el análisis del chavismo sitúa el inicio de la actual estrategia de asalto al poder en la decisión de levantarse de los diálogos de República Dominicana en enero del 2018. Es allí donde Estados Unidos (EEUU), con una parte de la derecha venezolana como operadora -centralmente los partidos Voluntad Popular y Primero Justicia-, tomó nuevamente la decisión de intentar un derrocamiento por la fuerza, como en el 2017, 2014, y en el ciclo inicial del chavismo en el gobierno 2001-2004. Lo que siguió fue el encadenamiento de los pasos hasta intentar el desenlace que debía ser veloz según los cálculos.

Un año después de la elección, y a pocos días de cumplirse cuatro meses de la autoproclamación de Guaidó, la situación está en un punto de empate en el plano internacional, y de mayor correlación de fuerza del chavismo en lo nacional. La oposición se encuentra en una tendencia sostenida de retroceso en su capacidad de movilizar y de mantener la expectativa prometida ante las cámaras del mundo en el mes de enero. Los titulares que presentaban a un poderoso fenómeno Guaidó han sido reemplazados por lo que es: la cara visible de una estrategia que hace aguas debido, nuevamente, a un error de cálculo.

El chavismo por su parte está ante dos frentes centrales. Por un lado, resistir a los asaltos como los del 23 de febrero y el 30 de abril, lo que significa en simultáneo buscar el diálogo, como el iniciado en Noruega la semana pasada, del cual aún no existen resultados públicos. Por otro lado, gobernar, y en particular, construir respuestas ante un cuadro económico complejo, violentamente golpeado por lo que ya es un bloqueo declarado por parte de EEUU.

La política de agresión económica, como parte de la estrategia de desgaste sobre el chavismo, ha crecido desde el 2014 hasta la fecha, sobre la base de una ley y siete decretos ejecutivos en EEUU, que han dado el marco para configurar una política unilateral de asfixia de la economía. Esto se ha traducido en la confiscación de activos financieros, la prohibición de renegociación de la deuda externa y la de Pdvsa, el aumento de riesgo país, sanciones a comercio de petróleo, al Banco Central de Venezuela, el bloqueo de 5.470 millones de dólares en bancos internacionales, entre otros puntos.

Ni el frente económico ni la política presentan respuestas claras por el momento. El primero debido a que los ataques desde EEUU mantienen una línea de escalada permanente con repercusiones múltiples, y por las dificultades internas, como el peso del modelo de dependencia petrolera, la dificultad para aumentar niveles de productividad interna, entre otros puntos. En cuanto a la dimensión política, el escenario electoral pasaría por adelantar las elecciones legislativas. Así lo afirmó Nicolás Maduro al frente del acto para celebrar el año de su victoria electoral:

“Vamos a hacer elecciones para legitimar la única institución que no se ha legitimado en los últimos cinco años, vamos a elecciones anticipadas de la Asamblea Nacional para ver quién tiene los votos, quien gana (…) vamos a una salida democrática, electoral”, dijo ante la movilización chavista, donde además fue anunciada la decisión de la Asamblea Nacional de Constituyente de mantenerse en funciones hasta diciembre del 2020.

La derecha mantiene por su parte que toda resolución pasa por la salida de Nicolás Maduro, sintetizado en la consigna del cese de la usurpación. Ayer informó haberse reunido en EEUU con el Departamento de Estado y miembros de la Secretaría de Defensa del Pentágono, donde discutieron acerca de “todos los aspectos que tienen que ver con la crisis de Venezuela”. ¿En qué se traducirá la reunión? Es en esos espacios del Estado norteamericano donde se toman las decisiones centrales sobre la estrategia que tiene por fachada a Juan Guaidó.

Fuente: Telesurtv.net