EDITORIAL
Francisco tiene la razón.
Finalizó 2019 y coincidimos con Jorge Mario Bergoglio cuando, al regreso de su reciente viaje a Japón, comparó la situación actual de Nuestra América con la vivida durante la terrible época del Plan Cóndor, concebido por los Estado Unidos y aplicado por las dictaduras militares, para intentar destruir el auge de los movimientos progresistas que, acorde a esos momentos históricos, intentaba la liberación del dominio imperial oligárquico. Así comentó Francisco: “La situación actual en América Latina se parece a la del 1974-1980, en Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, Paraguay con Stroesner, y creo también Bolivia (…). Una situación en llamas”.
Y sí, es cierto; no exageró. Si sumamos el número de víctimas de la represión en Chile, Bolivia, Ecuador y Colombia, sólo durante los últimos tres meses del año, las muertes conocidas llegan casi al centenar, suman miles los heridos atendidos en hospitales, incluyendo a cientos que han perdido la visión por la inhumana y terrorista práctica de disparar al rostro de los manifestantes; mientras, los desparecidos, las torturas y las violaciones sexuales vuelven a formar parte de la práctica de los organismos represivos.
Se puede alegar para diferenciar la actual situación de la vivida en las décadas de los setenta y ochenta del pasado siglo que esas atrocidades eran cometidas por dictaduras militares y hoy ni al régimen dictatorial boliviano se le puede catalogar de castrense pues aunque fueron los milicos los que derrocaron a Evo Morales y fue el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, general Williams Kaliman, quien impuso la banda presidencial a la autoproclamada senadora Jeanine Áñez, de la minoría derechista en ese órgano legislativo, esa ´”democrática” acción proporcionó el rostro civil que necesitan los medios de comunicación dominados por el imperialismo para pregonar la legalidad del régimen. [...]